Capítulo 5

7 1 0
                                    


-Mira aquí.- Le dijo acercándome con un libro. Lo abrí por una página y señalé un apartado.- No entiendo bien esta parte.

-Mm..- Se coloca un mechón rebelde detrás de la oreja y se acerca más a mi.- Te tocó una lección bastante complicada. Es un hechizo de invocación, pero la información esta algo incompleta. La base esta, pero no como tienes que hacer el jeroglífico. Te lo mostraré.

Cogió una de las hojas del escritorio y un lápiz, volvió a mi lado y empezó a dibujar varias líneas. Se acercó un poco más, me enseño e l dibujo explicándome el trazado. Era más fácil de lo que creía, aunque recordar el trazado es algo complicado, además de que cada invocación tenía algo en particular.

-Normalmente cada mago tiene su propio espíritu o ente ligados a ellos, pero también hay casos de magos invocando a más de uno.

-¿Pero si no sabes con quien te vinculas, cual símbolo usas?

-Usas al primer jeroglífico que te mostré, es el básico. Con el podrás saber después con quien te vinculas. Aunque gasta demasiado mana, solo los grandes magos pueden hacerlo.

-Ya veo... Gracias por la ayuda.- Le sonríe y ella se ruborizó.

-No es nada... cualquier cosa que necesites...

-¿Ya pillaron al ladrón?

-Aun no, todo está cerrado y sin embargo no lo encuentran. Ojalá lo encuentren y volvamos a la normalidad. Es una pena que conozcas lo peor cuando acabas de llegar. Pero hay sitios muy bonitos por donde pasear.

-Puede ser, aunque me parece un poco agobiante estar así. Después de todo casi nunca estaba en casa.

Aila solo asintió. Pasamos lo que quedaba de día hablando y comentando algunas clases. Ya entrada la noche, Aila volvió a su habitación. Antes de irme a dormir tenía que preparar algunas cosas para mañana.

Llegó el amanecer, ya me encontraba despierto. Me arreglé con mis ropas de siempre, mi sudadera con capucha negra, mis pantalones negros y mis deportivas negras y blancas, para cambiar un poco el color. Baje al comer para desayunar y buscar a Aila, la encontré en el mismo sitio de siempre, en las mesas del medio con sus amigos.

-¿Qué tal, Eskol?- Me preguntaba Aila.

-Bien, creo que hoy será un buen día.- Le dije mostrándole mi sonrisa.

-¿Y eso? Es raro verte tan alegre.- Habla una de las amigas de Aila.

-Quien sabe.

El desayuno siguió entre risas y charlas. Las clases como siempre aburridas y demasiado monótonas, por suerte no me quedaba mucho tiempo en ese lugar. Fui a mi habitación, saltándome la comida. Al llegar, cogí mis cosas, cerré la puerta y salí por la ventana. Avance por las cornisas del árbol hasta llegar a la parte trasera del edificio, esta daba a mar abierto, pero la idea era que no me siguieran. Antes de saltar, escuchó algo detrás mío, volteó y encuentro a Aila observándome detenidamente.

-¿Qué haces aquí?- Me preguntó desconcertada.- Es peligroso.

-Estoy seguro que lo sabes, Aila. Desde el principio.

-¿Por qué? ¿Por qué nos traicionas?

-No tengo nada en contra de vosotros, me da igual básicamente esta escuela y su gente.- Dichas esas palabras, Aila se puso a llorar. Le dolieron mas de lo que pensaba.

-Tu no eres malvado, ¿Por qué lo haces? Eso podría destruir todo.

-Aila, eres demasiado inocente. El bien y el mal no existen, solo nuestros intereses. La gente siempre actúa según su conveniencia, según su criterio de bien y mal. He leído esos documentos en estos días y la verdad, no tienen nada de malo. Solo hay conocimiento, nada más. Aunque el conocimiento puede ser un arma.

-No dejaré que te salgas con la tuya, te detendré aquí.- Con lágrimas aun en sus ojos, activo su mana y lo envolvió alrededor de sus manos.

-Es demasiado tarde. No me busques, no me persigas.- Di un paso atrás, quedando al borde del acantilado.- No nos volveremos a ver.

-!No dejare que lo hagas¡-

Me lanzo un hechizo, seguramente de atadura, pero no fue lo suficientemente rápido. Ya me había tirado. Mientras caía mire hacia arriba y la vi, su mirada no se apartaba de la mía, solo sonreí como despedida. Choque contra el agua, esto me dejo sin aire en los pulmones. El agua empezó a envolverme, cubriendo mí silueta.  

Contratos mágicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora