02. ── Blind rage

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El concepto de entrenamiento, en la mente de cualquier salvaje criado bajo el frío y eterno invierno, consistiría en una lucha de hierro y acero, que finalizaría únicamente con la sangre derramada de alguno de los presentes

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El concepto de entrenamiento, en la mente de cualquier salvaje criado bajo el frío y eterno invierno, consistiría en una lucha de hierro y acero, que finalizaría únicamente con la sangre derramada de alguno de los presentes. Sin embargo, para el Oráculo tenía un significado muy distinto, pues él no debía forjar a una guerrera de Eryn. Él tenía la responsabilidad de templarla cual hoja de una espada, no a base de golpes, sino con fuego, con las llamas de su propia ira.

Eryn ingirió el revoltijo de hierbas que flotaban en calma sobre el cuenco entre sus manos. El líquido era espeso, ácido mientras acariciaba su lengua y discurría por su garganta hasta terminar en la base de su estómago. Pronto llegó el ardor, y el ya familiar picor espantoso en su abdomen. Todo aquello la sumió en un dolor insoportable, no quedándole más remedio que sujetar su propio cuerpo con ambas manos, justo allí donde el infierno había decidido poner sus cimientos.

— Concéntrate. —ordenó colocando su áspera mano sobre los ojos de ella que, cerrados con fuerza ante el dolor, suplicaban por cesar lo que aún no había comenzado. El tacto del Oráculo fue sutil, mas sus palabras calaron hondo en su única aprendiz. Eryn era igual a un bravo mar, aterrorizado ante una tormenta de verano, que aún no había osado estallar con violencia. El deber del hombre era sosegar sus aguas, antes de que estas la ahogaran por la eternidad, a ella misma, y a cualquier desdichado que se atreviera navegar en sus proximidades— ¿Dónde estuvimos la última vez? —preguntó sin hallar respuesta— Haz memoria, arshim.

— A-ah... —Eryn vaciló ante el tormento de las hierbas y el pesar que le provocaba recordar— Hace cinco inviernos. —gimoteó finalmente, tratando de hallar la compostura que su maestro tanto buscaba en ella con desesperación.

Este asintió conforme, retirando por unos instantes su mano, para agregar un extraño y celeste polvo al fuego que los guarecía. Su acto no demoró en tener consecuencias, un humo denso los envolvió, siendo este, uno misteriosamente frío. 

— ¿Y dónde estás ahora? Muéstrame. —cerró también los ojos, llevando las puntas de sus dedos hasta la frente de Eryn. Presionó allí con sus pulgares, dejando impregnadas las huellas pigmentadas de la ceniza azul.

OUR WOLF BLOOD ⎯⎯ ᴊᴏɴ ꜱɴᴏᴡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora