Kyrell ha retrocedido el tiempo drásticamente como castigo para ambos, haciéndolos regresar a Hilgrand y a Timoría nuevamente. Ahora con una nueva oportunidad, Bae BonHwa y Park Jimin desean modificar la historia para hacer justicia, llevar la paz a...
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—Deberíamos celebrar – Kyrell sirvió un poco de vino en dos copas – el fastidioso de Park está fuera de la jugada.
—¿Y mi sobrina? – el hombre rió – es más terca que nada y no dudo que quiera venir a buscarte.
—Estará demasiado ocupada buscando la manera de salvar a Park – le entregó la copa a JiHwan – salud.
Chocaron sus copas bebiendo posteriormente un poco, se miraron fijamente y creyeron tener una conexión meramente física, ambos se miraban con deseo, sin embargo, Kyrell descartó sus pensamientos sexuales para después caminar alrededor del alfa.
—¿Qué piensas hacer ahora?
—Visitar a SoRa para la segunda parte de nuestro plan – chasqueó su boca – aunque no estoy muy segura de ello.
—¿Qué es lo que planean?
—Necesito quitar del medio a BonHwa para que tenga paso libre con Jungkook y como para Timoría ella es una fugitiva – movió sus dedos simulando unas comillas – vamos a encarcelarla.
—¿Sigues empeñada en enamorar a ese tonto alfa? – JiHwan sonrió burlón – jamás creí que en ti habitara el amor, aunque debo decir que parece más...obsesión.
—Tu instinto lobuno te pide aparearte con la primera mujer que veas – se acercó a él hasta rodear su cuello con sus brazos – ¿Cierto?
—Eso se resuelve con cualquier dama de compañía que esté dispuesta a recibir unas cuantas monedas de oro por sus servicios – quitó con brusquedad las extremidades de la mujer – pero tú eres patética al aferrarte a un estúpido alfa que jamás se va a enamorar de tí.
—Cuida tus palabras, Choi – Kyrell entrecerró sus ojos – todo lo que tienes es gracias a mí.
Las puertas del salón principal se abrieron abruptamente, captando la atención de ambos.
—Padre – el menor de sus hijos se acercó hasta el trono haciendo una reverencia a Kyrell en señal de respeto – hoy habrá revisión de los campos de entrenamiento, los soldados esperan.
JiHwan se levantó de su asiento, dejando su copa a un lado, miró con burla a Kyrell y no pudo evitar soltar una risa.
—Te topaste con la horma de tus zapatos – se aproximó intimidante a ella – no vas a poder manipularme como tú crees.
—Tengo mucho más poder que tú, humano ingrato...– intentó golpear su rostro pero él tomó con fuerza su muñeca.
—No te confundas, preciosa – apretó más su piel – aquí la autoridad absoluta soy yo, no tú, así que no quieras mandar en mi propio reino.
