El sábado por la noche tenía que trabajar el turno que le prometí al jefe como compensación por haber llegado tarde el otro día, así que me puse mi uniforme temprano y caminé a toda prisa, lo sábados suele ser un día fuerte, pero yo no suelo trabajar ese día, he ido un par de veces como cliente. Cómo sea, el resto de la semana en la escuela no había habido mucha novedad, aunque de nuevo el jueves recibí una canasta... ¿Quién las dejará en mi puerta? He conversado con el casero y con el guardia del edificio, pero ninguno de los dos tiene ni idea de lo que hablo, no conozco a ningún otro vecino, no entiendo la verdad.
Llegué y saludé a mi jefe, poco después llegó la chica que trabaja los fines de semana, quedé boquiabierta. Bajé la mirada para disimular que la estuviese viendo ¡Santo Dios! Si Eros me ha tentado alguna vez, esta fue una de esas. Por alguna razón tuvo un efecto idiotizante en mí. Siempre he tenido claro que me gustan las chicas, pero nunca una me había movido tanto el piso una.
—¡Hola! ¿Eres Laura verdad? —saludó una voz aterciopelada y suave, me puso la piel de gallina y me llamaba a estar tranquila al mismo tiempo—. Eeem. ¿Hola?
Entonces levanté la mirada y me topé con aquel par de enormes Jades que tenía por ojos y con el largo montón de hilos dorados que tenía por cabello, era un poco más alta que yo y parecía una muñeca de porcelana, caminaba con gran agilidad con tacones de aguja, cosa que no hay manera que yo haga jamás.
—Perdón, sí, esa soy yo —respondí tratando de aparentar estar relajada, la realidad es que esa chica me había flechado—. El jefe no me dijo tu nombre, perdóname.
—Me llamo Mariana, mucho gusto tenía ganas de conocerte —se presentó de manera animada—. Tuve que rogarle mucho al jefe para que me dijera tu nombre, de hecho, me has atendido un par de veces.
—Igualmente Mariana —le devolví la sonrisa—. Hoy se ve como que va a llegar mucha gente, ya hay una fila enorme. Caminé para alistar todo lo que necesitaba para trabajar.
—¡Oye, bonitas medias! ¿Dónde las compraste? —me dijo sonriendo.
Me puse tan nerviosa que quebré uno de los vasos que estaba preparando.
—Perdóname —dijo riendo—. Quisiera tener la confianza para usar algo así, pero ni en broma se me ve tan bien como se te ve a ti —¿De qué demonios habla? ¿Se ha visto en un espejo?
—Gracias, me gusta mucho usar cosas así, seguro se te ven muy bien, las compré por internet, más tarde te enseño la tienda —respondí aún nerviosa, ya entendí lo que siente Sebastian era una sensación muy extraña el que te coquetee una mujer así de atractiva.
Cómo sea, barrí el pobre vaso y nos repartimos las tareas, jugando piedra papel o tijera. Quedamos en que ella atendería las mesas alrededor de la pista y yo en la barra. Es noche de música en vivo así, eso significa mucha gente, además. Todo iba bien, estaba acostumbrada a este tipo de cosas, pero algo tenía que arrimarme la noche.
—Hola Lau, me das una de esas delicias por favor —estaba con el shaker en la mano y de solo oír esa voz terminé dejándolo caer—. Nunca había visto a la mesera de allá.
—¡Gabriel! —exclamé con sorpresa—. ¿Por favor, podrías no aparecer de repente?
—¿Me servirás mi bebida o te quejarás de lo concentrada que estabas pensando en la rubia de allá? —dijo sonriendo de manera maliciosa.
—Yo no estaba...
—Soy hombre, sé cómo se ve cuando alguien está embobado por una chica—respondió rápidamente—. ¿Cómo se llama?
—Mariana, está en la universidad y generalmente trabaja los fines de semana, cuando yo estoy en la escuela. Según me dijo vive lejos así que en vacaciones va a su casa y es cuando yo trabajo. ¿Y podrías dejar de voltearla a ver por favor?
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Laura(borrador)
Teen FictionLaura es una chica de diecisiete años que quiere ser escritora, aun en contra de la voluntad de sus padres. Ahora tiene que trabajar de medio tiempo para pagar su escuela, hasta que un día conoce a un chico que cambiara su vida tanto para bien como...