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＞ PRÓLOGO＜
La existencia de Saiko residía únicamente en un objetivo, un objetivo que estaba dispuesta a cumplir hasta el final de sus días, un objetivo por el que moriría, un objetivo que le sostenía y le brindaba una razón para seguir viviendo en aquel mundo, en su opinión, consumido por el odio, la guerra y el dolor.
Ese objetivo eran tres hermanos, los tres hermanos de la Arena.
Palabras como «hogar» o «afecto» no encajaban en su cabeza, no coexistieron nunca, tan solo podía mantener esa firme llamarada que le instaba a proteger a esos tres. Saiko era de esas persona consumidas por el vacío en sus corazones, era de esas personas que negaban que pudiera existir la felicidad en el mundo, pues jamás la conoció. Sentía que jamás conseguiría encender su corazón por nada, que estaba muerta por dentro y que el vago deseo de su subconsciente, atado a aquella promesa que una vez hizo, la movía casi inconsciente, como si su cuerpo fuera un títere de una chispa en su memoria.
Eso fue hasta que él se cruzó en su destino.
Algunos solían cuestionar que la vida de una persona estuviera escrita así sin más desde que nacías, algunos solían discutir acerca de ser un papel en blanco que se escribía según tus convicciones. ¿El destino estaba escrito? ¿Todo lo que ocurre ocurre por alguna razón en especial? Caprichoso al unir a las personas, caprichoso por hacer que coincidan, caprichoso para desgarrar sus sueños y esperanzas, caprichoso para ser la destrucción en sí mismo.
¿Qué era el destino entonces?
Supongo que nadie lo sabe hasta que lo experimenta, pero... ¿había sido él quién cruzó sus caminos en realidad? ¿Había sido él? Si la respuesta era positiva, entonces el destino no era tan cruel como Saiko creyó en un inicio... porque gracias a él, conoció al estúpido ninja copión y pervertido de Konoha, conoció una oscuridad que se tornó luz, sintió por primera vez en su vida que no estaba muerta y que no era un títere.
Halló aquel relámpago que la cambió.
¿Que qué era el destino? El destino es tu propia historia, una historia que sólo tú escribes y narras. Es una historia en la que sientes y evolucionas... el destino no es más que un tabú, el destino es aquel que une y que rompe... pero el destino no es destino si tú no estás dispuesto a tomar las riendas sobre él. De lo contrario... es tan solo una prisión que te aísla.
Oscuridad, dolor, muerte...
Luz, amor, vida...
Si lo piensas bien, esos antónimos que se repelen continuamente... no son más que dos caras de la misma moneda. Saiko lo sabía muy bien, Saiko cambió su triste existencia en la que la oscuridad ardiente titileaba como un fuego que no se apaga, donde el dolor le caló hondo desde que era una cría y donde la muerte se marcó al minuto uno de nacer... Todo esto, se volteó y empezó a conocer esa cara inexplorada de su moneda.
Kakashi Hatake fue ese que hizo de Saiko una completa odisea.
