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¿Planeta?

Patinaje, el patinaje para algunos es simplemente interpretar una pieza musical moviéndose en una pista de hielo, pero para mí ha sido mi salvación todo lo que me ha ayudado a mejorar

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Patinaje, el patinaje para algunos es simplemente interpretar una pieza musical moviéndose en una pista de hielo, pero para mí ha sido mi salvación todo lo que me ha ayudado a mejorar.

Mientras pienso en lo que es el patinaje para mí, mi entrenadora me pide que realice un ángel se supone que es una posición muy fácil y básica solo que para mí fue lo contrario mi elasticidad nunca ha sido la mejor y por ello tuve que tener varias prácticas solo para esta posición. Poco tiempo después me informa mi entrenadora que se tiene que retirar, pero que siga practicando por un tiempo más y así lo hago.

Hago una de mis rutinas favoritas que incluyen el scratch spin que es unos de los movimientos que me encanta cómo se ven y la sensación que te proporciona mientras lo hace. En estos momentos donde soy feliz haciendo lo que me gusta quisiera que Abric estuviera aquí celebrando todos mis logros, pero sé que eso no es posible.

Cuando termino la rutina y un poco más de entrenamiento decido que es momentos de irme a casa en fin no tendré otra competencia hasta en unos seis meses no es que no tenga que practicar, pero acabo de terminar una competencia y necesito mi tiempo para reponerme de todo.

Cuando salgo abrigada al estacionamiento veo cómo mi padre me espera. Mi padre es un hombre que transmite su felicidad en cualquier lugar y el que me ha enseñado demasiado. Sé que está aquí para ir a comer a casa de mis padres porque mi madre ha preparado Lasaña, mi favorita, pero también sé que no quieren que este sola estos días que son los más complicados de superar.

― Papá ¿Cómo estás? ― Le pregunto mientras le doy un fuerte abrazo.

― Muy bien mi princesa ¿y tú?

― Bien papá, deberíamos de irnos si no queremos que mamá se enoje y no nos dé de cenar.

― Y no queremos perdernos de la grandiosa Lasaña que hace tu madre, sé que odias subirte a un automóvil, pero no tuve tiempo de dejarlo y regresar por ti.

― No te preocupes papá solo sabes que tengo que ir en la parte de atrás y algún día tendré que aprender a sobrevivir en un automóvil sola.

Desde el accidente no suelo subir muy seguido a los automóviles a menos que sea una emergencia o necesario. Me da ansiedad saber que podría volver a pasar y perder a alguien que quiero. Dicen que es algo normal no querer subir a los automóviles después de un accidente de tal magnitud.

Miro a través de la ventanilla del carro mientras llegamos a la casa de mis padres quiero hundirme en mis pensamientos para dejar de pensar en dónde estoy entonces un recuerdo inunda mi mente.

Era mi primer día de clases en una nueva ciudad, apenas tenía 7 años y no había tomado la decisión de mis padres tan bien como ellos habrían querido que pasara. No conocía a nadie y me sentía abrumada al no encontrar mi salón de clases, recuerdo que nadie me quería ayudar hasta que la campana sonó haciéndonos saber que yo debería estar ya en mi salón dando la presentación aburrida de siempre.

Estaba tan asustada hasta que vi a un chico de mi edad igual de preocupado que yo, pero aún así me acerqué a preguntarle si sabía dónde estaba mi salón.

― Hola disculpa ¿Sabes cómo llegar al salón B? ― Le preguntó al extraño.

― Quisiera responder que sí, pero soy nuevo y busco el mismo salón que tú.

― Es decir que los dos estudiantes nuevos estamos perdidos sin saber qué hacer y a dónde ir, al parecer.

Después de mi comentario los dos comenzamos a reír.

― ¿Cómo te llamas? ― me pregunta el chico.

― Júpiter Brooks ¿Y tú? ― Le digo con una sonrisa.

― ¿Te llamas cómo un planeta?

― Si, ahora responde la pregunta.

― Me llamo Abric James.

― Bueno Abric ¿Quisieras ser mi amigo e ir conmigo a la oficina del director? aclarando vamos a la oficina para que nos digan dónde está nuestro salón de clases.

― Desde ahora me vuelvo el mejor amigo de un planeta y la acompaño a la oficina del director aun sabiendo que nos perdimos de la primera clase.

― Oye te nombraste muy rápido mi mejor amigo, pero me gusta que seas mi mejor amigo.

Cuando regreso a la realidad noto que lágrimas brotan de mis ojos, pero no son lágrimas de tristeza sino de alegría al poder decir que aún tengo esos recuerdos y los pude compartir con él.

Mientras limpio mis lágrimas tengo una sonrisa en mi rostro en poco tiempo ya estamos en la entrada de la casa de mis padres. Es una casa gigante, después de todo el que mis padres sean grandes empresarios les da la capacidad de que tengan esta casa que todos amamos.

Cuando estoy a punto de tocar la puerta veo como esta se abre y de ella sale mi madre con una sonrisa muy característica de ella. Me da un abrazo que me estruja y casi no me deja respirar.

― Mamá ya no puedo respirar. ― Ella me suelta al instante para que pueda respirar.

― Perdón cariño creo que me emocioné demasiado.

― No te preocupes mamá.

― Podemos comer me muero de hambre y conozco a otra personita que también. ― dice mi papá mientras entra en la casa.

― Yo no he dicho nada de tener hambre, pero si, si tengo hambre. ― Les respondo con gracia.

― Entonces no se diga más a comer. ― Dice mamá con un gesto para que la sigamos.

La casa está igual que siempre, ordenada demasiadas fotos mías con la familia y con Abric. Me detengo en una en especial, la foto que nos tomaron en nuestra graduación la veo por unos segundos antes que mamá me vuelva a llamar y tenga que dejar la foto en su lugar y continuar con mi camino al comedor.

Al entrar veo como mis padres ríen por un mal chiste que mi papá le ha dicho a mi madre.

― Oye, yo quería escuchar el chiste.

― No creo que lo quisieras escuchar hija, estuvo muy malo.

― Papá ¿Qué sientes que mama te critique tus malos chistes? ― Le hago una mueca y con una mano improviso un micrófono.

― Que si no fueran buenos ella no estaría riéndose en este momento.

― Bueno en eso tiene razón papá, pero posiblemente fue por la manera en que lo dijiste que le causó gracia.

― A ¿Quién defiendes a tu padre hermoso o a tu madre? ― Dice papá causando que comience a reír.

― No estoy del lado de ninguno solo doy mi punto de vista sobre la situación señor gruñón.

― Astrid ¿escuchaste que tu hija me dijo gruñón?

― Pues te lo mereces y te recuerdo es nuestra hija.

Mi padre muy indignado se sienta en la mesa y comienza a comer sin dirigirnos la palabra causando que una mirada cómplice con mi madre nos levantemos y le demos un beso en cada mejilla para que deje su drama.

― No puedo creer que la única manera en la que dejes tu enojo es de esta manera. ― Le reprende mi madre.

Mi papá solo nos da una mirada de victoria para luego continuar con su comida. Por mi parte ya he terminado y mi madre igual, el único que falta es mi padre que está comiendo como una tortuga según mi madre. Mi madre se cansa y me dice si quiero salir al patio a tomar aire libre mientras papá termina de comer.

Y así es como salimos al patio a ver las estrellas que tanto nos gusta observar a mi madre y a mi siento que este es uno de mis lugares seguros. Cuando llega mi padre se sienta en la banca en la que estábamos mi madre y yo nos abraza y siento que no podría tener unos mejores padres de los que ya tengo.

La Teoría de Júpiter. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora