Capítulo 3: Orión

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02 de mayo, Orión

Debía de mantenerse alejo. Shikamaru, en el pasado hubiera podido solo quedarse callado junto a los demás, rodeado de tantas personas, aun cuando su expresión fuese de parpados perezosos, seguía llamando la atención. Y luego que eso paso, cortó su respiración y se marcó en lo alto de su pecho, casi dejando una profunda cicatriz solo a su vista.

No era él mismo de la adolescencia, ni tan amargado como plateaban los demás, tenía solo sus momentos.
Su cuerpo se remueve entre las sábanas de su cama, queriendo encontrar la posición más cómoda para lograr adormecerse, sentirse pesado, en el vacío de su consciencia, lo sintió, aquellas manos rodeando su cuello y haciendo presión. En la oscuridad podía escuchar a alguien jadear, y soltar en gruñido cerca de su oído.

Podía escucharlo, era una burla que empezó a odiar cada vez que sus parpados caían rendidos. Se aisló, y fue lo mejor. Shikamaru cree que fue lo mejor para lo cansada que estaba su mente.

Sin embargo, con ella, con la rubia fantasía y de ojos curiosos, las cosas se complicaban, el golpe en su pecho volvió a surgir. Sentimientos que antes no surgían antes y que ahora con tan solo pensar en ella, explotaba, en cada uno de los segundos en los que Naruko apareció.

Shikamaru es una granada, mientras que Naruko es quien sostiene el pestillo de control.

—¿Dejarás de suspirar tanto, Shikamaru? Tu alma se perderá con facilidad.

—Créeme, es lo que necesito ahora, quizás así dejarás de molestarme.

—¿Qué? —la chica de cabello rubio sostuvo con fuerza su mochila, mientras Shikamaru pasó a su
lado, rozando su hombro, con expresión aburrida, sin siquiera mirarla. Solo frunció el ceño al sentir el leve aroma de jazmín en ella— debes saber que eso no funciona conmigo.

Se estaba volviendo un problema para él. Fueron tantas las veces en las que tuvo que reprimir sus acciones, en las que su cabeza parecia dejar de funcionar y reaccionaba primero su corazón.

Podía explotar, y eso no sería bueno, la chica no tenía culpa, aunque si no estuviera ella, nada de lo que
su mente hablaba hubiera estado.

Claro que la tiene.

Desde que ambos salieron de la enfermería, Naruko se había proclamado su amiga sin darle
derecho de negación. Shikamaru, se rodeó de la sonrisa que nunca se alejaba, se convertía en un
arma que nublaba sus amargos sentidos, de golpe, asustándolo. Y todas las veces que burlaba su
mirada marina, algo dentro de él se detuvo.

Tenía toda la culpa de que nada estuviera siendo igual en su vida.

Shikamaru estaba seguro de que
no pidió una repentina revolución a su amado ambiente. No, jamás lo pidió, pero… ahora estaba ella.

¿Qué estaba mal?

Dentro de aquella universidad, llena de quienes quieren un futuro, los que solo estaban para matartiempo y dinero. Alrededor de ese ambiente, ella se convertía en algo singular y único. Lo hacía enojar, estaba seguro de que la consideró peligrosa,
incluso la categorizó dañina para él, un peligro que podría llegar a enfermarlo si así lo deseaba.

Y no quería, no lo necesitaba.

Cuando sus miradas chocaron, cuando su sonrisa iluminó su sendero, cuando las estrellas ocultas en su piel, se hicieron presente bajo su mirada, se complicó todo.
Porque sí, como la primera vez, siguió viendo detenidamente sobre su piel, como los lunares fueron formado una nueva constelación a su vista, detalles tan pequeños, que hacían picar sus dedos por acercarse a unirlos.

Trazos De Estrellas; ShikaNaru Fem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora