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No me sonrías, ilumíname, porqué no puedo ir a tí

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No me sonrías, ilumíname, porqué no puedo ir a tí.
-BTS - The Truth Untold.

Mis manos se encontraban heladas, la noche había caído muy rápido para mi gusto. Veía caer por la ventana los copos de nieve, la cuidad se veía poco a poco más llena de luces navideñas, podía ver hasta el árbol gigante de navidad que siempre se ponía en el centro, más no me sentía cálido como en todas las navidades, mis ojos dolían, pero mi respiración ya estaba tranquila, mi garganta dolía un poco, sólo un poco.

Una enfermera entró en mí habitación, la miré neutro, su mirada se mostraba cansada pero a la vez comprensiva.

-Sunoo está en cama, ya está estable, puedes ir a verlo. - Me informó. Solté ese aire que tenía atrapado en mi pecho de hace horas y me dirigí como pude a su cuarto -

Faltaban dos semanas para que me quitaran el yeso, eso era una buena noticia, más no lo había notado una buena noticia hasta que entré al cuarto de Sunoo y lo miré plácidamente dormido, ya no tenía sangre, tampoco se notaba en ese estado de falta de respiración, sentí un alivio recorrer mi cuerpo.

Me acerqué a su cama, sentía mis ojos picar de nuevo, ese sentimiento de opresión en tu pecho para aguantar cualquier llanto que quiera salir. Tomé su mano con mucha cuidado, era como si tuviera miedo de que se rompiera o desvaneciera.

Mordí mi labio inferior, entrelace sus dedos con los míos, dejé caer mi cabeza en la orilla de su cama, justo aún lado de nuestras manos. Observé su rostro en silencio, necesitaba esa sonrisa, necesitaba que él me hiciera sonrojar por ningún motivo, lo necesitaba a él a mí lado.

—¿Tienes frío Sunghoonie? — Cielos, ¿Por qué con él era tan sensible? —

Sentí esas calientes gotas deslizarse por mis mejillas, mis labios formaron un puchero sin querer, y solté un sollozo con un hipo ahogado. Esas lágrimas que había retenido todo éste tiempo, al fin las estaba soltando al verlo tan cariñoso y lindo conmigo.

Sorbi mi nariz y sentí como su mano se deslizó con delicadeza por mí mejilla, quitando como pudo esas traicioneras lágrimas. Era bonito sentir como alguien se preocupaba por tí a pesar de él no estar bien, pues te dabas cuenta lo egoísta que has sido toda tu vida con los demás, te das cuenta como tocas el corazón de los demás con un simple gesto.

Porqué así somos nosotros los humanos; mostrando ser alguien que no somos para no salir heridos, envolviendonos en una capa protectora que al fin y al cabo alguien la va a romper con sólo unas simples palabras sinceras, porqué todos necesitamos eso, querer que en algunos momentos alguien nos brinde un poco de amor, o un hombro para llorar, y sólo con eso nos conformaremos, pues nos han herido tanto, que cuando llega la primera muestras de amor, uno se aferra a eso, sin importar que nos van a volver a hacer daño cuando esa persona se vaya, ¿Porqué? Porqué nada es para siempre, porqué de eso se trata la vida, herir y ser herido, querer y ser querido, odiar, y ser odiado.

—Sí. — Tomé aire de nuevo, las lágrimas y el llanto me ahogaban, mi mano no impedía que dejara de llorar, ni siquiera la linda sonrisa que me brindaba Sunoo, era como si me rompiera más —

—Ven aquí, te voy a dar calor. — Solté otro sollozo, ¿Porque él era así? ¿Porqué siempre tenía que ser tan bonito y preocuparse por mí sin nada a cambio? —

Me monté como pude en su cama, nos arropamos, escondi mi rostro en el hueco de su cuello. Su mano empezó a dejar suaves caricias en mi cabello, pasé mis brazos alrededor de su cintura, Sunoo estaba tan delgado, tan débil. Mis ganas de llorar aumentaban, cerré mis ojos con fuerza queriendo retener mis lágrimas, pero no podía.

—Lo siento. He sido tan malo.

—Sunghoonie. — Sentía mi respiración faltar cada que él me llamaba así — Eres hermoso, eres lo más bonito que me han dado, nunca te creas mala persona, pues no lo eres, eres una linda estrellita, por lo tanto nunca dejes de brillar.

Negué con mi cabeza y tapé mi boca queriendo no soltar más gemidos ahogados con lágrimas.

—Llora Sunghoonie, porqué eres humano, y es normal llorar cuando no estás bien, no te reprimas, eso hace más daño.

El chico dejó un beso en mi frente, un beso suave y delicado, pero eso era suficiente para seguirme haciendo pedazos, para seguirme haciendo llorar.

—¿Cómo te sientes?

—Si estás aquí, nada duele, el simple hecho de que me abraces y me preguntes cómo estoy, me hace sentir bien, me hace sentir feliz.

—Ya no quiero que sufras más. — Alcé mi vista hasta sus ojos que brillaban debido a que también retenía las lágrimas —

—Sunghoonie, dentro de poco iré a casa, y ya no sufriré más, eso lo sé, algún día dejaré éste hospital, ten eso por seguro. — Tomó mi mano y la entrelazó con la suya, dejó un beso en mi mano y las colocó  en su mejilla, cerró sus ojos, y yo seguí esa acción queriéndome dejar llevar por los sentimientos que él me trasmitía. Me sentía bien que él me dijera eso, Sunoo no merecía seguir sufriendo, él era alguien muy bueno para eso —

—El día que te vayas, quiero estar contigo, lo prometo. — Sentí como soltó un suspiro y murmuró algo entre dientes que no entendí —

—Hay que dormir Sunghoonie, duerme, que los sueños son más bonitos.

—Hay que dormir Sunghoonie, duerme, que los sueños son más bonitos

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