Mundos Escondidos (P A U S A D A)

Capítulo 19. El guardián del portal

Catherine fue la primera en despertarse. Ya llevaban dos días de viaje, y ya casi llegaban al portal, lo cual era bueno, ya que los dos estaban exhaustos y digamos que la castaña empezaba a extrañar a su familia.

En esos días de viaje, han tenido experiencias muy interesantes; por ejemplo, el día anterior atravesaron un campo de fresas, al parecer de algún campesino que vivía por ahí y como era de esperar un perro salió a proteger la fruta, gruñendo y mostrando los dientes. Tom al principio se espantó, pero los encantos caninos de Catherine ayudaron a que el perro, de nombre Max, no se “comiera” a Tom. Mientras el castaño jugaba con el perro, Catherine no desaprovechó la oportunidad de llevarse algunas fresas, claro, no sin antes dejar un poco de dinero que tenía en la mochila, como señal de agradecimiento.

También cuando Catherine decidió ir a un río que se encontraba en el bosque que cruzaron el primer día, al parecer había unas hadas que decidieron que iba a ser muy chistoso hacerle una broma a la castaña, así que mientras ella buscaba algunas piedras preciosas, las hadas le lanzaron una ola de lodo, haciendo que toda su ropa estuviera cubierta de lodo. Cuando Tom corrió para ver qué era lo que había sucedido, encontró a cuatro hadas riendo a más no poder y a una licántropa lista para atacar. Después de un par de gruñidos, las hadas salieron corriendo despavoridas, mientras que Catherine ahora se reía porque Tom estaba cubierto de lodo al tratar de hablar con la castaña, pero ésta le gruñó y él se resbaló por el susto, manchándose de lodo en todos lados.

Ahora que ya estaban más cerca de su destino, los nervios carcomían a Catherine. ¿Y si no los hacía cambiar de opinión? No quería perder a un pueblo sólo por unas leyes. Los reyes estaban a la defensiva por lo que pasó hace ya varios siglos, pero los tiempos cambian y las personas también, así que no tenían de qué preocuparse, tenía que hacerles entender que los humanos ya no van a cometer los errores de sus antepasados.

Tom se despertó con un bostezo sonoro que espantó un poco a Catherine, pero al darse cuenta que el ruido provenía de su novio y no de un oso Grizzly, rió bajito y le ofreció una taza de chocolate caliente.

-Buenos días.- le dijo Tom con una sonrisa y la voz ronca.

-Hola, ya casi llegamos al portal.- le respondió la castaña dándole un beso en la mejilla.

Tom sonrió y empezó a tomar su taza de chocolate; mientras que Catherine empezó a guardar las cosas para seguir con el viaje. Después de terminar su desayuno, que consistió en una barra de granola y la taza de chocolate caliente, los dos jóvenes empezaron a caminar hacia el este, y después de diez kilómetros llegaron a un claro, con el pasto verde y con un poco de rocío y con algunos dientes de león y flores  pequeñas.

- ¿Aquí es?- preguntó Tom con una chispa de asombro en los ojos.

- Sí, pero no entiendo cómo vamos a hacer que el portal aparezca.- Por más que Catherine buscara, no encontraba ningún lugar donde pudiera estar el portal, ni siquiera había instrucciones en el mapa de cómo abrirlo.

De repente, una luz se hizo ver por los árboles cercanos, y las piñas de los árboles empezaron a caer convirtiéndose en pequeños hombrecitos que rodearon a Catherine y Tom. La luz terminó de resplandecer y se convirtió en algo que no era un hada, ya que no tenía el aura dorada que cubría a estos seres. La persona que estaba ahí era un hombre joven, de cabellos dorados y ojos marrones, era alto y flaco, con la piel un poco pálida, iba vestido con unos jeans y una playera gris, e iba descalzo.

- Mi nombre es Aleksandru, y soy el guardián del portal y si quieren atravesarlo, deberán convencerme de que sus intenciones son buenas.- El joven habló con una voz melodiosa, pero ningún sonido salió de su boca, todo lo que dijo se oyó en la mente de Catherine y Tom.