Capítulo III

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Adler Rüssendolf. Locación desconocida. 1945

Corre el tiempo en el búnker y estoy ansioso por la llegada de los ocultos a nuestra reunión arreglada. Es el primer encuentro registrado con representantes de otra civilización provenientes de más allá de las estrellas.

—¡Prepárense! Están aquí, ya llegaron— alzó la voz el Fürther, por encima de todos. —Abran las compuertas de la bahía 21. 

Mis manos sudan y mi piel, está tan brillante, no sé cómo reaccionar… no sé qué hacer en ese momento, no quiero hacer algo malo en éste encuentro tan importante. No quiero cometer algún error.

Las puertas de acero reforzado de la bahía 21 se abrieron, el aire mezclado con el polvo comienza a levantarse por todo el lugar, los papeles vuelan por los vientos que producen los motores de la nave que entra lentamente.

 Estamos reunidos un grupo pequeño de altos mandos, los que había alcanzado a llegar al sitio seguro. Encerrados y con miedo, hacíamos planes de acabar con nuestro enemigo que estaba sobre nosotros. 

De la espesa niebla de polvo, sobresalía la imagen de un objeto cristalino. Las luces se refractan, haciendo que pareciera una especie de diamante iluminado con luz amarilla. Su entrada se basó en aparecer de la nada, eran seres oscuros y de muy mal aspecto físico.

—Inclínense, ¡Ahora!— dijo el Fürther

—Si señor— respondimos todos

Al inclinamos uno de los ocultos le dijo a otro algo, en un idioma que yo no comprendía. Levanté mi rostro y miré como Adolf se levantó y le entregó las cifras

—¿Qué ha dicho?— Le cuestioné al Führer mientras se oían los murmullos de todos. Todos se quedaron viéndome.

—Debía hacerse. No había otra opción. Los rusos y los aliados nos tienen acorralados, la guerra se está perdiendo— Respondió con tanta seguridad, que casi olvido nuestra posición. —Sigan en lo que están— Les dijo a sus subordinados.

—Su tecnología es ilimitada, lo sé, Pero… ¿Cuál es el precio que requieren esta vez?. Seguía con mi insistencia hacia el Führer.

—Necesitan veinticinco millones— dijo mientras se dirigía hacia mí. —Es un precio justo. No voy a perder ante la raza inferior, no. Me dejó de llamar Adolf Hitler, si lo hago.

—Mi Führer, eso es mucho. Son muchas personas que desaparecerán…

—… Están reparando su planeta— interrumpió. —Rüssendolf, sólo son hombres escogidos al azar para morir en otra parte del universo, a cambio nos van a ayudar con la campana de desplazamiento de materia. Podremos traer tropas nazi de otras realidades y podemos ganar la guerra. Nos apoderaremos de esto— la convicción en sus ojos era muy evidente, terminando de convencerme.

— Mi Führer, su plan es magnífico. Me encargaré personalmente de escoger a negros, morenos y judíos para que sean llevados hacia su esclavitud. 

—No sólo a ellos, también guía a los ocultos a Inglaterra, a América y a los países asiáticos que no son aliados.

—Señor, sí señor.

Entonces veo que el Fürther se pone más paranoico de lo normal

—¡Silencio!— El eco retumba por las paredes del amplio salón oscuro. —No digas nada de esto. Tienes que ser más discreto, porque, a demás de los ocultos, hay otros que están interesados en este asunto… otros seres que están a punto de hacer presencia y no queremos que interfieran en nuestros planes.

—Mi Führer, ¿Hay más fuerzas involucradas en esto?.

Miah: SálvanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora