capítulo 14

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Entre exámenes y proyectos el tiempo pasó volando cual Hermes, rápido y sin pausa, dando mensajes de que la época lluviosa se avecinaba. Ya para mayo estaba bien entrada. Todavía sigo barriendo abejones como loca. han estado entrando por mi ventana, luego no los puedo sacar y termino barriéndolos ya muertos.

Mariana había terminado el semestre, así que ella trabajará todo julio, el jefe igual dijo que no me preocupara por el salario... así que estoy de vacaciones pagas al menos los quince días que no tengo escuela. El problema es que el dinero ya no me preocupa demasiado desde que recibo la beca de la escuela, aparte de la renta claro está, pero siempre pago por adelantado un mes. Llevo ahorrando desde que vivía con mis papás, así que he estado dándole vueltas a ese dinero desde febrero. Al principio me daba miedo gastarlo todo, ahora me doy cuenta que tal vez exageré un poco, después de todo he estado ahorrando tres años de salario enteros más veinte por ciento de servicio.

Así que ahora me encontraba en un día nublado, encerrada en mi habitación a las cinco de la tarde en pijama, viendo hacia el techo desde mi cama, con el tocadiscos puesto. Vic me había estado prestando LP así que he estado escuchándolos. Hoy es lunes ocho de Julio.

Estaba casi quedándome dormida, cuando oí mi celular sonando por encima de la música.

—¿Mujer, qué demonios haces? —gritó María José al contestar.

—Primero que nada, no me grites —dije entre bostezos—. Segundo: ¿Qué quieres? Estaba a punto de quedarme dormida.

—Estoy escribiéndote hace media hora Lau —volvió a levantar la voz—. De hecho, estoy aquí afuera de tu edificio.

—¿Qué haces aquí? Es raro que vengan hasta acá.

—Gab me pidió que viniera, pero tú portero no me deja subir sin tu autorización.

Demonios, ese muchacho... si no fuera tan lindo lo mandaría a la china de una patada.

Cómo sea, llamé abajo para que la dejasen subir, no podemos usar los ascensores sin una tarjeta de autorización... no había pensado eso antes, pero sea quien sea que esté dejando las canastas puede subir y bajar sin llamar la atención de los porteros.

Pronto oí tocar la puerta de mi apartamento.

—No es que me moleste que vengas cariño, ¿pero me puedes decir qué haces aquí?

—Quería ver cómo pasabas tus vacaciones —contestó sin dudar ni un segundo.

—Acaban de comenzar querida, la verdad no tengo mucho que hacer, hice las tareas el fin de semana.

La observé sentada en mi desayunador viendo atentamente el tocadiscos. Parecía estar nerviosa.

—¿Quieres una taza de té? —pregunté caminando hacia mi cocina.

—Si por favor.

Puse el agua a hervir y en tres o cuatro minutos ya tenía las tazas de té verde ya servidas con algunas galletas de mantequilla y unos Mochis que Vic había insistido en regalarme hace unas semanas.

—Dime, en serio—intervine luego de soplarle a la taza de té—: ¿Qué haces en mi apartamento?

—Perdón por molestarte.

—No me malentiendas, me gusta tenerte aquí, no recibo visitas muy seguido, pero de lejos se ve que necesitas algo. Te ves algo nerviosa.

—Bueno, verás...

Volteó a ver hacia todos lados.

—Ajá...

—Necesito tu ayuda con algo, de hecho, necesitamos tu ayuda con algo.

Laura(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora