8. Búsqueda

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Aunque las heridas de Zheng Yangxen fueron cerrando, aún seguía inconsciente. Aún había fiebre, las sacudidas de su cuerpo denotaban que el viejo velador no la estaba pasando bien, parecía como estar soñando una pesadilla.

Incansablemente, Wen Ning lo seguía atendiendo, con ayuda de la hija del Señor Xieng, a quien mandaba a descansar o a comer, cuando era necesario.

En ese momento, el viejo velador deliraba y se sacudía como defendiéndose de algo. Wen Ning deseó que Wei Wuxian estuviera presente y le dijera que hacer en caso de una posesión, pero desde horas antes, había salido con Lan Wangji, en búsqueda del abogado Lao Qin, aparentemente desaparecido, al igual que el líder del clan Xieng.

¿Tendrá forma de llamar al señor Mo? - Sugirió Xieng Jieying con la preocupación en sus ojos cansados.

Tengo talismanes de comunicación, pero creo que ya son de corto alcance, los otros los usé en una emergencia, hace unos días. - Contestó Wen Ning con pesadumbre. - Lo único que puedo hacer en lo que baja la fiebre, es controlar la energía resentida que lo tiene paralizado.

La hija del líder del clan asintió desanimada. - Esperemos que el señor Yanxen resista un poco más, hasta que el señor Mo regrese.

🐰

Como Wei Wuxian había pronosticado, no encontraron a Lao Qin en su domicilio. La casa estaba completamente cerrada, de puertas y ventanas. La gente de los alrededores los ignoraba deliberadamente, procurando pasar de largo con un aire de hermetismo.

Lan Wangji esperó pacientemente de pie, afuera del vecindario, mientras Wei Wuxian seguía interrogando a los vecinos, cuyas viviendas parecían estar en condiciones precarias.

Una anciana hizo una mueca desagradable. - No tengo tiempo para atenderlo, por favor váyase.

Una madre que lavaba la ropa de sus hijos pequeños, habló con indiferencia. - ¿Lao Qin? Ni idea quien sea ese hombre.

Los demás vecinos parecían indispuestos a aportar respuesta a sus preguntas. Al exterior del vecindario, dando a la calle, un anciano con una balanza hecha de botellas llenas de arena, sostenidas a modo de péndulo en una vara gruesa de madera, pesaba bolsas de frijoles de soya para vender. Wei Wuxian se acercó tomando una de las bolsas.

- Lan Zhan, mira cuántos platillos pueden salir de éstos frijoles. ¿Podrías comprarme un par de bolsas?

Lan Wangji se acercó a examinar un ejemplar que Wei Wuxian le había extendido. - Se ven de buena calidad.

El señor parecia cohibido, aún así, siguió ofreciendo su producto. - vendo cada bolsa por dos monedas. Por tratarse de usted, Hanguang Jun, le daré dos al precio de una.

¿Usted viene diario por aquí? - Pregunto Wei Wuxian directamente. - Veo que no ha sido un buen día. Tal vez una ubicación más céntrica podría ayudarle.

El vendedor continuó pesando frijoles para embolsar. - Hay días buenos y días malos. La gente del vecindario suele hacer su buena obra al comprarme una o dos bolsas. Todos parecen contentos, ya que me han seguido comprando.

Wei Wuxian se acercó a hablar con discreción al anciano. - ¿Y que le parece, amigo mío, si nos cuenta todo lo que sabe del joven Lao Qin? Cómo que hoy tengo antojo de una buena variedad de platillos de soya, ¿no lo crees Lan Zhan?

- Mn

El anciano parecía resistirse a seguir conversando. De pronto, comenzó a guardar su puesto de frijoles, Wei Wuxian siguió persuadiendo con mayor insistencia.

- Espere, por favor, aún es temprano para que se vaya. A menos que, le compremos todo su producto de hoy. Es más, estoy buscando proveedor de alimentos.

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