capítulo 3

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El viernes también estuve trabajando, el sábado tuve libre. Así que quedé de acuerdo con Vic y Seb para que vinieran.

Me desperté temprano para lavar ropa, cambié mi ropa de cama, guardé como pude las cobijas, barrí y limpié el piso, también le pasé cera ya que es de madera. Cuando iba a bajar por fin a la lavandería me encontré con mis vecinas, unas señoras mayores, con las que compartía una pared.

-Mira si es la jovencita que se pasó a vivir al lado el miércoles -dijo una de ellas al salir con la canasta de ropa sucia.

-Buenos días señoras -contesté sonriendo-. Me llamo Laura, hoy en la tarde vendrán unos amigos, espero no les moleste.

-Ya me empezaba a preguntar cuando te conoceríamos pequeña, pareces estar muy ocupada -dijo la otra saliendo igual con su propia canasta-. Yo soy Luisa, ella es Mercedes.

Ambas señoras pasaban ya de los setenta años, a pesar de eso se veían con muy buena energía Luisa era fornida a pesar de su edad, tenía el cabello corto y y pintado con camas, pero aún se asomaban algunos mechones negros. Mercedes era un poco más delgada, pero tenía un porte de elegancia muy curioso, ella si tenía el cabello totalmente blanco.

-Disculpen por no ir a saludar antes, trabajo en la tarde de lunes a viernes, el miércoles estuve en la corte y ocupada con la mudanza hasta tarde y jueves y viernes en el trabajo. Hoy tuve libre.

-Vaya, nos dijeron que eras joven, pero no pensé que tanto. ¿Cuántos años tienes querida? -pregunta Luisa con curiosidad.

-Tengo diecisiete años -respondí impresionándolas, tal vez algo de más a Luisa.

-¿Pero ¿qué haces aquí sin tus padres si eres una niña? -preguntó alarmada poniendo la canasta en el suelo.

-Luisa por favor no seas entrometido, la muchacha tendrá sus razones -respondió Mercedes.

-No hay problema, la verdad es que me emancipé hace poco señoras -intervine sin más problema-. Veo que van a la lavandería, si me quieren escuchar les cuento mi historia mientras estamos allá.

Estando en la lavandería, les conté mi historia y ellas me contaron la suya. Resulta ser que ambas señoras son viudas y para no sentirse solas, siendo amigas de toda la vida se mudaron juntas al departamento de al lado que es más grande que el mío, así fue como conocí a las señoras. No creo que haya mucha gente de mi edad en este edificio, pero al menos las señoras son muy amables, me dijeron que no había problema con mis visitas, pero que no tratara de meter chicos a mi habitación muy seguido, que usara preservativo si lo hacía, me dijeron... tienen muy buen sentido del humor y la verdad me sorprendió que lo dijeran tan abiertamente.

-Mi niña a nuestra edad, quedan dos opciones, o te amargas con las nuevas tendencias de los jóvenes o te vale un comino ya lo que piensen los demás y entonces tu vida es más sencilla y conoces gente interesante -dijo Luisa al ver la expresión que les di al escuchar lo del preservativo-. Entonces es cuando vives en paz y dejas a los demás vivir en paz. Te deshaces de tus prejuicios o mueres y no sé tú pero yo no quiero morir todavía, la gente que se queja de los jóvenes solo se amarga la vida, sin recordar que cuando fuimos jóvenes nos importaba un comino lo que decían los adultos de nuestro estilo de vida. Así que por mi puedes traer chicos, chicas, de todo, después de todo no me afecta en absoluto, prefiero ayudarte a no quedar embarazada que ser tu vigilante y no dejarte disfrutar de tu juventud, además el que tengas mi aprobación o no, a ti que demostraste ser una chica tan rebelde como para deshacerte de tus padres de manera legal. No me malentiendas no lo desapruebo, me siento algo celosa, me hubiese gustado hacer lo mismo a tu edad hermosa.

-Siendo sincera a mi también me hubiese gustado tener el valor de hacer algo así jovencita -intervino Mercedes mientras sacaba la ropa de la secadora-. Te deseo mucha suerte jovencita.

Laura(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora