1. "Gran Error"

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Otro día mas en esa gran y triste mansión. Siete en punto, el desayuno ya estaba servido, los siete chicos ya estaban arreglados.

El tintineo de una campana se escucho por toda la gran casa dando aviso a que el desayuno estaba servido. Los niños bajaron apresuradamente pero aún así ordenados, cada uno se coloco en el lugar que le correspondía todavía sin sentarse, no podían hacerlo hasta que llegara Reginald. El viejo de barba blanca y ceño fruncido entró al espacio, mirando atentamente a cada uno de sus hijos adoptivos.

-Sentados- ordenó, dejando salir su voz cansada y rasposa, aucente de carisma.

Todos le hicieron caso sumisos, empezando a deborar el rico desayuno que había preparado su mamá robot.

Todos absortos en su mundo, Allison y Luther dandose miradas cargadas de afecto, el cariño de esos dos podría llegar a palparse. El morocho se encontraba tallado las iniciales de su nombre en la mesa de madera costosa. El chico de rulos y oyuelos se encontraba armando un porro que tal vez fumaria más tarde. El de rasgos asiáticos se encontraba tranquilo como siempre, con la vista pegada a un libro. Y Vanya, la pequeña Vanya se encontraba viendo curiosamente las muecas raras que hacía su hermano Número Cinco.

Y al parecer Cinco no tenía hambre ese día, porque ese era su día, el día en el que Cinco Hargrevees le pediría permiso a su padre para viajar en el tiempo, pasaría a la historia, 16 de Noviembre de 2002, sería el orgullo de su padre.

El azabache miraba atentamente a Reginald, el último mencionado igual lo miraba con intensidad intentando descifrar lo que quería decir Cinco con sus miradas. No fue hasta que Cinco enterró con fuerza un cuchillo en la pulcra madera que Reginald habló.

-¿Sucede algo Número Cinco?

-Tengo una pregunta.

-El conocimiento es una meta admirable, pero sabes que esta prohibido hablar en la mesa, estás interrumpiendo a...- Cinco no lo dejo terminar.

-Quiero viajar en el tiempo- soltó sin mas.

-No.

-Pero estoy listo, practique los saltos espaciales como me dijiste- el de ojos verdes hizo esfuerzo, de un momento a otro ya se encontraba a lado de su padre.

-Un salto espacial no es nada comparado con las incógnitas que hay en un viaje en el tiempo. Uno es como deslizarse por el hielo, y el otro es como sumergirse a ciegas a las profundidades del agua helada y aparecer como una botella.

-No lo entiendo.

-Es por eso que no estas listo.

Cinco pareció pensar por un momento, el quería desafiar a su padre así que pronto se encontró corriendo hacia la salida, los gritos de su padre se hicieron más lejanos.

La brisa otoñal golpeó su pálido rostro, dio unos pasos con superioridad por la acera, alejándose de su casa, con la adrenalina recorriendo todo su cuerpo por lo que estaba apuntó de hacer. Miró a su alrededor una última vez y se impulso dando el primer salto en el tiempo.

No sabía en qué época estaba, pero ahora hacia calor, tal vez era verano. El azabache sonrió triunfante sin dejar de caminar.

-¿Qué no estoy listo?- se mofo y dio otro salto.

Ahora el clima era frío, decidió intentarlo una vez más antes de volver, quería ir más lejos, se impulso, antes de dar el último salto sintió una mano posarse en su hombro pero aún así salto.

Lo que vio lo dejó desconcertado, ahora todo estaba destruido, lo que antes eran edificaciones modernas ahora se había reducido a desperdicio y llamas ardientes. Había viajado muy al futuro.

On my shoulder || Cinco Hargreeves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora