Angustia

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Fuimos a ver a Rudy Holiday al hospital, pues mi hermano quería  despedirse de él y su familia antes de partir, y me pidió que lo acompañara.

La verdad no me interesaba verlo hoy, pero necesito de todas formas ir al hospital. Estuve unas semanas rondando por la recepción, y la verdad estoy mucho más interesado por el piano, sobretodo ahora. Es mi última oportunidad para mostrarle mi regalo de despedida a Asriel.

Puede ser algo estúpido y cursi dedicar una canción, pero es lo único que puedo darle, ya que en todo lo demás, sobrepasa con creces las expectativas de cualquiera.

La recepcionista ya me conoce, y se alegra de que toque una vez más. Ella ha sido testigo de todas mis prácticas. Estoy algo nervioso pero determinado; haré que esto sea memorable.

Poco a poco mis dedos se encuentran con las teclas y las presionan con suavidad. La música llena el salón y retumba en sus paredes. Siento como mi hermano se aproxima a paso veloz y se asoma por la mampara:

-¡Wow, si que haz mejorado hermano! Es la melodía más bonita que he escuchado, pero es algo melancólica ¿no crees?- dice. Siempre da su opinión sin pensar, a diferencia de mí que prefiero callar mis juicios y meditar sobre lo que quizá trató de expresar esa persona.

No me detendré ahora. Con la melodía vienen todos mis recuerdos infantiles de manera difusa. Algunos son felices y confortables, pero rápidamente cambian por momentos duros, que a nuestra corta edad hemos tenido que enfrentar sin las armas adecuadas.

Sigo tocando el piano, sin embargo mis ojos se nublan y arden. ¡No importa, ya estoy llegando al final!

Mi hermano me mira con preocupación, pues la melodía empieza a cambiar y los suaves golpecitos se convierten en salvajes choques contra las notas más tenues, como si fueran lágrimas y gritos de angustia: Tengo que aceptar todo sin decidir nada nunca, tengo que esperar y asentir día tras día...

Terminé con una escala descendente hasta la nota más profunda y grave. Siento aplausos distantes y un elogio distraído de la secretaria, pero no el de él. Eso era lo único que quería y no lo conseguí. Solo me observa. Tal vez entendió el mensaje:

-Buena suerte, hermano. Ten buen viaje...- digo sin mirarlo a los ojos.

Él toca mi hombro y me agradece, aunque en su mirada puedo ver un poco de culpa. Siempre usé el piano para canalizar mi emoción, y estoy seguro que entiende como me siento.

Es bueno, hasta para eso.

🌌Por favor, nunca te rindas🌌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora