Sombras

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Preminger no había mencionado nada luego de la charla tan extraña que tuvieron en la cena, regresaron con normalidad en el carruaje, esta vez ambos completamente cansados, listos para regresar esa misma noche a su reino.

Ya en el carruaje, Preminger recordó algo, justo antes de quedarse completamente dormido, a la reina Genevieve le pareció importante, pero solamente él frunció el ceño y ambos cedieron al cansancio.

Llegaron a su reino a las dos de la mañana, Genevieve se dirigió a sus aposentos completamente cansada, y ni siquiera le importaba si llegaba Preminger, ella sólo quería desfallecer en su cama, tanto así que quedó en camisón cuando él entró, las doncellas que la ayudaban a vestirse salieron y ambos lo tomaron como algo con muy cotidiano, con muy poca importancia, estaban demasiado cansados como para tener pudor.

Preminger tampoco se puso la pijama, simplemente se quitó el saco y los zapatos sin ayuda, se acostó en la cama junto a la reina, tampoco hubo palabras aquí, simplemente miradas de cansancio y fastidio.

Pero no había salido el sol aún, cuando Preminger salió de la cama, Genevieve se percató pero no le tomó la importancia necesaria y no se levantó de la cama

Dió la hora del desayuno y el rey no había vuelto, nadie sabía a dónde había ido, sólo sabían que no quería que se le molestase durante todo el día, y que se había llevado al caballo viejo.
-¿Entonces todavía no saben nada de él?-
-No, majestad.-
Genevieve se preguntaba si se comportaba así por alguna actitud que ella hubuera tenido durante el viaje, si se había puesto celoso de su querido amigo,o si no le había parecido la intervención de ella en las negociaciones, le dió un sorbo a su taza de té y le susurró a la joven.
-Bien prepárame por favor un caballo, y no quiero tener escolta, no les digas que es para mí, diles que... Que es para tí.- respondió rápidamente de manera nerviosa

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La reina se cambió de ropa sin avisarle a nadie, ella tampoco quería que se supiera en el palacio que ella iba a salir, se cambió su elegante vestimenta habitual, por el vestido más sencillo que tenía en su guardarropa, y una vieja capa que no había usado desde hace muchos años.

Cuando subió al caballo pensó y pensó en la última vez que había hecho algo así, había sido más tiempo que el que había vivido su hija, era todavía una joven princesa cuando quedó encerrada bajo el yugo de sus padres, esperando que le encontraran un buen marido que ayudara al reino.

Y aquí estaba ella ahora, tratando de huir de sus pensamientos, buscando un refugio para su mente.

Llegó a las minas derrumbadas, el fatídico lugar donde se le había arrebatado la esperanza hace unos meses, pero no lloró, no había razón para ello, ya todo se le había ido de las manos, ya no había por qué preocuparse, justo ahora estaba viviendo por vivir, claro que se sentía responsable por su pueblo, pero el vacío interno que le dejó el asesinato de su unica hija la asfixiaba, y ahora estaba frente a ese lugar, el que en su momento era el único ingreso significativo del reino, el lugar que había significado poder, vida y riqueza, ahora sólo eran los restos de una vida rota.

De pronto escuchó el relinchar de otro caballo a lo lejos, no quería ser reconocida por nadie, y silenciosamente metió su caballo entre las hierbas y árboles que estaban cerca de la mina, calmando a su caballo y tratando de ver quién era el que pasaba delante del lugar.

El trote del caballo se escuchaba cada vez más cerca y ella se introducía cada vez más entre los árboles, sabía que no era muy seguro, pero era lo único que le quedaba, cabalgar lejos era demasiado ruidoso en este momento.

De pronto una extraña figura bajó del caballo, un caballo que ella podía jurar haber visto antes en las caballerizas del castillo, la figura se aseguró de no ser vista mirando hacía todos lados, sin percatarse de la presencia de la reina, y se bajó la capucha que llevaba, dejando ver una larga cabellera plateada, la reina seguía sin reconocer a esta persona que se acercó y escupió en la entrada de la mina, cosa que le hizo hervir la sangre, pero se contuvo para evitar ser descubierta, Genevieve sólo se acercó un poco más para tratar de ver quién era ese extraño, pero pisó una ruidosa rama que provocó que la figura se cubriera de nuevo y se girara hacia su escondite, caminando lentamente.

Y gotas de lluvia comenzaron a caer cuando estaba a unos cuantos pasos de ella, una gota le cayó en el dorso de la mano, emitió un gruñido, subió a su caballo y se fue murmurando algo sobre dejar de perder el tiempo, Genevieve estaba aterrada, pensó que quizás de esa misma manera se había sentido su hija al haber sido traída a la mina, de nuevo los malos recuerdos regresaron a su mente, y mientras la lluvia se convertía en tormenta ella se acercó a la entrada, tocó las rocas que ahora bloqueaban la entrada y lloró imaginando que el cadáver de su hija seguía en ese oscuro lugar, sin que nadie pudiera ser capaz de sacarlo, ni siquiera para darle un último adiós.

Y fue entonces que decidió regresar al castillo, no quería tener preguntas y atención de Preminger si es que llegaba a coger un resfriado.

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Llegando al castillo entró del lado de las caballerizas, pues era un lugar menos frecuentado por miembros de la corte y en general cualquiera que no fuera el encargado de los caballos.

Bajó completamente empapada y sin decir una palabra, el encargado tomó confundido al caballo, al entrar al palacio pidió a una de las sirvientas que preparara la tina y su bata de dormir, no quería cenar, y no quería preguntas de ningún tipo, provenientes de nadie.

Se le informó que Preminger tampoco había llegado todavía, y se metió al baño, era extraño no verlo en todo el día, después de las atenciones que él había estado teniendo con ella luego de las visitas del médico.

Ya limpia y en la cama, escucho pasos provenientes de todos lados.
-¡Es el Rey, sin duda es el rey!- escuchó gritar a una, abrió la puerta de su habitación y bajó corriendo las escaleras, y lo que encontró al final de estas le aterró, ¡Era Preminger!

Con uno de sus atuendos elegantes como de costumbre, con el cabello sin peinar, mojado y prácticamente desmayado, siendo levantado del suelo por algunos guardias y atendido por nerviosas mucamas que no sabían cómo reaccionar.

Genevieve veía la escena, asustada, cubriéndose la boca, respirando nerviosamente, se sentía al borde del llanto, y estaba prácticamente congelada por el temor, no quería perderlo ahora.

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Bueno, por fin me sentí lo suficientemente animada como para seguir escribiendo, espero poder seguir el hilo y no perderme entre tantas cosas.
Nos vemos luego :p
(Nomás le moví dos que tres cosas, pero de verdad espero poder terminarla algún día XD)

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2022 ⏰

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