Olas inquietas

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-Insisto en que debería considerar sentarse. El mar presenta un ligero oleaje hoy y puede marearse si se queda de pie. Por favor, tome asiento. [se empecinó Gorou en la advertencia, por tercera o cuarta vez desde que habían iniciado el viaje en barco]

-¿Marearme? ¿Yo? Soy uno con el agua. Ninguna ola logrará hacerme caer. [respondió Xingqiu mientras apoyaba el codo en la barandilla y miraba al general. Sonreía con confianza] Estoy muy bien de pie. Tengo mucho equilibrio. ¿Verdad, Albedo, que tengo mucho equilibrio?

-Sí. Presenta una capacidad para equilibrarse admirable. [aportó Albedo. El alquimista sí permanecía sentado y se encontraba reorganizando sus anotaciones. Una sonrisa se había formado en su rostro] No se mareará ni se caerá por muy fuerte que se ponga el mar.

-¿Ve, General Gorou? Hasta Albedo concuerda conmigo. No se preocupe, ¡resistiré contra viento y marea!

-Qué excéntrico es este escritor... [masculló Gorou. Xingqiu no lo oyó desde su posición]

[La sonrisa de Albedo e hizo un poco más grande. Y es que mientras el alquimista revisaba sus anotaciones, recordaba lo que había sucedido aquella mañana antes de que el General fuera a su encuentro en la Aldea Konda. Xingqiu y él se habían despertado sobre las siete de la mañana, pero entre caricias y palabras afectuosas, no habían dejado la cama hasta media hora más tarde. Posteriormente a vestirse, el escritor decidió que debían limpiar la casa antes de dejarla, así que se repartieron las tareas y finalizaron aquello una hora después. Estuvieron de acuerdo en que todavía podían aguantar sin desayunar, por lo que hicieron las maletas y se aseguraron de que no quedara nada por fuera. Así que otros cuarenta y cinco minutos se fueron en ello. Cuando se dieron por satisfechos, fueron a prepararse el desayuno y se dispusieron a sentarse]

[Albedo pudo hacerlo]

[Xingqiu no]

[El alquimista sugirió que deshicieran un momento las maletas para buscar sus cosas y darle alguna medicina al escritor, pues aparte de aquello, el peliazul tenía cierto dolor de cabeza de la noche anterior. No obstante, Xingqiu se empeñó en que no podían permitir perder tiempo en esas cosas. Y añadió un "A ver, no es que los aceites estuvieran al alcance de todo el mundo siempre, al igual que tampoco lo estuvieron las medicinas. No es para tanto". Así que, ahora pagaba las consecuencias de sus decisiones. Si bien a Albedo no le gustaba saber que su esposo sentía dolor, le hacía bastante gracia verlo tratar de esquivar las sugerencias de Gorou para que se sentara]

[Al menos así Xingqiu comprendería mejor lo que muchas veces sufría el caballero]

[Una vez reorganizó la parte que le interesaba, Albedo leyó lo que había escrito. Aquellos dos días que se había ausentado de la Aldea Konda, se había dedicado a estudiar el paisaje de los alrededores y sustituir con ello los materiales que había seleccionado incorrectamente. Mientras lo hacía, había tenido mucho tiempo para pensar. Había meditado sobre lo que había pasado en aquellas ruinas, y forzado su mente a rememorar el incidente. Creía haber encontrado similitudes entre una criatura que yacía en Espinadragón y aquellos Sabuesos Acechadores que le habían atacado. Le gustara o no, todos parecían haber sido fruto de la alquimia, puede que incluso hubieran sido creados por la misma mano]

[Y si así era... La conclusión a la que llegaba no era agradable. Al igual que no lo era el pensar que uno de aquellos lobos había estado a punto de quitarle la vida. El conocimiento adquirido después había supuesto una revelación grandiosa, y, aun así, consideraba que había pagado un precio muy alto para conseguirlo]

[Durante unos pocos segundos, alzó la vista para observar a Xingqiu. El joven se apoyaba en la barandilla y sonreía mientras el barco se mecía por las olas. ¿Qué dudas albergaba el escritor con respecto al descubrimiento de Albedo? Intuyó que las personas temían la posibilidad de que existieran criaturas que tenían vida no "natural". Más de 500 años atrás, una guerra había sacudido Teyvat y había supuesto la destrucción de una nación entera. Todo porque el conocimiento de los humanos había vencido el control divino. El hecho de admitir abiertamente que se podía crear vida podría causar otro enfrentamiento a gran escala. Todo el mundo pensaba que cuando esa persona se había marchado, los grandes temores habían desaparecido]

Cristales en el EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora