Nayeon estaba nerviosa. Tenía que hablar seriamente con Jihyo para que dejara de ser boca floja.
Se terminó de abotonar la camisa intentando que sus dedos no temblaran, mientras que intentaba ralentizar un poco su respiración, concentrándose en la suave contracción de su caja torácica en vez de en ese millón de mariposas que parecían volar hacia todas direcciones en su cavidad gástrica.
Todavía no había entendido por qué se tenía que poner tan nerviosa. Todo era culpa de Jihyo.
Ese día habían estado conversando tranquilamente al momento del almuerzo. Un viernes cualquiera que, a nivel de consultas médicas, estaba bastante desahogado. Se había sentado en una mesa donde ya Momo y Jihyo la esperaban, ambas con sus respectivas bandejas.
Al poco rato la figura de una conocida pediatra les hizo compañía.
Se había hecho costumbre para ellas desde hace un tiempo el almorzar juntas. Por lo general no lo hacían solas, pero para Nayeon era suficiente el poder sentarse en ese momento junto a Mina, escuchando su voz, sintiendo su cercanía aunque su atención no fuese completamente para ella.
Eso era lo que menos importaba. Podrían almorzar junto a miles de personas y aun así, mientras Mina estuviese, para Nayeon no había nadie más.
No podía negarlo. Se había enamorado de una manera absurda de alguien que, por más razones de las que podía contar, no podía corresponderle de ninguna manera. Sabía que iba a doler, sabía que lo más probable era que mientras ella estaba tirada en su cama después de una guardia, con el insomnio acechando su cabeza, Mina se encontraba mirando a Jackson con la misma intensidad con la que ella quería que Mina la viera.
Sabía que cada vez que Jackson llegaba hasta su mesa y se retiraba con una sonriente Mina el abismo que había entre ellas dos se hacía más grande.
A pesar de saber todo eso, ella permanecía allí. Observándola de lejos, llenándose de ella, grabándose cada minúsculo detalle de esa mujer, para poder recordarla todo el tiempo que ella no estuviese cerca.
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Vaya que quería que siempre estuviese cerca.Por eso se conformaba con estar allí, sentada a unos escasos centímetros de ella mientras la escuchaba reír, sin atreverse a más. En ese momento ya sus amigas sabían que había perdido completamente la cabeza por Mina, y de igual manera que sus esfuerzos por hacerla retroceder serían en vano, por lo que solo se limitaban a quedarse como espectadoras, rogando porque toda esa situación terminara de la manera menos dolorosa posible.
Salvo sus encuentros al momento de almorzar, algunos encuentros comunes en los pasillos y sus quedadas a correr, Nayeon no había podido compartir de alguna otra manera con Mina. Por supuesto eso era antes de que Jihyo hubiese abierto su gran boca con la excusa de que Sana extrañaba a su nueva amiga, invitándola a reunirse con ellas en el bar que se encontraba cerca del hospital, un par de horas después de terminar la jornada laboral.
Por una milésima de segundo Nayeon estuvo segura de que Mina declinaría su oferta. Era un típico viernes por la noche en el que la gente aprovechaba para ir a compartir con sus parejas una velada romántica, por lo que con amargura pensó que posiblemente ya la cobriza había hecho planes con Jackson.
Pero ella dijo que sí.
Dijo que sí y desde ese momento Nayeon se había convertido en un manojo de nervios ambulante.
Tenía que empezar a comportarse.
Se dio un último vistazo en el espejo antes de salir de casa. Su look era bastante sencillo, considerando que el bar en ese momento tenía que estar plagado en ese momento de trabajadores que recién culminaban su jornada laboral y querían un par de copas para despejar un poco su mente. Se pasó una mano por su cabellera castaña, peinándola un poco sin éxito, para tomar su bolso y las llaves del auto, saliendo de su apartamento.
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Dra. Im Nayeon ‣ minayeon
FanficLos largos pasillos del hospital y las incontables guardias nocturnas eran el día a día de Nayeon. Con apenas tiempo para descansar, podría decirse que había descuidado su vida personal para dedicar ese tiempo extra a ayudar a los demás, pero todo c...