Capítulo Final

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¡Dieciocho años! ¡Por fin iba a cumplir mis dieciocho años! Y mi mamá Natalia me había prometido la mejor fiesta de cumpleaños que jamás había tenido nunca.

Realmente estaba contenta ya que estarían mis amigos de Madrid, mis amigos de Barcelona y los demás amigos que hice aquí en Pamplona. Mi madre había conseguido reunirlos a todos conmigo en Pamplona y no podía estar más agradecida. Aunque me hubiera encantado tener conmigo en un día tan especial como este a mis dos mamás. Nunca conocí a mi madre biológica, ya que ella, junto a mi padre, murieron en un accidente cuando yo tan sólo tenía un año.

Estoy tan agradecida de que me haya tocado crecer con dos personas tan maravillosas con Alba y Natalia que no pudiera haber deseado tener a otras parientas.

Reconozco que cuando fui consciente de lo que suponía que tuviera dos madres, al principio me costó un poco asimilarlo, no entendía el hecho de que en la escuela todos mis compañeros tuvieran un padre y una madre y yo tuviera dos madres y ningún padre, hasta que poco a poco fui madurando y me di cuenta de la situación. Eso sí, creí que mi madre biológica era Alba y que Natalia tan sólo era la pareja de mi madre, pero cuando me enteré de que no era así, las amé muchísimo más a las dos. A nadie le resulta fácil adoptar el rol de madre con tan sólo dieciocho años, y menos cuando el hijo ni siquiera es tuyo biológicamente.

Fui tan feliz con mis dos madres que no sentí la ausencia de un padre nunca, hasta que empezaron los problemas. Yo tenía casi seis años cuando mis madres dejaron de vivir juntas, o más bien cuando se separaron. No sé qué realmente pasó, tan solo recuerdo que fui a pasar el fin de semana con mi abuela, la Rafi, en Elche y cuando llegó el domingo que tenía que llevarme de vuelta a Madrid apareció mi madre Alba con los ojos hinchados y rojos...

-Espera, mi vida, no tarda en llegar tu mamá - me dijo la Rafi mientras le insistía en ir a la estación de tren. Yo, a pesar de lo tranquila que era de niña, según dicen, era muy pesada e insistente con las cosas y más cuando se trataba de ver a mis madres.

-Hola, mi vida - escuché la voz de mamá y yo corrí a abrazarla.

-¡Mamá! - tal cual niña inocente corrí a abrazarla y ella obviamente me correspondió. Fue un abrazo nostálgico, un seguro de vida, agua en el oasis y un montón de cosas más.

-¿Has venido con mami? - le pregunté y ella agachó la cabeza y sollozó, no entendía nada, pero no le di importancia. A pesar de sus ojos rojos e hinchados por tanto llorar, la mujer fuerte y valiente que había en ella no desapareció. Tampoco desapareció su cariño ni sus ganas de comerme a besos...-...¡ya basta, mami!...¡ya basta! - decía entre risas mientras que mi madre no paraba de hacerme cosquillas -...vamos a Madrid, echo de menos a mamiiii - mi mamá me abrazó aún más fuerte.

-Claro que nos vamos a Madrid, princesa - dijo con una sonrisa triste.

Llegamos a Madrid un par de horas más tarde y mi mamá me llevó a un apartamento.

-Viviremos tú y yo aquí a partir de ahora, mi amor - no entendí nada, pero tampoco hice preguntas.

Un par de semanas después, la Mari, amiga de mis mamás, vino a por mí y me llevó con mi mamá Natalia a nuestra casa. Estaba muy feliz por el hecho de volver a casa.

Y así, durante seis meses o menos, no sé, estuvieron alternándome hasta que nos fuimos a vivir a Barcelona. Pasaban los años y solo iba a Madrid de vacaciones, pero asistía en Barcelona.

En cuanto me fui haciendo mayor fui haciendo preguntas: ¿por qué vivíamos en Barcelona?... ¿por qué vivíamos separadas de mi mamá Natalia?... La respuesta siempre fue...

Never Doubt My LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora