capitulo 1

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Y ahí estaba, un chico en posición fetal, tapándose los oídos, estaba en total pánico, llorando como un niño pequeño en la parte de atrás del salón de baile. Ni siquiera sé cómo llegó hasta ahí.

-¿Estás bien? -dije tratando de agacharme a ver qué pasaba-. No deberías estar aquí, es solo para empleados.

Él me empujó violentamente hacia atrás.

-¡No me toques! -gritó con desesperación-. ¡Cállense todos por favor! -«¿Cállense?» pensé al oír esto.

-¡Cálmate por favor! -exclamé de manera asertiva, pensé que el chico tal vez había consumido algo que no debería. Tengo bien vigilados a los chicos dentro del salón ya que aceptamos menores de edad, tampoco vendemos licor-. ¿Qué tomaste? Recuerda, sea lo que sea está en tu cabeza, aquí solo estamos tú y yo -concluyo volviendo a agacharme, para tratar de tranquilizarlo.

Traté de inmovilizarlo con mis manos, estoy acostumbrada lidiar con hombres más grandes que yo, siempre llega uno que otro borracho treintón a tratar de aprovecharse de las niñas del salón. Tengo que sacarlo a patadas.

-Mírame, enfócate en mí, ni siquiera hay música, estamos cerrando. ¿Cuánto llevas aquí?

Y cuando lo ví a los ojos, ese par de zafiros fueron mi perdición. Me miró con lágrimas en los ojos y ahí entendió que yo era la única con él.

Pero me estoy adelantado bastante a los acontecimientos, para los que no me conozcan mi nombre Laura, trabajo en la barra del salón de baile juvenil de Santa Cecilia, mi ciudad es famosa por sus artistas y su cultura, así que se vive muy bien en mi bella ciudad. Y sobre todo en mi bella escuela, la academia de artes de Santa Cecilia, la mejor escuela de artes del mundo, soy del departamento de lingüística y literatura, y es que una no va sin la otra, el arte literario, es así.

Yo soy escritora, o al menos trato, fui lo suficientemente disciplinada para ser admitida en la escuela, pero mis padres no me querían dejar asistir, aquí realmente es donde empieza la historia que yo, en mi infinita humildad, quiero contar, verán no podía dejar que mis padres me truncaran el sueño que he tenido desde pequeña, así que decidí emanciparme para empezar. Y ahora me tenían peleando en una corte frente a una jueza, con un abogado pagado por el estado para ayudarme.

-Señorita Laura, viendo la preparación que ha tenido usted, sus notas, su trabajo de medio tiempo y la ayuda económica que le brindará la escuela, no encuentro razones por las que sus padres no la dejen asistir a la escuela. Es evidente que ya puede cuidarse sola.

-Bueno eso trato, muchas gracias señora -respondí con algo de orgullo y coquetería que nunca están de más para agradarle a las personas, claro sin exagerar.

-Lo que no me queda claro señorita, es por qué está un año atrasada.

-Bueno, en la primaria me enfermé de manera muy grave, de manera que perdí un año recuperándome, ahora mismo ya estoy muy bien.

-Bien en vista de que ya tiene 17 años y que podría haber entrado a la academia desde que tenía siete. No veo por qué debería atrasarla un año más. ¿Entiende usted lo que significa ser Emancipada?

-Tendré todos los derechos y deberes de un ciudadano adulto, es decir tendré que velar por mi bienestar -Afirmé con seguridad-. Lo he pensado mucho señora, los que evidentemente están siendo irracionales son mis padres, cumplí con todos los requisitos para asistir a la escuela, incluso busqué un trabajo para pagarme yo misma la escuela y se me aceptó una ayuda económica de parte adicionalmente. Lo único que me falta es poder firmar yo misma mi matrícula.

-Efectivamente, estoy totalmente de acuerdo con usted -afirmó mientras miraba a mis padres con una mirada inquisitiva-. ¿Tienen alguna objeción?

-¡Laura no puede tomar esas decisiones ella misma, es una niña! -exclamó mi madre-. Por favor no aleje a una madre de su hija.

Mi padre solo veía seriamente a la jueza sin decir nada.

-Lo siento señora, usted misma la está alejando al no dejarla seguir sus sueños, a pesar de que es más que indiscutible que su hija está siendo la racional aquí, de todas maneras si el año que viene entrara a la universidad usted no lo podría impedir, no encuentro razones racionales por las que usted no ha apoyado a su hija; según las pruebas aportadas por su hija, hay registros de que todas las veces que ha intentado el examen lo ha aprobado-claro que he hecho el examen varias veces, desde que puedo hacer ese tipo de trámites yo sola lo hago, el problema es que de nada sirve si no me firman la matrícula-. Además, ustedes nunca han carecido de recursos monetarios, de hecho la escuela actual de la muchacha está más lejos y es mucho más cara... una escuela privada para señoritas, con lo poco que conozco a la muchacha, me parece casi un castigo para ella -definitivamente lo era, parecía una escuela de etiqueta del siglo diecinueve... todas en medias largas, falda hasta los tobillos y alzando el meñique con el té... todas perfectas y elegantes siempre, por eso he estado trabajando a escondidas en el salón de baile desde que tengo 15 años, los chicos que van son alocados y relajados, guitarristas, pianistas y bailarines... incluso hay parejas explosivas, otro día conocerán a esos dos, ya verán.

-No me puede obligar a firmar la emancipación si no quiero -replica mi madre con tristeza.

-Señora, pero si no necesito su firma, su estancia aquí era protocolaria, esto ya lo tenía decidido desde el momento en que pasaron por aquella puerta -respondió sonriéndome-. Sin embargo a su hija se le asignará una especie de tutor, no tendrá poder legal sobre ella, pero vigilará que haga bien las cosas, si algo sale mal, tendrá que volver a su casa. ¿Entendido?

-Sí señora, estoy lista -dije sin dudar.

Hizo un ademán para llamarme al estrado.

-Bien, venga a firmar entonces, felicidades.

Y es así que empecé a vivir sola, al principio me costó un mundo acostumbrarme, pero puedo cocinar bastante bien y soy bastante buena con la ropa, no es nada diferente a lo que hacía en casa, pero ahora lo hago siempre todo yo. Si soy sincera a veces me gana la flojera y eso es lo que más me ha afectado.

Ese mismo día, ya con todo en mi departamento, me dispuse a leer el resto de la noche a Murakami, hay algo familiar en sus textos, me llaman mucho. Mi recomendación de esta noche es ni más ni menos que Tokio Blues, disfrútenla mucho, ojalá lo hagan tanto como yo lo he hecho.

Ya tarde, dormí como un lirón mañana es jueves así que tengo mucho trabajo que hacer aquí antes de irme al salón. Por la mañana, desperté y me di cuenta de lo vacío que estaba mi apartamento... extraño mucho a mis padres, pero no me dejaron otra opción, yo puedo tomar estas decisiones.

El apartamento era muy pequeño, tenía una única habitación y un baño, fue lo mejor que pude conseguir por el momento, tengo que lavar la ropa en una lavandería en la parte de abajo de este edificio, pero tenía cocina a gas y un horno microondas, digo no podría hacer un pastel, pero es suficiente por el momento.

Luego de despertar, bajé a comprar algunas cosas que me faltaban. La verdad era que la mayoría de las cosas que tenía en las cajas eran libros, sábanas y ropa, así que bajé por comestibles, un par de sartenes y cosas de cocina en general, por suerte llevaba ahorrando al menos un año para esto. Cómo les dije esta no es una decisión impulsiva. Cuando abrí la puerta me topé con una bella sorpresa, había una canasta con mi nombre en una carta.

«Bienvenida al edificio» recitaba la tarjeta, había frutas de toda clase, chocolates, una botella de jugo de uva espumoso, una tabla de quesos y carnes frías entre otras cosas.

Una vez compradas mis cosas, me hice un par de huevos fritos y una taza de café y me dispuse disfrutar mis últimos días ante de ir a mí añorada escuela.

Laura(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora