JiMin es un lindo omega que fue injustamente desalojado de su hogar por su propia madre.
Yoongi es un alfa que trabaja medio tiempo como mesero como pasatiempo.
Dos caminos totalmente diferentes, pero ¿Qué pasaría cuando estos dos personajes se cr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El viento golpeaba su rostro con brusquedad, sus piernas no detenían su constante trotar y sus piernas comenzaron a arder con cada zancada que daba.
Estaba cansado de correr.
Pero tenía que seguir corriendo si no quería ser atrapado por alguno de los dos alfas que le seguían desde hace un poco más de 10 minutos.
Había pasado ya una semana y media desde que fue dejado debajo de ese puente a mitad de la madrugada.
Una maldita semana y media teniendo que estar yendo y viniendo de un lugar a otro, escondiéndose, para no ser encontrado por Lee Taemin o algún otro de sus secuaces.
Cada día había sido un completo infierno. Teniendo que padecer principalmente de hambre, sed y frio. De estar constantemente alerta de todo lo que sucedía a su alrededor, de temer de cada persona que pasaba cerca suyo.
En ese punto, ya estaba agotado física y emocionalmente. Con cada minuto que pasaba, sus ganas de darse por vencido y rendirse aumentaban.
Estaba cansado de absolutamente todo.
La lluvia le impedía ver con claridad, para estar a mediados de enero una fuerte lluvia se había desatado y ahora las gotas golpeaban su cuerpo con rudeza. Giró su cabeza para ver si aún lo estaban siguiendo, pero al hacerlo, sus pies chocaron entre sí, haciéndolo caer en un ruido sordo.
Soltó un quejido adolorido ante el impacto de su cuerpo cayendo al suelo, sus rodillas y manos ardieron cuando los utilizó como soporte para no caer boca abajo y lastimar a su pequeño vientre. Sus lágrimas se mezclaron con la lluvia que caía sobre su rostro y agachó su mirada mientras abrazaba su vientre.
Después de varias semanas, estaba dándose por vencido. Ya no podía seguir luchando por algo por lo que no sabía si tenía un futuro prometedor.
—Lo siento mi amor, papi no es tan fuerte para seguir luchando.
Escuchó pasos corriendo hacia su dirección, pero no hizo nada para tratar de huir o defenderse. Cerró con fuerza sus ojos, dispuesto a recibir la paliza que le darían, pero en cambio, alguien se hincó frente a él.
La caricia suave que se le fue dada en su rostro le hizo abrir sus ojos y con su vista borrosa logró ver y sentir como el abrigo sucio y mojado que traía puesto era sacado de su cuerpo, siendo remplazado por uno nuevo y calientito, protegiendo su cuerpo de la lluvia y del frio.
Después de intercambiar unas cuantas palabras con el desconocido y ser levantado del mojado piso, todo comenzó a tornarse borroso y confuso dentro de su cabeza.
¿Acaso ya se encontraba a salvo o ya había llegado su inevitable final?
No podía comprender nada de lo que pasaba a su alrededor, su garganta se cerró dolorosamente y las palabras que quería decir no lograron salir de su boca, cayendo así dentro un pozo oscuro.
