El campamento del Rey más allá del Norte era tan basto y grande como las personas que se albergaban en él. Cada tribu era tan dispar como la que se hallaba a su lado, y cada persona era tan salvaje como las bestias mismas que cazaban al caer el Sol.
— Oráculo. — musitó la joven de piel lechosa, tan pura y blanca como la nieve que se pegó a sus ropas cuando hincó la rodilla. El susodicho emitió un sonido gutural, invitándola a continuar sus palabras. Y esta, sin alzarse, elevó ligeramente sus orbes cristalinos para observarlo— Un nuevo grupo de exploradores partirá al Sur cuando caiga la noche... —se detuvo brevemente para inflar su pecho, mas cuando separó sus finos labios, sus palabras fueron obligadas a atascarse en su boca.
— No. —fue lo único que emitió como respuesta.
— Pero yo-
— No. —repitió más grave, raspando su propia garganta.
La joven gruñó bajando la cabeza, apretando sus dientes para no maldecir sobre todo aquello que discurría por su colérica mente.
— De acuerdo. —aceptó a desgana, sintiendo una ráfaga fría de aire revolverle los mechones que caían a cada lado de sus mejillas.
El hombre se había ido.
Cuando al fin se puso en pie, halló una mirada sobre ella. Unos orbes de intenso azul estaban puestos en su figura, sobre una sonrisa ladeada y socarrona que le crispó los nervios. Lo ignoró, caminando en dirección opuesta para encontrarse con, quizás, la única presencia grata que había en el campamento.
— Te ha dicho que no. —soltó convencida la mujer pelirroja, mientras afilaba con su cuchilla la punta de una flecha.
Su contraparte se limitó a refunfuñar, y a dejarse caer frente a la hoguera que estaba dando calor a su aliada. Esta crepitaba en un sonido acogedor, asando en el proceso un pedazo de carne de extraña procedencia.
— Parece una mano humana. —ocultó una sonrisa señalando con su índice el trozo tostado por las llamas.
La pelirroja separó la vista de su arma.
ESTÁS LEYENDO
OUR WOLF BLOOD ⎯⎯ ᴊᴏɴ ꜱɴᴏᴡ
Fanfiction𝗴𝗮𝗺𝗲 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗿𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 El cielo cuenta historias a aquellos dispuestos a escucharlo con atención. Sin embargo, si oyeras su más triste relato, resbalarían las lágrimas de tus ojos y perderías toda fe en el mismo mundo. Y e...