Capítulo 3

497 34 0
                                    

Estar en Barcelona, la misma ciudad en la que estaba Alba, era un auténtico calvario.

Quería verla en todo momento, buscarla... quería que volviera a ser mía, pero no era fácil. Siempre que iba a por Oli, o no estaba en casa o se encerraba en su cuarto con cualquier pretexto para no verme.

El primer fin de semana que fui a por Oli, me encontré a Joan desayunando con ellas. Al parecer se habían reconciliado, pero veía a Joan como un perro rabioso cada vez que yo estaba cerca.

-Deja en paz a mi mujer.

-¿Tu mujer? Pero si está casada conmigo.

-Eso acabará muy pronto. Voy a representar a Alba, soy abogado.

-Genial... - dije soberbia al mismo tiempo que por dentro me estaba muriendo de miedo al pensar que ese chico pudiese acelerar un proceso que o a toda costa buscaba retrasar.

-Cariño... ¿Natalia, qué haces aquí? - me preguntó Alba al verme.

-Estoy esperando a mi hija y se me ha acercado este imbécil.

-No es ningún imbécil, a Joan lo dejas en paz.

-Joan, Joan, Joan... en este matrimonio somos tú y yo... Joan sobra.

-Mi mami tiene razón... Joan sobra... - bendito Dios que en ese instante llegó Oli.

-Esto no me lo esperaba...- el perro rabioso de Alba se fue indignado por las palabras de mi valiente niña.

-Olivia...

-No entiendo porqué estás engañando a mami si es con ella con quien estás casada. Hasta ahora no entiendo por qué si mis mamás siguen casadas tienen que dormir y hasta vivir en lugares separados... Si no sales de ese hotel y vienes a casa, no esperen que vuelva a hablarles a las dos... Me voy a casa de Laura...

-Ella tiene que saber la verdad, sí o sí me dijo Alba.

Oli era una niña muy lista y se daba cuenta de las situaciones por más que le hube explicado que me quedaba en el hotel por cuestiones de trabajo, no se lo tragaba. Así que me hizo prometerle que al menos durmiera con ellas los fines de semana y yo acepté. A pesar de la resistencia de Alba.

Sabía que no iba a ser fácil. Ni para ella ni para mí. No había una habitación de invitados, porque la casa de Alba solo tenía dos habitaciones. La suya y la de Oli. Aun así, Oli no le habría encontrado sentido a que durmiéramos en habitaciones distintas. Así que no quedó otra que compartir la cama.

El volver a compartir la misma cama diez años después fue algo incómodo para Alba, para mí también, pero me gustaba.

-Eso es innecesario - le dije cuando vi el cumulo de almohadas sobre la cama, tal cual muralla china -. No te voy a tocar a menos que tú lo quieras.

-De tí lo único que quiero es mi libertad...- se subió a su lado de la cama durmiendo de lado para enfocar su mirada hacia la pared.

No concebía el sueño todavía, y al parecer mi compañera de cama tampoco estaba dormida. Así que cogí mi móvil y le envié un vídeo por WhatsApp, a los pocos segundos vibró su móvil y ella lo tomó de la mesita de noche.

Abrió el chat que al parecer era un número desconocido para ella porque ya no tenía mi número, ni yo el suyo. Pero Oli me lo dió porque le mentí que se me habían borrado algunos contactos.

Alba le dió al play y a los dos segundos lo volvió a parar y yo me eché a reír. En el vídeo lo primero que se escuchaba eran sus gemidos. Era un vídeo sexual nuestro, nos encantaba grabarnos cuando follábamos.

Never Doubt My LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora