Séptimo día de verte

243 64 28
                                    

Ah, así es como se sentía ser molestado.

Ahora entiende porque Alberu repite siempre, como si fuera su mantra "Me estás volviendo loco".

Pero era algo sin importancia entre hermanos.

Sin embargo, la palabra hermano no incluia a Bud en el concepto. Es como si se hubiera colado a esta hermosa palabra y la hubiera mancillado, destrozado todo su concepto y origen.

Ahora mismo se encontraba viendo hacia el techo, con el ventilador apagado y el transpirando cada vez más.

Bud parecía como una lechuga azul fresca. Como si no sintiera para nada el calor que estaba acumulándose en su pequeña habitación.

Maldito bastardo afortunado.

Pensó.

Tal vez de tanto tomar cerveza fría hizo que su cuerpo mutara, adaptándose a las frías bebidas y al mismo tiempo, causando que su temperatura corporal se regulará de una manera que él no podría entender pero que lo mantendría a salvo de los cambios climáticos.

Iba a seguir con su monólogo interno de no ser por una pequeña interrupción dada por su teléfono.

Le pidió "amablemente" a Bud que le diera su teléfono.

Al tenerlo entre sus manos vio un mensaje corto de su vecina, pidiéndole que llevara a Raon a su colegio.

Soltó un breve suspiro, estaba por chantajear a Bud pero al parecer este último tenía ya instalado un detector de estafa causado a tantos años siendo estafado.

-Tsk.

---------

— ¡Humano vamos rápido! ¡No te vayas a dormir otra vez!

La suave y lechosa voz de su pequeño vecino no quitaba el sueño que estaba sobre sus hombres, sin embargo era agradable de escuchar así que no había problema.

— No vayas tan rápido...

Pero eso no significaba que estaba feliz en estos momentos. Su cuerpo estaba siendo arrastrado con facilidad por el infante.

Cualquiera pensaría que esto no era algo que un niño podría realizar.

¿Cómo podría un tierno niño de mejillas llenitas poder arrastrar a un hombre adulto?

Es posible...

Es posible si se trata de Cale cu- tos humano débil.

(No decimos palabras no aptas frente a niños)

— Humano ¿Hoy vamos a ver al príncipe?

Raon era como un pequeño pajarito al que le encanta cantar, chirriando por aquí, por ahí, por cualquier lugar.

Las únicas veces en las que guardaba silencio eran cuando comía algo delicioso o cuando dormía.

Soltó un suspiro interior al recordar quién era el dichoso "príncipe" y volvió a suspirar al recordar la mirada divertida en el rostro de Alberu.

Esta bastante seguro de que la razón por la que Raon llama a Alberu como "príncipe" es por su apariencia de niño rico, cabello rubio y sus deliciosos, y malditos dulces, su té, galletas.

Ese bastardo es lo suficientemente rico como para comprar cosas ricas y deliciosas de alta calidad y precio.

— ¿Puedes pedirle que compre más galletas?

Pudo escuchar un poco de vergüenza, tal vez aún no le tenía mucha confianza a Alberu y tiene mucha razón en hacerlo, ese bartardo puede traicionar de forma bastante baja.

Recuerda una vez en sus días de ocio y descanso, Alberu había llegado a su pequeño departamento sin aviso alguno con un montón de deberes y lo había obligado a ayudarlo con esos deberes.

— Oh, humano ¿Vamos a tomar ese?

Giro su cabeza con pereza, mirando el autobús señalado que estaba aproximándose.

Había muchas personas en la parada, aunque bueno, si hubieran solo 2 o 3 personas él pensaría que ya era una aglomeración.

Espero su turno para subir.

Soltó un pequeño ruido de sorpresa.

El chico amable de cabello negro estaba frente a él, pero parecía que no iba a moverse y ya era su turno para subir.

— ¿Vas a subir?

— ¿Ah?

Oh, su cara está un poco roja.

Es lindo.

— Uh... ¿Si?

¿Por qué dice "si" en forma de pregunta?

No pudo evitar mirarlo de forma extraña, sin embargo no duró mucho ya que volvió a mirar el autobús, el conductor parecía amigable y sin prisas por irse, pudo dar un suspiro de alivio al ver qué no los iban a dejar ahí.

Al parecer el chico frente a él reaccionó al fin. Sus mejillas se habían vuelto aún más rojas después de que tosiera.

¿Estaba enfermo?

— Puedes... Uh, pueden subir primero.

Sus movimientos al hacerse a un lado fueron torpes. Fue... De alguna forma, un poco tierno... Extrañamente tierno.

— Gracias...

— ¿Ah? Oh, si... Si, no es nada...

Subió primero con su pequeño vecino quien sospechosamente se había quedado en silencio.

Los asientos estaban llenos y solo quedaban dos libres, agradeció internamente al chico por dejarlos subir primero.

El chico por otro lado parecía que iba a destrozar los pobres tubos que servían como apoyo a las personas que estaban de pie, caminaba un poco rígido y se veía extraño.

Fue lindo volver a toparse con el otra vez.

Ocho veces que había perdido el autobús.

Dos veces que no lo pierde.

-----------

Debí actualizar hace tiempo... JAJAJA

Parada de autobúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora