Último día de verte

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Aun seguía pensando en que tipo de respuesta darle a Choi Han, todo este tiempo lo ha estado aplazando y eso lo molestaba en gran manera.

Y aun más, no ha tenido una excusa creíble para poder encontrarlo en la parada. La madre de Raon le había comentado días atrás que ella pasaría por su hijo durante una semana, al menos.

No estaba seguro de lo que podía llegar a pensar el pelinegro de sus ausencias y es que, sin negarlo ya, si le preocupa que el chico pueda llegar a sacar conclusiones incorrectas. 

Algunos miembros de su familia habían venido a visitarlo, él sabía perfectamente a que venían, sin embargo, parecían tener alguna clase de acuerdo tácito, ya que ninguno mencionaba el tema. Por alguna razón esto lo tenía frustrado.

Su oportunidad de salir -aun si no es lo que él quería- fue recibida en forma de dos niños gorditos y tiernos. Raon y su hermano Half.

Ambos querían salir al parque cerca de donde residían, un parque bastante grande y lleno de muchos juegos, era bastante concurrido e incluso entre semana podía ver a varios grupos de personas disfrutar de su tiempo ahí.

Sin ninguna preparación sobre su persona, salió con la misma ropa con la que durmió, no tenía vergüenza alguna ya que al igual que él, diferentes personas también entraban al parque con pijamas.

Esto igual podría funcionar un poco para distraer su mente y, si es posible, llegar a una resolución.

Tomando asiento en una de las bancas más cercanas, vio a los dos niños correr como él nunca podrá hacer, el objetivo de ambos era el tobogán. A veces envidiaba un poco la energía de ambos, pero eso inmediatamente era borrado de su mente al recordar la suavidad y comodidad ofrecida por su cama.

Estaba muy atento de ambos pequeños y solo cuando se acercaron para exigir que jugara con ellos es que pudo tranquilizarse al menos un poco. Sacando fuerzas de su flojo cuerpo, se levanto lentamente solo para al instante siguiente ser jalado de su camisa por dos pares de manitas regordetas hacia distintas direcciones.

Queriendo suspirar hasta que su alma salga por su boca, algo le provoco querer más intensamente voltear su cabeza hacía una mirada fija en él y los niños. Por alguna razón que considero extraña, no sentía ninguna intención maligna hacía él o los niños.

Justo al tiempo en que volteo, su respiración se detuvo.

Ahí estaba Choi Han. Mirándolo como si fuera lo único que importara en este espacio y en esos momentos, no, incluso pensando eso sintió que estaba equivocado. Su mirada parecía ser mucho más que eso y eso era demasiado para él. 

Sin embargo, al ver la mirada tontamente perdida del pelinegro solo quería reír, no era para tanto ¿o sí?

Tomando las pequeñas manos inquietas de los dos hermanos, comenzó a caminar hacía Choi Han. Fue casi instintivo.

Se detuvo y tranquilizo una vez vio que Choi Han también estaba avanzando, quería mantener una distancia... Adecuada, pero el contrario al parecer no deseaba lo mismo. Muy en el fondo, Cale también deseaba estar más cerca.

Solo ahora, en estos mismos instantes, una vergüenza lo inundo al darse cuenta de su ropa, no podía cambiar nada ahora que estaba aquí, solo podía tragarse la vergüenza.

—Hola...

—Hola pequeño Han.

No sabía cuanto había extrañado esa voz... En realidad, no sabia cuanto había extrañado a Choi Han, y solo hoy, al tenerlo enfrente de sí, fue cuando cayo en cuenta.

—Me alegra verte, Cale.

—A mi también me alegra verte.

Ya es tiempo de ser sincero.

Parada de autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora