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Lisa no vió en todo el día a la castaña, y eso realmente era algo que agradecía. Todavía no sabía muy bien cuál era su respuesta ante la propuesta de Jennie y eso, estaba haciéndola perder la cabeza.

Durante el primer receso se dedicó a explicarles a sus amigas sobre la situación en la que se encontraba, aún sin revelar su posible viaje a Texas cuando termine la escuela. Afortunadamente sus amigas entendieron, ofreciéndose a ayudarla si en algún momento llegaba a complicarse las cosas y la posibilidad de seguir escondiendo al japonés dentro de su casa ya no sea factible.

—¿Entonces no saldrás con ella? —preguntó Jisoo, sintiendo la mano de Roseanne rodear su cintura.

—Todavía no lo sé —admitió, caminando hasta el final del pasillo y mirando como a unos metros de distancia, Jennie sonreía con sus amigas, mostrando su lindos dientes y causando que sus ojos se conviertan en dos medias lunas—. No quiero dejar sólo mucho tiempo a Yuta, mis padres podrían volver temprano algún día y encontrarlo en mi habitación sólo. Ya saben como es mi padre.

Somi se quedó pensativa unos momentos, para luego girar su rostro y mirar a la más alta con una sonrisa.

—Pijamada —habló sin más, mientras las presentes la miraban con curiosidad—, así no te deberás preocupar por si tus padres llegan antes de lo acordado, y también podrás pasar tiempo con Jennie y si quieres estar a solas, pues se encierran en tu habitación y-

—Listo —interrumpió rápidamente la pelinegra, tapando la boca de Somi y asintiendo con la cabeza— ¿están de acuerdo?

Jisoo y Roseanne asintieron con la cabeza, por lo que ahora sólo bastaba con preguntarle a la castaña si esa opción podía ser posible.

Minutos después, una sonriente Jennie se acercó hacia ella, con sus manos detrás de su espalda y dando pequeños saltitos. La tailadesa no pudo evitar sonreír ante la adorable escena.

—Hay algo que debo decirte —habló con nerviosismo una vez que la castaña llegó frente a ella. La sonrisa de la mayor se desvaneció levemente y miró a la pelinegra con preocupación.

—¿Ya no te gusto? —pregunto lentamente, para luego hacer un mohín con los labios.

—No, no es eso —agitó sus manos frente a la castaña y sonrío al notar cómo la contraria parecía más tranquila nuevamente—, la verdad es que yo realmente quiero salir contigo.

Jennie hizo un gesto con las cejas pidiendo que se explique.

—¿No hay alguna probabilidad de que vengas a mi casa el sábado para una pijamada? —habló con rapidez, cerrando los ojos y esperando la respuesta negativa de la contraria. Respuesta que nunca llegó, porque unas manos en sus hombros la hicieron abrir los ojos.

—Claro —contestó con una sonrisa, una sincera y amplia sonrisa que revolvió todo el estómago de Lisa. Sus ojos no le mentían, ella realmente quería salir con ella—, dime la hora y yo llego con algo para comer.

La tailadesa asintió con la cabeza y se quedó mirando a la castaña, quien caminó devuelta con sus amigas mientras éstas alzaban sus pulgares con orgullo.

El resto de días de detención los pasaron la mayor parte durmiendo y de vez en cuando molestándose entre ellas. Gracias a Jennie, la tailadesa había sucumbido ante las fuerzas del mal y dejó de realizar aquellas tediosas guías, de vez en cuando jugando algún puzzle mientras esperaban el termino del castigo.

También logró hacer algo sobre la situación de Yuta, pues el castaño había conseguido un puesto de trabajo en una cafetería en el centro, pues sus ahorros para la universidad estaban acabándose y necesitaba dinero para verse otro piso y poder seguir pagando su universidad.

Y así el día sábado llegó, bastante tranquilo para lo que pensó que sería, pues sus padres salieron desde temprano al trabajo dejando una nota donde avisaban que llegarían el domingo en la tarde pues se quedarían en un hotel cerca de su trabajo para poder asistir a una convención. Así que no tendrían que preocuparse por ellos, al menos.

Sin embargo, el estómago de Jennie había despertado como si estuviera en una montaña rusa esa mañana.

En toda la semana no lo había pensado, ¿pero había dicho pijamada?, esas en las que llevas ropa cómoda y se divierten con juegos de mesa con películas de Disney de fondo. Ella suponía que si.

Pero ¿Y si era una invitación a ver Netflix? Ella sabía las segundas intenciones que tenía eso, ¿realmente Lisa la había invitado a eso? La castaña era un lío de dudas y el hecho de que sus amigas la molesten con eso no estaba ayudando.

La tailadesa le había mandado el mensaje con la dirección y la hora, y desde entonces Jennie no había dejado de pasearse por su habitación con el teléfono en su mano.

¿Estarían solas? Lo dudaba, pero la posibilidad no la dejaba pensar claramente, pensando en todos los posibles eventos que se encontraría en aquella casa.

Pero ya no había tiempo para pensar, la hora había llegado y tendría que ir a casa de la tailadesa en menos de diez minutos. Tomando el paquete de palomitas entre sus manos, salió de su casa dándose ánimos mentales para no colapsar de nervios en medio de la pijamada.

Va a ser una noche larga. Pensó una vez cerró la puerta.

Devil. | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora