Capítulo 5: Un futuro Prometedor

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Sam, estamos preparando todo, no se preocupen, estaremos con ustedes dentro de poco. Estoy muy orgulloso de ustedes, todos lo estamos. Gracias a ustedes seguiremos con vida, podremos tener un futuro, me alegra que nunca te hayas dado por vencido, hijo. Tu madre y la señora Fisher les mandan besos, y dicen que cuiden bien de las hermanas Hale, en especial de Mía, están deseando abrazarla. Nos vemos.

¿Pajaritos? ¿Esos eran pajaritos cantando? Pensé que solo era un mito de las películas el que se despertarán con el canto de las aves, pero hoy descubrí la mejor forma de despertarse, junto a Jack, con la luz del sol entrando desde el tragaluz y sin estar muriendo del calor. Estaba de buen humor, como nunca antes. Revisé el intercomunicador y mi padre había enviado un holograma.
 

–  Cada vez más cerca – Me asusté al escuchar la voz de Eros. – Al fin lo logramos –

–  Somos héroes, como prometimos de niños – Ambos reímos y nos abrazamos.

–  Hey ¡Abrazo grupal! – Gritó Jack y se unió al abrazo. Estábamos felices, demasiado.

Nos preparamos, arreglamos todo para esperarlos. Mía estaba muy ansiosa, pero su medicación la tenía bajo control, Jack sólo quería ver a mí madre; la sentía como su propia madre y ella a él como un hijo; Eros esperaba abrazar a su madre y Ari no le soltaba la mano, puesto que aunque no lo admitiera estaba desesperada porque esto funcionara. Yo solo quería ver a todos atravesar el portal, sabíamos que enviarían gente de a poco, porque el portal no soportaría a tantos, pero el solo pensar que podemos salvarlos es suficiente. Escuchamos un ruido cerca del final del río, donde habíamos aparecido en un principio y corrimos hacia allá. No había tiempo que perder. Cuando llegamos encontramos a la señora Fisher junto con un hombre con ropas militares y un grupo de 10 niños.

–  ¡Mamá! – Eros corrió hacia ella como un niño pequeño, aun a sus 27 años y entrenamiento militar, seguía siendo un niño de Mamá.

–  ¡Eros! – Ambos se abrazaron y todos sonreímos. La señora Fisher me miró y se acercó a mí  – Tu madre te manda esto – Me abrazó a mi también, sentía como si mi madre fuera quien me estaba abrazando de verdad. – Lamentan no poder venir, pero decidieron ser unos de los últimos en viajar, quieren asegurarse de que todos puedan hacerlo – Era de esperarse de su parte.

–  No se preocupe, lo supuse  – Dije algo triste, pero con una sonrisa en mi cara.

–  Chicos, el es Ray  – La madre de Eros nos presentó al hombre que venía con ella y los niños. – Ambos fuimos elegidos para viajar junto a esto niños –

Miramos a los pequeños, ninguno superaba los 10 años, todos eran huérfanos que se habían elegido desde un principio. Ya se había preparado una lista con quienes serían los que tendrían prioridad al viajar, esos eran: niños que no tuvieran padres, adolescentes autorizados por sus padres, jóvenes, adultos y finalmente las personas mayores. Eso fue decidido en una asamblea internacional, donde fue acordado que ningún tipo de cargo tendría valor o prioridad, incluso los presidentes tendrían que respetar y esperar sus turnos.

Los guiamos al campamento que teníamos y ayudamos a armar sus casas inflables, cosa que nos tomó todo el día, pero entre risas y los buenos ánimos, se pasó volando el tiempo. Ya de noche nos juntamos todos alrededor de la fogata.

– Enviaran 120 personas por día, con equipos, pero sin comida o agua – Habló el señor Ray

–  Quieren que empecemos a plantar nuestra propia comida, busquemos agua pura y eso – Siguió la madre de Eros

–  Básicamente empezar a levantar la civilización casi desde cero – Contestó Jack

–  Sí, solo que esta vez tendremos equipos avanzados – Dije y ahí terminó el tema de conversación. Los niños jugaron en los alrededores mientras nosotros nos encargábamos de limpiar todo. Me recosté en el pasto, había sido un día movido y los que siguen lo serán también. Jack vino y se sentó a mi lado, mirándome me habló.

– Ahora podemos vivir tranquilos ¿No?  – Lo miré y tomé su mano

–  ¿Recuerdas que te lo prometí? Sabes que nunca rompo mis promesas  –

Uno de los niños se acercó a nosotros con timidez, parecía de unos 8 años. Nos miraba en silencio y miraba el cielo, hasta que finalmente se decidió por sentarse a nuestro lado.

– ¿Ustedes están casados?  – Preguntó de la nada por lo que me ahogue con mi propia saliva.

– ¿Qué?  – Pregunté y Jack empezó a reírse sin parar.

–  Pregunté si están casados  – Nos miraba con una inocencia que no podía evitar responderme.

– No, aun no  – Dije con una sonrisa en mi rostro.

Nos quedamos en silencio después de eso, mirando el cielo nocturno hasta que fuera hora de irse a dormir. Llevamos al niño a su casa y volvimos a la que compartíamos con Eros, él no estaba cuando llegamos y supusimos que se fue a la casa de Mía y Ariel. Nos recostamos y caímos dormidos, nos esperaba una larga vida, tendríamos años de trabajo y esfuerzo para que pudiéramos volver a ser una civilización. Esperábamos que esta vez no destruyéramos el mundo que tanto amamos.

Por un futuro juntos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora