13. Removiendo el pasado.

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Actualidad.

La sensación de nostalgia me recorre todo el cuerpo, la sensación de traición me revuelve las entrañas, el calor del odio baja hasta mis manos, y noto un pequeño hormigueo en los dedos, mientras puedo notar como se tensan todas mis músculos.

Tenía delante a mi novio, que realmente era un monstruo, y no me refiero a un monstruo como los anteriores, como los que tienen nombre de enfermedades o miedos, no, un monstruo de los de verdad, de los que te asustan de verdad.

Me siento perdida, sola, traicionada, tengo la sensación de que me han engañado toda mi vida, y que me han tratado como un juguete, quiero pensar que no es por algo que he hecho, quiero pensar que todo lo malo que ha hecho mi familia está cayendo sobre mí, ¿por qué a mí?

Noto como una pequeña gota de agua fría rueda por mi mejilla, empiezo a notar una sensación extraña en el estómago, y una especie de nudo en la garganta, estoy asimilando todo de golpe.

- ¿Camille? ¿Estás bien? - dijo Manuel intentando acercarse a mi. - Ya no están, no nos escuchan, confía en mi.

- NI TE ACERCES.

- Confía.

Confiar, sí. claro.

- ¿Confiar? ¿No te fueron suficientes todos esos años? Sí, me refiero a todos esos años en los que estuviste conmigo, sí, estuviste, porque espero que después de todo esto no pienses que vas a seguir estando conmigo, espero que no pienses que voy a seguir confiando en ti como lo hice cuando era una simple niña de siete años, porque desde ese preciso momento me has estado engañando, ¿qué clase de persona te ha enseñado valores?¿quién mierdas eres? Porque quiero que sepas que pensé que el primer monstruo que conocí fue mi padre, pero ahora estoy dudando si fuiste tú. Me abrí a ti, te conté lo de los juegos confiando en ti, y ahora me entero que se lo largabas a toda esta panda de imbéciles. A toda esta mierda de personas en las que te incluyo. Y con todo esto que te estoy diciendo no estoy pretendiendo que me pidas perdón, porque ya no me importa tu perdón, ya no me importan todos tus estúpidos problemas que seguramente fueran mentira, ya no me importa si tienes problemas económicos como tenías antes, si es que era cierto, ya no me importa la enfermedad de tu madre, si es que era cierta, he llegado un punto en el que ya no me importa tu vida, y mucho menos la de mi padre. Se lo dejé claro en aquella carta que te dije que escribí, por cierto, ¿dónde la tienes? Porque estoy segura que esa carta ha llegado tus ojos.

- Camille, tengo que explicarte todo, de verdad, te quiero, quítate la ropa y empecemos de cero, déjame hacerlo. - dijo mientras comenzaba a tocarme el muslo.

- NO ME TOQUES IMBÉCIL. - le pegué una bofetada.

Mi ira se descontroló, todo el odio que llevo dentro salió a la luz, toda la mierda que había estado aguantando durante todos estos años se estaba manifestando en forma de odio, y un odio muy grande, un odio incontrolable.

- Zorra de mierda.

Intenté defenderme, pero era más fuerte que yo, mucho más fuerte que yo, sentí como sus manos se aferraban a mis muñecas y las apretaban con fuerza, en ese momento comenzó a arrastrarme a la cama que teníamos justo detrás, no puede ser.

Comencé a gritar, mi voz se desgarró por completo, nadie escuchaba mis lamentos, noté como me estaba quedando sin fuerzas, y como rápidamente una de las manos que me agarraba las muñecas empezó agarrarme del cuello, me estaba quedando sin respiración. Imágenes de mi padre pasaban constantemente por mi cabeza.

- Puto gilipollas, te voy a matar, hijo de puta.

- No sin antes echar otro polvo, como en los viejos tiempos. - dijo mientras me daba besos por todo el cuello, dejando marcas para que todo el mundo sepa que le pertenezco.

Me intentaré mover, me intenté resistir, juro que lo intenté, esto me estaba matando, por fuera y por dentro, empezaron a caer por mis ojos rojos de la rabia miles y miles de lágrimas, mi llanto era parecido al de una película de terror cuando alguien está apunto de morir, en esa película de terror en la que al final aparece un tipo de ángel de la guarda y te salva, aunque sé que aquí no va a aparecer ningún ángel.

Sonó la puerta.

- Mierda. - masculló Manuel.

Quizás no había perdido la esperanza de que viniese a rescatarme mi ángel de la guarda.

Al menos somos 17 monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora