𝗴𝗮𝗺𝗲 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗿𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻
El cielo cuenta historias a aquellos dispuestos a escucharlo con atención. Sin embargo, si oyeras su más triste relato, resbalarían las lágrimas de tus ojos y perderías toda fe en el mismo mundo. Y e...
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— Lo he escalado 57 veces. —Tormund se arrodilló ante Eryn. Se aseguró, por tercera vez, de que el equipamiento de escalada estaba bien ajustado a sus botas— Mientras no cometas una estupidez, todo irá bien.
— Deja de tratarme como a una cría. —se sujetó de él para ponerse en pie— No lo soy. —cuando comenzó a asomar una pequeña sonrisa entre su espesa barba pelirroja, Eryn le propinó un "suave" empujón.
La burla en la expresión de él desapareció al encontrarse tropezando hacia atrás. Su fuerza no era corriente.
— ¿Habéis terminado de pelear... —intervino Varamyr— ...o lo que sea que estéis haciendo?
— ¿Lo que oigo son celos, cambiapieles? —Tormund soltó una fuerte carcajada y, a pesar de la seria expresión de Varamyr, le dio una palmada amistosa en el hombro antes de alejarse hacia el Muro.
Eryn lo siguió, viendo de soslayo como la gente se dividía en pequeños grupos para comenzar la larga escalada. Varamyr iba detrás de ella, en silencio. No fue hasta que Tormund comenzó preparar las cuerdas que ella buscó la presencia de Jon. No lo encontró, mas escuchó su voz a lo lejos, todavía entre los árboles.
— ¿Me estás amenazando?
Eryn hizo una mueca ante las palabras de Jon, pero rápidamente se esclarecieron sus miedos. Sonrió ladinamente al oír la respuesta de Ygritte.
— Sí, ¿y? —Tormund rodeó la cuerda alrededor de su cintura, y se detuvo brevemente al ver a Eryn tan centrada en algo que él no podía ni ver ni oír— Si la dejas caer te arrancaré las pelotas, cuervo.
Ygritte salió del bosque, con una expresión tan tensa que atemorizaba. Jon lo hizo un instante después, cabizbajo y con el ceño fruncido.
Tormund chasqueó los dedos frente a su rostro para llamar su atención. Cuando los orbes de Eryn se posaron en él, sintió un escalofrío subirle por la nuca.
— Irás detrás de mí. —consiguió decir tras salir de su aturdimiento, pues no entendía si era miedo, respeto, o un sentimiento completamente distinto el que le provocaba Eryn. Lo que había comenzado a comprender es que no era simplemente lujuria— Que el amante de los animalitos vaya el último. —bromeó para destensarse, guiñando juguetonamente hacia Varamyr. Él, de nuevo, no respondió ante su burla.
