Capítulo 2

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Año 1986

Anthony Edward Stark a sus dieciséis años de edad era todo un adolescente prodigio, pues a su corta había concluido exitosamente su primer año de Ingeniería Mecánica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Los estudios no eran un problema para él, lo único desagradable de su vida universitaria era estar lejos de casa. Extrañaba a su mejor amigo James Rhodes, además de Jarvis y a sus padres, sin embargo, parecía que aquel sentimiento no era mutuo para estos últimos.

Siempre había sido igual, incluso cuando era pequeño, sus padres en especial Howard, jamás demostraron afecto hacia él. No obstante, mantenía la esperanza que al estar lejos un año completo podría remover las fibras más sensibles del corazón de sus progenitores.

Al llegar al Aeropuerto de Nueva York sus padres no estaban ahí para recibirlo, solamente Jarvis lo esperaba con una gran sonrisa. Lamentablemente no fué suficiente para un solitario adolescente carente de atención.

La tristeza finalmente se convirtió en odio y eso conlleva a la ira, pues siempre era la misma historia. Desde que era un niño siempre había algo más importante que él y siempre terminaba con Jarvis como única compañía.

La vida era injusta. ¿Qué debía hacer para recibir un poco de atención paternal? Se preguntó. Sabía por experiencia propia que meterse en problemas no era la solución, así que por una vez en la vida decidió ser directo y buscar respuestas a sus interrogantes.

— Jarvis. Iremos a ver a papá al trabajo — Dijo una vez en el auto.

— Joven Stark, su padre está en una reunión importante — Informó su mayordomo y chófer.

— No me importa, hablaré con él ahora — Decidió.

— Pero está en Nueva Jersey y... — Jarvis objetó, no obstante fué interrumpido por el más joven.

— Dije que no me importa. Llévame dónde está mi padre — Insistió.

De camino a Nueva Jersey los recuerdos invadieron su mente y todos tenían algo en común, su padre estaba totalmente ausente. ¿Siquiera le importaba un poco? Se cuestionó trás un suspiro desalentador.

Cuando finalmente Jarvis estacionó el vehículo en una base militar sólo pudo leer: Campamento Lehigh. No prestó mucha atención y se enfocó a encontrar a su padre mientras dejaba a Jarvis atrás.

Podía notar las habitaciones de la edificación, la gran mayoría eran laboratorios así que supuso que su padre era uno más de los científicos de aquel extraño lugar.

El castaño seguía caminando furioso por los pasillos hasta que en uno de los salones que parecía una estancia para descansar se encontró con una pequeña niña coloreando.

Tony carraspeó la garganta para llamar su atención y en ese momento la niña conectó sus miradas. Ambos pares de ojos se conectaron por unos segundos, verde contra marrón.

— Hola — La pequeña saludó con una alegre sonrisa — Soy Hope. ¿Tus padres también trabajan aquí? — Preguntó con inocencia.

A estas alturas el castaño ya había olvidado por qué se encontraba molesto para empezar y sólo pudo sonreír a la pequeña para después corresponder el saludo.

La Energía que todo lo transformaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora