10. Larga vida a nosotros

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Por primera vez en mi vida no sabía qué hacer, no tenía un plan B. Todo dependía de fe y milagros y la primera ya casi se me agotaba. Había tomado la decisión de traer a Caeli a casa. No hacía mucha diferencia tenerla en el hospital a tenerla en casa con todas sus comodidades.

Después de pasar toda la mañana matándome la mente tratando de encontrar soluciones casi imposibles, decido subir a la habitación donde estaba descansando Caeli, necesitaba tenerla cerca, escuchar su voz, ver sus ojos despiertos.

Abro la puerta de la habitación con calma, la veo dormida, con sus ojos un poco hinchados y su piel más pálida que antes. En mi mente me repetía que juntos saldríamos de esto. Voy a su lado y acaricio su mejilla que esta tibia, sonríe levemente y abre sus ojos para mí.

—Perdón por levantarte.

—No estaba durmiendo.

Sentía que en cualquier momento me iba a romper por completo, yo necesitaba verla bien para estar bien yo... esto siempre fue así. Ella era la felicidad de esta casa y si ella no estaba nada funcionaba como debería, ni siquiera yo sabía vivir sin ella

—Bastian... no quiero que aceptes el trato de Donato, para mí no hay nada que pensar.

—Lo sabes, ¿verdad?

—Gunther me lo dijo. Escúchame, si me queda poco tiempo de vida quiero pasarlo contigo a vivir una larga vida sin ti. ¿Puedes acostarte a mi lado?

Ella palmea lentamente el colchón, sin pensarlo dos veces, recorrí la cama hasta estar junto a ella, con dificultad se pone de lado para vernos frente a frente, no podía soportarlo más, una lagrima se me escapa seguida de otras más, Caeli me acaricia la mejilla y yo le doy un beso en la frente antes de enterrarla en mis brazos

—Bastian...

—Caeli

—Te quiero y si no lo logro... entonces te amo

No podía con mis sentimientos, nunca pensé que no tendríamos una larga vida juntos

Muchos días después tome conciencia de sus palabras y que no fueron dichas solo porque si, ella se estaba despidiendo de mí. No pude mantenerla más tiempo en casa su estado empeoro demasiado rápido, fueron noches bastantes cansadas y más que todo por el desgaste mental que conllevaba, trate de seguir de pie aun cuando sus ojos perdían su brillo poco a poco y su voz era casi inaudible.

Sabía que no la quería dejar morir en un hospital, pero alargarle unos segundos más de vida siempre iban a estar por encima de mis deseos egoístas.

Después de haberme negado a la petición de Donato este desapareció sin más, le ofrecí otras recompensas, pero nunca mostro señal de querer algo que no fuera Caeli y ni siquiera ese supuesto "amor" fue suficiente para hacerlo cambiar de opinión

No había aparecido ningún donador compatible y la mamá de Caeli seguía aferrada a la idea de que si encontraríamos a alguien solo para evitar ser ella el donador. Estaba sentado junto a su cama de hospital tomando su mano, no quería soltarla, sentía que en cualquier momento se podría desvanecer.

—Vamos bonita tienes que resistir un poco más. No puedes dejarme solo, tenemos muchas cosas por hacer juntos.

La puerta de la habitación se abre dejando pasar a Gunther y atrás de él un señor poco mayor a los sesenta años, no sabía lo que estaba pasando, deje la mano de Caeli y me acerque a ellos hundido en la confusión.

—Bastian, es el papá de Caeli. Es compatible con ella y está dispuesto a ser el donante.

Volteo a la camilla a mirarla, quisiera que me escuchara y poder decirle que todavía hay esperanza, que va a estar bien. No nos hemos dado por vencido.

Maldito OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora