9. Un corazón apagándose

1.9K 289 5
                                    

Bastian, los chicos y yo estábamos en una sala de conferencias en un edificio, ya que ellos tenían una importante reunión con ejecutivos de una empresa estadounidense. Según lo que logre escucharlo hablar, este era un contrato que la beneficiaria a todos si se lograba dar.

Los chicos estaban discutiendo sobre unos papeles mientras yo me encontraba sentada en un sillón alejada de la mesa de reunión.

Me distraigo viendo a Bastian que desde la mañana antes de venir está nervioso. En el auto estuvo repasando muchas veces su presentación y haciendo llamadas para que tuvieran todo en el lugar listo.

Ahora mismo estaba frente al gran ventana caminando de un lado a otro.

—Está nervioso porque es un contrato muy importante pero también porque es la primera vez que estas tu con él. Quiere hacerlo bien porque lo estarás viendo.

Mis ojos se abrieron por la sorpresa y de inmediato dirigí mi mirada a Bastian que seguía de caminando de un lado a otro frente al ventanal. Ezra pone su mano en mi hombro para llamar mi atención.

—Deberías ir con el, talvez logres calmarlo un poco.

—Espero ser de ayuda. —él me sonríe y yo camino hasta ponerme al lado de Bastian— Hey, todo bien. Te miras muy nervioso.

El suspira y se acaricia el puente de la nariz antes de verme a los ojos.

—No te preocupes, no es nada.

—Sabias que eres muy malo para ocultar lo que sientes. -Presiono un dedo contra su pecho.

BASTIAN

—Creo que en eso te equivocas. No soy malo para ocultar lo que siento. —Tomé la mano que tenía apoyada en mí y la envolví en la mía para acercarme más a ella.

—¿A qué te refieres con eso? —Ladea un poco la cabeza con un gesto de confusión.

—A nada en especial.

—Bueno... si tú lo dices. Qué tal si te ayudo a calmar tus nervios antes de que empiece tu junta.

Ahora es ella la que jala de mi mano y me lleva a sentarme a una silla frente a ella. Ezra y Romeo han salido de la sala. Solo estábamos ella y yo. Cuando los dos estamos sentados uno frente al otro la miro con sospecha de lo que vaya a ser para calmar mis nervios.

—¿Puedes cerrar tus ojos? —sé que mi expresión le dice que no estoy convencido de esto— No te preocupes, es solo para limpiar tu rostro, no es nada bonito empezar una junta brillando más que el sol.

—Bien, hazlo. —Su sonrisa es amplia y yo procedo a cerrar los ojos.

Cuando sus dedos tocan mi cara, toda mi piel se eriza y un hormigueo me recorre toda la espalda, empieza a pasar delicadamente una toallita hasta que parece queda totalmente satisfecha con el resultado, para mi sorpresa toma una de mis manos y empieza a limpiarla también. Hace lo mismo con las dos.

—Listo, puedes abrir los ojos. Vez eso fue relajante además ahora ya te miras mil veces mejor. —No digo nada, solo le sonrió en silencio— Oh casi me olvido, falta algo.

Se levanta y va hacia su cartera que está en un sillón contra la pared, busca algo en él y luego vuelve con una gran sonrisa que hasta da miedo, lo que sea que trajo lo mantiene escondido detrás de su espalda.

—Ya había notado esto desde hace unas semanas y hasta ahora vi la oportunidad.

Mi cerebro no logra pensar bien, cuando ella se acerca demasiado a mi, quedando entre mis piernas y se inclina hacia mí. Me toma del mentón y empieza a echarme algo en los labios que se siente bastante refrescante. Todos mis sentidos me fallan cuando su dedo pasa por el contorno de mis labios de manera jodidamente bien, sin pensarlo pongo mi mano en su cintura y ella rápidamente me mira.

Maldito OrgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora