El viaje tedioso por fin llegó a su fin, aún en la lejanía se podía ver la gran estructurar, un edificio sobre una roca rodeada de agua, unido con un puente al continente. A mi punto de vista una cárcel en la que tienes dos opciones de salir. Una tirándose a la mar y tener suerte de sobrevivir a la tempestad del agua o la otra por el puente vigilado por lo que parecen ser dos gorilas y eso lo estoy diciendo a la distancia. Ya nos empezábamos a aproximar, se podía ver con claridad la gran estructura, con sus colores azules y blancos combinándolos a la perfección creando un castillo intimidante. A la entrada del puente dos guardias estaban apostados a los lados, debían de medir más de dos metros, ya que aun estando algo lejos, se veían enormes, como dos estatuas. Nos acercamos al puente e inmediatamente las dos moles se movieron impidiéndonos el paso.
-Alto ahí.- Dijo uno de los guardias.- Sus identificaciones.
-Soy Aila y este de aquí es el nuevo integrante de la escuela. El director me ordenó hace unos meses que buscara magos perdidos. Alce la ceja cuando dijo eso último, ¿cómo que yo era un mago perdido?- Podéis preguntarle.
-Esperen aquí un momento.
Uno de los guardias atravesó el puente en dirección al edificio. Después de un tiempo volvió y nos dejó pasar sin decir ninguna palabra. Continuamos nuestro camino, al llegar a las grandes puertas un anciano nos estaba esperando, nada más verlo Aila se lanzó para abrazarlo.
-Gran maestre, me alegro de volver a verle. He encontrado a un hombre que tiene un poder mágico, aunque no lo ha desarrollado por completo.
-No te preocupes, le enseñaremos a controlarlo.- Hablaban de mi como si no estuviera presentes. Es demasiado molestos. ¿En qué momento se me ocurrió que era buena idea aceptar venir aquí?- Yo soy el director, me suelen llamar director o gran maestre.
-Eskol.- El viejo hombre me extendió si mano, la acepte y por primera vez cruzamos nuestras miradas. Me recordaba a mi abuelo. Tenía una barba frondosa algo larga, unos ojos marrones bastante penetrantes y un pelo ya con canas.
-Muy vamos a enseñarte donde estará tu nuevo dormitorio. ¿Es solo eso lo que traes?
-Si, no suelo viajar con muchas cosas, solo lo básico.
-Ya veo. Un hombre practico.
Entramos en el lugar, nada más entrar se puede ver un gran patio interior. Había muchos estudiantes solo en esa zona, no quiero imaginar en total cuantos estudiaban allí. Llegamos a los dormitorios, no estaban separados entre hombres y mujeres, todos vivián en armonía o eso aparentaban. En la cuarta planta se encontraba mi dormitorio, para mi suerte solo había sitio para uno, con lo cual no tendría compañero de habitación. Mas tranquilidad para mí.
-Mi habitación se encuentra en la planta quinta, por si necesitas algo.- Me decía Aila.- Aquí tienes el horario, empezarías mañana. Así podrás descansar del viaje.
-Entendido.
Entre a la habitación y cerré la puerta detrás de mí, a ver si conseguía un poco de paz. No estaba acostumbrado a estar rodeado de tanta gente. Esto va a ser muy mala idea. Saque la poca ropa que llevaba en la mochila y mi material de escritura. A pesar de que era temprano, me fui a descansar.
A la mañana siguiente empezaban esas clases, a ver que me cuentan. Casi me duermo varias veces en las clases, solo contaban cosas básicas que ya sabía hacer, como hacer aparecer una simple llama, un relámpago, manejar el agua a tu antojo. De camino a mi cuarto me encontré con Aila, se acercó rápidamente a mí.
-¿Qué tal las clases?- Me preguntó entusiasmada.
-Solo hablaron de cosas que ya sabía, esto es una pérdida de tiempo.
-No digas eso. Seguro que aprenderás algo más.
-Podrías enseñarme tu algo más interesante.- Nada más dije eso, Aila se sonrojo tanto estaba completamente roja.
-Podría darte algunas clases extras... ¿Qué quieres aprender?
-Sería interesante poder hacerse invisible.
-Si quieres puedo enseñarte ahora un poco...- Dijo mirando hacia el suelo totalmente avergonzada.
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Contratos mágicos
Science FictionEskol un extraño mago con muchos secretos a sus espaldas, vive al día sin importarle los demás. Pero Aila aparece en su vida para ofrecerle otro estilo de vida completamente diferente. ¿Conseguirá Aila cambiar la caótica vida de Eskol?