00. ── Dajhaen

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El cielo cuenta historias a aquellos dispuestos a escucharlo con atención

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El cielo cuenta historias a aquellos dispuestos a escucharlo con atención. Sin embargo, si oyeras su más triste relato, resbalarían las lágrimas de tus ojos y perderías toda fe en el mismo mundo. Y el cielo no quedaría exento de sentir, pues junto a sus palabras arrastradas por el viento, llevaría consigo la lluvia, y quizás esta fuera eterna al no poder olvidar lo que, con desdicha, tuvo que presenciar bajo sus pies. 

Lamento decir que ya no hay juicio que sostente tanta locura. El aire se ha enrarecido, tosco y negro, y las raíces de los árboles están muertas, incapaces de soportar tanto dolor. Pues en estos tiempos absurdos, al valiente se le estrujará el coraje debido al miedo cuando sus ojos vírgenes se posen sobre la noche. La noche más oscura, ella iniciará en el verdadero Norte. Mas no se detendrá ahí para nuestra desgracia, avanzará junto a los pasos de aquellos que huyen de ella, portando a sus hombros las vidas y hogares de melancolía. 

Y correrá la sangre, descenderá de las hojas y cualquiera que porte un arma, añorará haber portado una antorcha. Desearán ser cobardes al Sur, donde las llamas son más cálidas, donde el crepitar del fuego no implica dolor.

Seremos todos desprotegidos, huérfanos de la misma tierra que amparados en el bosque, nos acurrucará el aire helado para quebrar las almas que queden intactas. 

La esperanza es lo primero que ha de perderse para ganar una guerra.

Y rogaremos, a Dioses antiguos y nuevos por igual, porque olvidaremos como es la religión cuando la escarcha mancille las flores del verano. Si no enfrentamos al mal, querremos ahogarlo en un barato licor, el ruin alcohol que burbujea en nuestro esófago, lo buscaremos para hacer desaparecer nuestros miedos. 

Y mientras tememos por nuestras vidas y las vidas de nuestros hermanos, alguien deseará alzarse, evadiendo la mirada de la rebelión. Es infame y vil quien agita las ascuas, quien cimienta su poder bajo las cenizas de otros, de los fallecidos que albergaron la fe. Pues es así como todos los imperios se rigen, ante la adversidad. 

Las historias relatan el fuego que las crea, aunque no la chispa que se inicia, inexperta, titilando, en un candil que solo cobra sentido en la oscuridad.

Y escucho las súplicas de aquellos que ignoran que ya es demasiado tarde. La noche ya está aquí con sus brazos helados, alrededor del cuello de la vida. Mas, aún es posible cortar sus manos, desprendernos de la muerte jamás ha sido sencillo, y jamás ha sido tan fácil.
No obstante, quizás el camino fácil no sea el adecuado, quizás por una vez... tomar riesgos sea lo más sensato.

Pues la sombra se ha cernido llevando a la muerte consigo, y arrastra a la Larga Noche que codicia nuestro amparo.

Pues la sombra se ha cernido llevando a la muerte consigo, y arrastra a la Larga Noche que codicia nuestro amparo

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La nieve se profana de escarlata a la luz de la noche. Los copos estallan bajo los pies de una niña que oye el chapoteo de la sangre a su alrededor. Muertos alzándose de nuevo en sus puestos, sacudiendo sus cuerpos de hielo y huesos. Y quienes al amanecer albergaron vida, se unen al fin al ejército blanco. 

El rojo de las llamas que se alzan bravas, lamiendo las cabañas del pueblo salvaje. Todo arde frente a los pálidos ojos de la pequeña. Un azul reflejado en sus orbes, los mismos que la observan del otro lado del fuego y el carmesí. Sin embargo, unos brazos la alzan como una pluma antes de alcanzar a contemplar una encarnizada escena. Una cabeza separándose de su dueño, en un tajo tan certero y sutil que rasga el aire en un silbido. Rueda por el suelo, pegándose la nieve en la sangre coagulada. Y desde las alturas, ella ve el mundo salpicado de cadáveres, y como en el horizonte, ellos llegan a caballo para aumentar las filas. 

Y es el grito ensordecedor que emiten, como el desliz de unas largas uñas sobre una piedra pulida y suave, lo que le quiebra la fe. Ellos la miran, la observan alejarse con su cuerpo bombeando algo que no es muerte, sino vida. Se exaltan, y vuelven a alzarse rugidos al cielo.

Los cascos de un caballo rompen contra la nieve, los distancia cada vez más de las llamas. Pueden respirar tranquilos con los enemigos a la espalda, antes de un nuevo grito, más latente en el aire que cualquiera antes emitido. Clama una promesa, la de segar sus vidas.

Los Caminantes Blancos cortaron las ramas de un extenso árbol, causando que tan solo una hoja se meciera sin caer a sus pies. Aún había un Dajhaen, un único corazón latiente que se resistió. 


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OUR WOLF BLOOD ⎯⎯ ᴊᴏɴ ꜱɴᴏᴡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora