04 de mayo, en la piel
Entonces, dejó de ir a la universidad. Se encerró en la oscuridad de su apartamento, comió cuando su cuerpo rogó por alimento muy a su pesar. Ignoró las llamadas de su padre y mejor amigo, solo concentrándose en las idas a su trabajo.
Ignoró cada una de las veces en las que su subconsciente le detalló la historia de orión, incluso cuando ella solo le dedico vagas palabras hacia él, palabras que calaron dentro de su alma. Naruko parecía saber lo que él desconocía de sí mismo. Por lo que prefería evitarla, como un cobarde.
Su mirada vagó por las personas con manchas que cubrían su rostro, que entraban y salían del local, mientras que este poco que se comenzaba a vaciar, lo cual para Shikamaru eso era una gran ventaja. Porque no quería lidiar con nadie, solo permanecer en el
área de administración es suficiente para él. Mucho más cuando podría mantener su mente ocupada.
Lejos de la chica que se estaba convirtiendo en problema al que no había logrado hallarle una solución rápida. Después de todo, Naruko, como se obligó a recordar, había hablado de estrellas como si las conociera. Había historias que deseaba ser conocidas, voces que jamás lograron ser escuchadas estaban resguardaba con el pasar del tiempo. Y eso era lo peor, que su mente se adaptara a su presencia, al igual que al tono divertido de su voz.
La chica no era tímida, y eso era lo más problemático.
Lo que más le llamaba la atención y lo desconcertaba por completo. Shikamaru sentía que el tiempo que debía gastar en solo vagar en sus pesimistas pensamientos, se iba tan lento a lado de ella. Naruko hacia que todo fuera algo mucho más diferente. Quería tener una imagen equivocada de ella, quería que hubiera algo que lo hiciera romper aquel centro, que esa unión que se creó en él sin querer.
Pero, nada de eso ocurrió, por lo que prefirió dejar de asistir a sus clases.
—Oe, Shikamaru, te buscan afuera —escuchó a ese alguien en la puerta de aquella pequeña oficina que odiaba. Si la voz concordaba con sus recuerdos, podría llegar a ser Ino, por lo que solo suspiró y se levantó del sillón en donde estaba acostado.
Intercalado entre la voz de sus padres y la de Sam, quienes eran los únicos con poca paciencia para buscarlo en su trabajo, después de tenerlos ignorados por largos tres días. Sin embargo, al salir de su escondite, solo pudo reconocer los cabellos rubios y su sonrisa.
No puede ser…
¿Cómo llegó aquí? ¿Por qué esta aquí?
—Shikamaru, esta señorita te está buscando, porque no estas asistiendo a tus clases.
El mencionado dirigió una mirada hacia el otro que lo estaba acusando, solo para notar esa mancha que no le dejaba notar la molestia de aquel hombre mayor, quien era su jefe y de quien no recordaba su nombre. Chasqueó la lengua cuando se acercaba hacia el mostrador, en donde ella no dejaba de observarlo ansiosa, cosa que no era difícil de notar para él. Después de todo, jugueteaba con el agarre de su mochila.
Una muy mala costumbre que no debí memorizar.
—Habla con ella, sabes las reglas del local —palmeó su espalda mientras los dejaba a ambos solo. Shikamaru exhaló. Asistir a clase es una obligación.
—Ven.
Metió ambos manos en los bolsillos para evitar algún extraño roce entre sus manos, quería anticiparse a cualquier cosa. Naruko lo siguió en silencio, poco común en ella. Y eso también lo desesperaba.
Ahora soy indeciso, gracias Naruko, queriendo alejarme de ti, y tú sigues regresando.
Abrió la puerta de vidrio que daba hacia el salón de descanso al aire libre que tenían, un lugar que no era secreto para sus compañeros que Shikamaru le gustaba utilizar. Muchos evitaron hacer comentarios sobre la chica, después de todo la mirada perezosa del chico de cabello largo también podía llegar a ser severa. Mejor evito todo lo que es innecesario.
—Y bien ¿Quién te dijo donde trabajo? ¿Qué te trajo hasta aquí? —preguntó al ver como esta se sentaba a su lado.
—Hola a ti también Shikamaru —refunfuñó la rubia—. Y la profesora de artes fue quien me habló de tu trabajo, yo solo le pregunte por ti, ya que no ibas a dormir en los antiguos salones.
—Kurenai… —Naruko asintió, sin mirarlo. Shikamaru quería saber el porqué de esa actitud, pero tampoco preguntaría. Evitar cosas innecesarias—. ¿Solo era eso?
—¿Por qué no vas a clases?
Porque tú eres la primera causante de todo lo que está mal, quiero mi vida de vuelta, rubia—. No me apetecía, listo ¿Te acompaño a la salida?
—No. Tú… ¿Por qué actúas de esta manera? ¿No te agrado?
—Naruko…
—No, estuve preocupada desde el viernes sobre lo que dijiste, sobre solo desaparecer, pensé en cada una de las cosas que puedes estar pasando. Y quise darte una mano, pero no viniste y creí llegar tarde, Shikamaru… nos conocemos hace poco, pero… pero… — Naruko apretó entre sus manos la correa de su mochila, sin dejar de observarlo y el brillo azulado estaba derrumbándolo.
No debía de ser así. Jamás se trató sobre él. Siempre fue ella, ella era única que lo sacaba de sus casillas, que lo hacía decir cosas demás. Jamás debía de ser sobre lo que guardaba como un secreto. Jamás debió de ser así.
—Sé que no debo entrometer en la vida de los demás, a muchos le desagrado por eso Shikamaru, pero quiero ayudar, quiero ayudarte… —continuó Naruko acortó las distancias de su cuerpo, abrazándolo, mientras el chico solo la escuchaba, aturdido, temeroso y sin comprender nada. No ella, por favor—. Dame una oportunidad para ser tu amiga, para ayudarte, Shikamaru…
La rubia con estrellas se alejó del cuerpo contrario al notar como este no correspondió su abrazo. Alzó su mirada, solo para notar la indiferencia en la mirada oscurecida en Shikamaru, algo que no podía cambiar.
—Tú… —suspiró Shikamaru, sin saber que decirle a ella. Porque era el problema, ella era la causa por la que no se entendía, por la que su pasado parecía querer volver a atormentarlo, recordarle imágenes que habían sido borradas. Desconocía que tanto sabia Naruko sobre él, después de todo, nadie era ajeno a su historia ni a su cambio. La causa quiere ayudar, lo que era mucho más irreal—… eres muy problemática. Tú lo empezaste, tú lo terminas.
—Entonces…
—Tsk, haz lo quieras. —Alcanzó a decir, quiere evitar ese brillito de emoción que dejaba sus ojos.
—Mnn. Lo haré, y ¿Shikamaru? No me rendiré contigo. —Corrió a la salida.
—Sí, lo que sea…
Te mentiste Shikamaru —escuchó esa rasposa voz en su mente.
Es la primera vez que lo hago, cuando se enteré desaparecerá de un chasquido.
Parece que olvidas como es ella. No te arrepientas.
No lo haré, nada cambiara, correrá en la primera oportunidad que tenga.
Recuerdas las estrellas… Cumplen deseos si los pide con el corazón ¿No es mejor pedirle uno? Recuerda que siempre escuchan, sin importar qué…
Shikamaru no respondió al debate interno que siempre tenía con la maldita voz que siempre hacia su aparición, molestándolo y cuestionando sus decisiones. Quería lejos a la chica, entre más lejos mucho mejor, pero a la primera oportunidad ya había aceptado lo que ella quería. Ayudar. No necesitaba ayuda, desde hace mucho que no la necesitaba, pero tampoco se lo quería negar. No se comprendía, y por eso la culpaba.
¿Debería pedir un deseo?
Shikamaru negó con la cabeza, mientras buscaba un cigarrillo en su bolsillo en conjunto al encendedor, lo colocó en sus labios, encendiéndolo. Inhaló la nicótica, ignorando el ardor en su pecho y el picor de su nariz cuando lo dejó salir lentamente. ¿Un deseo eh…? Observó el encendedor, acariciando los detalles sutiles de su diseño. Cerró los ojos y dejó que las palabras correctas fueran dichas por esa voz razonadora que lo mantenía cuerdo. Lo demás lo dejaría fluir.
O simplemente se volvería a rendir antes de que la esperanza empezara a aparecer, y buscara lastimarla.
Naruko quiera ayudarlo, y Shikamaru la dejaría, como no lo hizo con los demás. Dejaría que las estrellas en ella fueran las que hablaran.
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Trazos De Estrellas; ShikaNaru Fem!
ContoLas estrellas... saben escuchar a los deseos acallados de los buenos corazones... sí en una noche cierras los ojos y les hablas sin temor, podrán escucharte. ...