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La atención a veces podía ser agotadora, Kim Seokjin conocía muy bien ese terrible sentimiento que tenía de vez en cuando al enterarse que toda la atención que recibía era más que nada para tenerlos al frente con él y cumplir con algunos de sus caprichos, fiestas privadas en su casa en donde todos se aprovechaban del dinero y la mansión por casa que tenía compartida con su familia, además de pedirle favores monetarios, pero por supuesto Seokjin no le prestaba dinero a nadie, y a consecuencia de esto, surgían discusiones, Seokjin se preguntaba si acaso habría en el mundo una persona que no le interesase por su dinero.

Hoy no era precisamente un buen día, había discutido con una chica que le estaba prácticamente exigiendo que le diera un poco de dinero a cambio de acostarse con él, pero Seokjin se había negado rotundamente a eso, la chica comenzó a exasperarse y se estaba volviendo una completa cacatúa gritando y parloteando un millón de cosas que ni siquiera Seokjin logró comprender ni la mitad de todo lo que estaba diciendo, pues se trataban de puras frases al azar que ni siquiera tenían coherencia alguna, por lo que prefirió largarse de allí y dejarla hablando sola.

Ahora se encontraba sentado cerca de la entrada a la biblioteca, abrazando sus piernas contra su pecho y recargando su espalda sobre la pared más cercana, sus ánimos estaban por los suelos al igual que su trasero, no se sentía animado, ni siquiera sentía que algo podría animarlo.

Mientras que Seokjin se estaba sumiendo en sus pensamientos y analizaba la situación que le había pasado, alguien más lo miraba de lejos, Yoongi no se consideraba un experto en distinguir la tristeza, pero ese chico en ese preciso momento se veía sumamente desanimado, Yoongi había sido fiel testigo de lo que había pasado con Seokjin hace ya casi un par de horas, el plan del escritor era ir con Seokjin y entregarle un paquete de galletas de chocolate —pues había investigado que a él le gustaba mucho—, y pensó que sería una buena manera de hablarle y pedirle el favor, pero cuando estaba a punto de ir hacia él, la chica que estaba acompañando a Seokjin comenzó a gritarle un sinfín de cosas que ni siquiera Yoongi se creyó con el valor suficiente para ir e interrumpir todo aquello, por lo que decidió que lo mejor era guardar su soborno y esperar.

Había esperado un poco en su aula de clases y después decidió salir, había logrado dar de nueva cuenta con Seokjin, pero cuando estuvo dispuesto a saludarlo, detuvo sus acciones, y es que miro a Seokjin, cabizbajo, sin sonrisa alguna, y con un semblante totalmente apagado en su rostro, parecía inclusive que tuviera una nube enorme de lluvia siguiéndolo por donde andaba, Yoongi había mirado el paquete de galletas en sus manos, sabía que un simple paquete de galletas no era suficiente para animar a una persona triste, por lo que opto por una nueva decisión.

Y así fue que Yoongi había terminado allí de nuevo, a unos cuantos metros escondido detrás de la esquina de uno de los pasillos mirando hacia Seokjin quien parecía que ni siquiera el mejor de los comediantes podría sacarle una sonrisa.

—Aquí voy... —dijo Yoongi en un resoplido antes de comenzar a avanzar, sabe que el momento es preciso para pedir algo, y ahora sabía que ese no era un gran momento, pero debía intentarlo, no podía ser tan difícil.

Camino los pocos metros que le faltaban para llegar hacia Seokjin, y en cuanto lo hizo, al ver que el chico no estaba dispuesto a levantar la mirada, se coloco frente a él, y se inclino un poco sin doblar las rodillas hacia él mientras extendía su brazo. Seokjin no entendía el por qué alguien estaba frente a él, quizás sería alguno de sus "amigos" que venía a darle algo de consolación por lo sucedido, pero en cambio, la imagen de un helado de chocolate con cereza fue lo que vio, el tenue aroma de ambos ingredientes llego a sus fosas nasales, parpadeo un par de veces y entonces levanto la mirada, y no pudo evitar sentirse sorprendido al observar que no se trataba de uno de sus amigos, ni siquiera se trataba de alguien que conocía, el chico frente a él tenía ojos gatunos de un marrón que le pareció muy lindo, además de un semblante serio.

—Kim Seokjin —dijo su nombre—, ten.

Seokjin miro el helado, no negaba que le encantaban los helados, amaba casi todos los sabores que existían, era uno de sus postres favoritos, pero de sólo recordar que la posibilidad de que ese chico le pidiera dinero estaba más cerca, hizo que frunciera el ceño y apartara el rostro para no ver ese delicioso postre.

—No lo quiero —comento Seokjin, Yoongi parpadeo un par de veces.

—Lo compré para ti —dijo Yoongi.

—No me interesa si lo compraste para mí, puedes comértelo —menciono Seokjin—, no pedí que vinieras con un helado para mí, ni siquiera te conozco.

—Soy Min Yoongi —necesitaba ayuda, mucha ayuda, soltó un suspiro y alejo su mano, Seokjin pensó en la posibilidad de que ese chico se fuera, peor en cambio, Yoongi se acomodó, sentándose en posición de loto en el suelo, y estiro de nuevo su mano con el helado, Seokjin lo miraba de reojo—, escucha, sé que no nos conocemos y eso —se encogió de hombros—, pero necesito de tu ayuda.

Seokjin ya se lo temía, rodo los ojos y volvió a ver al chico de piel pálida, sabía que eso pasaría, no podía tener ni siquiera cinco minutos de descanso sin que alguien viniera hacia él sólo para pedirle dinero, no quería escuchar esas tonterías de nuevo, así que no lo pensó mucho.

—No te daré dinero —dijo Seokjin en un tono golpeado—, no te conozco, y jamás le presto dinero a ningún tonto de por aquí, será mejor que te largues antes de que en verdad me moleste y...

—¡No quiero tu dinero! —lo interrumpió Yoongi.

—Mentiroso... —Yoongi soltó un resoplido al escuchar eso.

—Escucha, en verdad no quiero tu dinero —relamió levemente sus labios—, no me interesa —Seokjin podía reconocer a los mentirosos, ha estado rodeado de ellos todo el tiempo, y no quería sentirse sorprendido, pero frente a él no estaba sentado un mentiroso, por lo que decidió escucharlo.

—Entonces, ¿qué es lo que quieres? —pregunto, Yoongi sonrió tenuemente al escucharlo.

—Necesito de tu ayuda para realizar un ensayo —comento Yoongi y Seokjin elevo una ceja al escuchar eso.

—No hago tareas de otros.

—No, no es para que lo hagas —dijo Yoongi mientras negaba con la cabeza—, seré yo quien lo escriba, solamente necesito de tu opinión.

—¿Mi opinión? —Seokjin en verdad se sentía desconcertado por toda esa situación en la que se encontraba—. ¿Para qué querrías la opinión de alguien como yo?

—Créeme, en verdad la necesito —Yoongi le regalo una sonrisa—, es importante, no sé como convencerte realmente, pero, toma —volvió a ofrecerle el helado, y esta vez Seokjin si lo tomo, después Yoongi aproximo un paquete de galletas, y los ojos de Seokjin brillaron—, ¿podrías ayudarme?

Seokjin no era fácil de convencer, pero la comida era su máxima debilidad, sobre todo las galletas, el helado, los pasteles, y ahora tenía dos de sus debilidades para él, gracias a aquel chico de piel pálida.

—Esta bien, te ayudaré —accedió por fin, y Yoongi sonrió en grande, no pudo evitarlo, ya solamente le quedaba un chico por convencer.

—¡Gracias, gracias, gracias! —exclamo Yoongi feliz, haciendo que Seokjin sonriera levemente, Yoongi se incorporo algo torpe para quedar de pie—. Te avisaré cuando te necesite, ¿sí?

—Perfecto —comento Seokjin.

—Y, por cierto —dijo Yoongi antes de retomar su camino—, no sé lo que te haya dicho esa chica, pero sea lo que sea, no deberías de ponerte triste, Seokjin.

El mencionado no dijo nada, solamente se quedo mirando al chico que se iba casi corriendo a su siguiente clase, miro el helado y las galletas que le había regalado, de algún modo ese chico había logrado que inclusive el asunto de la chica se fuera por unos momentos de sus pensamientos, sonrió hacia el helado antes de llevarlo hacia sus labios para disfrutarlo.

Looking For LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora