Bajo la lluvia todo se ve diferente, los días tristes se vuelven alegres, entre tantos cadáveres se puede ver una extraña paz. Caminando entre un mar de sangre volvía a ese sitio que llamaba hogar, aunque mas bien parecía un lugar donde curar mis heridas y poco mas, ni siquiera dormía allí, directamente hace tiempo que no duermo. Ya por fin estaba frente al pueblo, podía ver a los demás mirándome con recelo, cuchicheando en cada paso que doy. Seguí mi camino hacia mi chabola, caminando lentamente para que mis heridas no se abrieran mucho. Debido a la pelea mi éter se encontraba bajo mínimos y no podía curarme. Al llegar a la casa, me fui directo al baño, tenía que limpiar la herida y vendarla. El corte no había sido profundo por lo que no tuve falta ponerle puntos. Cuando terminé me mire en el espejo, observe mi pelo castaño totalmente despeinado, mi rostro con pequeñas heridas, mis ojos marrones apagados con ojeras y mi barba intentando crecer de nuevo, mañana tendría que afeitarla. Sin mas me fui a la cama para descansar mi cuerpo y recargar mi éter. Como siempre el sueño nunca apareció, así que me quede pensando en mi próximo movimiento. Tenía que infiltrarme en una base para robar unos planos, pero el edificio estaba bien protegido, sobre todo contra los magos. No sería fácil, pero ganar dinero con mi vida nunca lo era.
Pasaron las horas, ya se había recargado mi éter y mi herida estaba curada. Con un mapa de la base en la mano y mi equipo listo, partí hacia mi destino, pero no sin antes hacer un pequeño repaso. Mi ligera armadura negra correctamente puesta, un par de cuchillos en la cintura, otro en cada bota y el mapa en el bolso. Salí de casa hacía las afueras, nada mas pasar la pequeña muralla que separa el pueblo del extenso mar de hierva sin nombre alguno, me estaba esperando la misma chica de siempre. Una mujer con el pelo negro que le llegaba por la cintura, sus ojos marrones y esa túnica que solían llevar los majos. Para mi gusto era un poco llamativa, con ella no podrías juga con el sigilo.
-Eskol, ¿Pensaste mi propuesta?
-Como te lo tengo que decir, Aila. No me interesa entrar en esas ridículas academias mágicas.-La mujer se veía desilusionada, pero seguí mi camino. En contrato no se iba a hacer solo.
Al llega al sitio, me coloque mi capucha y me acerque con cuidado. Por suerte para mi habían dejado una de las ventanas abiertas, use mi levitación para poder entrar. Me moví sin ser detectado. Hasta que llegué al despacho del manda mas. Por mi desgracia, lo había planeado todo y me estaba esperando. Saque una de mis dagas y con mi magia hice que estuviera en llamas. El hombre levanto las manos en señal de rendición.
-Te ofrezco un trato, te pagaré el doble de lo que te pagaron por robar los planos.
-¿Qué trato?- Dije un tanto desconfiado.
-Uno sencillo, pero no puedo contártelo hasta que aceptes.
-Acepto, ese dinero de mas me vendría bien.
-Es cierto lo que dicen, no hay honor entre las ratas.
Después de la intensa charla, me fui con un nuevo objetivo entre manos. Uno bastante grande. De regreso al poblado vi a lo lejos a Aila, como siempre esperando para convencerme de ir a esa cárcel. Cuando llegue a su altura, intentó llamar mi atención pero una vez mas, pasé de largo. Aunque a diferencia de las otras veces, me detuve a escasos metros.
-Cambiando de idea. Creo que aceptaré tu propuesta.- Sus ojos se iluminaron con intensidad, se veía bastante feliz.
-Perfecto. Mañana pasare por ti al medio día.
Con eso se marchó, dejándome pensativo de si la decisión merecía la pena. Reanude mi rumbo. Una vez en casa, cogí la maleta y metí mis cosas. Como no eran muchas, me entraban perfectamente. Una vez todo listo para irme, me recosté en cama, esperando que la noche pasará rápido.
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Contratos mágicos
Science FictionEskol un extraño mago con muchos secretos a sus espaldas, vive al día sin importarle los demás. Pero Aila aparece en su vida para ofrecerle otro estilo de vida completamente diferente. ¿Conseguirá Aila cambiar la caótica vida de Eskol?