capítulo 16

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Hoy es sábado seis de agosto, había pasado toda la semana trabajando como una desquiciada, algunos chicos se las habían ingeniado para meter alcohol barato en el salón de baile y emborracharse hasta quedar en K.O. Tuve que sacar a mucha gente a patadas e incluso, tuve que limpiar mucho vómito, fue una locura. Para colmo tuve que estudiar los exámenes se acercaban y tengo que entregar un proyecto de literatura el lunes, el cual a duras penas terminé antes del fin de semana.

Ahora solo me apetecía dormir, estaba envuelta en mis cobijas solamente con unos shorts desgastados y una camiseta que me quedaba enorme. Hacía mucho calor, pero yo me aferraba a quedarme en las cobijas, me dolían las piernas y tenía los brazos entumecidos, me sentía como una momia.

Solamente me despertó el ruido de mi puerta al ser golpeada. Me levanté furibunda, era evidente quién estaba tocando mi puerta, mi padre estaba ocupado haciendo rondas ese día, así que solo había una opción. Caminé, con todo y mi almohada hacia la puerta.

Tal y como lo supuse el idiota de Gabriel estaba parado con su boba y linda sonrisa, viéndome con sus zafiros que me matan.

—Hola Lau...

No lo dejé terminar, le tiré la almohada en la cara y le cerré de golpe la puerta.

—Buenos días, te ves hermosa recién despierta —gritó detrás de la puerta mientras reía.

—Si, muy gracioso venirme a despertar un sábado...

—Lau, son las doce del mediodía, venía a invitarte a almorzar, al parecer tendré que buscar un lugar donde todavía sirvan desayuno —seguía riendo detrás de la puerta, no tuve de otra que dejarlo pasar.

Me devolvió la almohada y se sentó en mi cama como si nada.

—Debiste haber llamado al menos Gab, no estoy de humor hoy. Me duele todo el cuerpo y y ayer limpié mucho vómito, me bañé tres veces anoche y todavía siento el hedor.

Él sonrió irónicamente.

—¿Qué?

—Revisa tu celular cabeza de chorlito —contestó ansioso de por fin poder responderme como suelo hacerlo yo con él.

—Doce llamadas perdidas...

—Y cuarenta mensajes Lau, vine de hecho porque se me hizo extraño que no contestaras. Te iba a decir que nos viéramos en el centro comercial. Me dijiste que viniera si andaba algo mal, me preocupó que estuvieses enferma.

—Lo siento yo... solo tenía las cobijas pegadas, estos días han sido agotadores.

—Entiendo, tómalo con calma se que el trabajo puede tomar mucho de ti.

Sonreí casi por inercia. Más bien como una tonta enamorada y él me devolvió la sonrisa.

—¿Aún me vas a invitar a desayunalmorzar? —pregunté sentándome a su lado—. ¿O tendré que buscar mi desayuno yo misma?

Acerqué sus labios a los míos y le di un besito.

—Tú puedes tomar lo que quieras cuando quieras. No tengo que darte nada —respondió de manera coqueta.

Me iba a dar otro beso, pero yo lo paré.

—Lo siento, pero si continuamos besándonos, vamos terminar metidos los dos debajo de estas sábanas con poca ropa y en verdad tengo hambre.

—No sabía que tenías ideas tan divertidas.

—Claro que las tengo, pero no te será tan fácil conseguirlo, quiero jugar con tu deseo un poco más, guapo.

Laura(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora