Capitulo 18. Empecemos la travesía.

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Para Tom no fue fácil inventar una excusa para su papá, iba a un viaje del que no sabía si regresaría, y contarle toda la verdad a su padre lo pondría en grave peligro; así que prefirió decirle que iba de excursión con la familia de Catherine, lo que a su padre le pareció buena idea. Tom no pudo evitar sentirse mal al mentirle, pero era por su bien y el de todas las personas, contarle un secreto tan grande haría que su padre cayera en la locura.

La excusa del campamento fue perfecta, tanto por el equipaje, como por el hecho de que la familia Kennedy iba a ir a buscar familiares que vivían cerca de Mystic Land, así que para el tiempo en el que Catherine y él regresaran (que era algo que Tom deseaba), la familia de su novia estaría de nuevo en el pueblo.

Se fueron a las cinco de la mañana de la casa de Catherine, donde le esperaba un desayuno que consistía en avena con fresas y jugo de naranja. Les dieron cantimploras con agua y termos con café para que en las noches el frío no los molestara mucho. Después de muchos besos y abrazos de la Sra. Kennedy, empezaron su travesía. Caminaron por el bosque hasta llegar a la frontera del pueblo, lo cual loes tomo menos de dos horas. Cruzaron la autopista y siguieron al sur según el mapa que tenía Catherine en las manos y la brújula que temblaba ligeramente en la mano de Tom.

A pesar de avanzar un poco apresurados, Tom logró contemplar el bosque con todo su esplendor, ya entraba la primavera en ese entonces, haciendo que todos los árboles mostraran hojas de un color verde vivo, y algunos arbustos mostraran sus moras y flores. El sendero estaba cubierto por hojas secas y el viento llevaba un olor a pino tan delicioso que Tom estaba pensando en tomar una botella y llevarse el aroma con él, si se pudiera obviamente. En uno de los descansos que tuvieron, que fue al mediodía, aprovecharon para comer una barra de granola, tomar agua y juntar un puñado de moras que crecían en un arbusto cerca de donde pararon. Tom se sorprendió de las habilidades de Catherine para identificar moras venenosas, y además enseñarle cuatro tipos diferentes de moras que crecían en ese bosque.

Tomaron un descanso más largo de los que esperaban, así que Tom aprovechó  para sacar su libreta y empezar a dibujar el hermoso paisaje que tenía a su alrededor, e hizo un pequeño retrato de Catherine cuando estaba distraída, y mientras él estaba concentrado dibujando sus ojos, la castaña lo rodeó con sus brazos, dándole un abrazo por detrás. Catherine recargó su cabeza en el hombro de Tom y él pudo sentir cómo se le formaba una sonrisa a la castaña.

- ¿Viste a un hada mientras estábamos caminando?- preguntó Catherine.

- No exactamente, vi a algo más hermoso aún.- le contestó el castaño mirándola a los ojos.

- ¿En serio? No hay nada más hermoso que una hada.

- Sí lo hay, y estoy viéndola justo ahora.- y dicho eso, Tom junto sus labios con los de Catherine en un suave y cálido beso, que ella respondió inmediatamente. Le tomó sólo unos instantes al castaño para dar la vuelta y estar frente a frente con Catherine, quien lo tenía abrazado por el cuello, él abrazó su cintura y la acercó más a él. Se separaron por falta de aire, y cuando abrió los ojos vio a la castaña con los ojos cerrados, ligeramente sonrojada y una sonrisa tan grande, que hizo que él sonriera también.

- ¿Sabes? Tengo el presentimiento de que eres un poco cursi. – dijo ella soltando una pequeña risita.

- Es mi único recurso para tratar de impresionar a las chicas.- dijo Tom riendo también.

Catherine sólo lo abrazó y escondió su cara en su cuello, haciendo que su aliento le hiciera cosquillas, y él encantado le devolvió el abrazo. Checó rápido su reloj, en el cual se leía “1:30”, y al soltarse del abrazo, tomaron todas sus cosas y siguieron su camino.

***

Cuando empezó a meterse el sol, decidieron parar por ese día y empezar a armar la carpa para no tener que estar tan expuestos al frío, ya una vez que terminaron, pusieron adentro los sacos para dormir e hicieron una fogata con leña que encontraron cerca de ahí. Tom no dejaba de agradecer los ocho meses que estuvo en los boy scouts, ya que logró impresionar a Catherine con sus habilidades para prender la fogata y la rapidez con la que armo la carpa con los nudos que aprendió cuando tenía once años.

Tomaron una taza de café con leche, que sorprendentemente seguía caliente a pesar de haber estado en su mochila todo el día; y comieron las moras que habían recogido al mediodía junto con unas nueces que Tom se había llevado desde su casa. Decidieron que era momento de dormir y en el reloj de Tom programaron una alarma para las cinco de la madrugada, y se metieron en sus sacos de dormir, pero antes de que Catherine se metiera al suyo, saco una frazada grande para cobijarlos a los dos, Tom le dio las buenas noches con un beso y la castaña se acomodó a su lado con un abrazo.

“Si así van a ser los demás días de excursión, no nos va a pasar nada” pensó Tom.

Pero él no sabía a lo que se enfrentarían.

*En Multimedia está una imagen de Noah Centineo, nuestro romántico Tom*

Bonita semana, Karla :)

Mundos Escondidos (P A U S A D A)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora