I

73 11 1
                                    

𝙿𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚝𝚊.

Hoy me encontraba sentado en un pequeño banco del parque frente a mi residencia, esperando de manera entusiasta a que cayera la noche.

Desconocía el momento exacto en que sentí mis ojitos picar. Sintiendo suavemente el paso de mis cálidas lágrimas por mis frías mejillas.

Sí, era nuevamente la época de invierno.

Una época a la cual solía amar.

Pero ahora solo era para mí un momento de inundar mi cabeza, de los que alguna vez fueron momentos felices y llenos de tranquilidad.

Momentos en los que no tenía que preocuparme por más nada que no fuera respirar.

Me hice un ovillo en el pequeño espacio, cerrando mis ojos y abrazándome a mí mismo. Buscando confort.

La risa inocente, pero escandalosa de los niños a la distancia, provocaban que pequeñas muecas aparecieran en mi rostro, sonrisas forzadas que simplemente opacaban el brillo dolido de mis ojos.

Podía ver cómo todos eran felices, menos yo.

Sin embargo, reí de manera ligera como un lunático. Yo no tenía el derecho a llorar, no sabiendo que miles de personas la estaban pasando peor que yo en estas circunstancias.

Pero aun en el fondo, creía que lo que hacía no era incorrecto. Llorar estaba bien, ¿verdad?

Si todos lloraban cuando se sentían mal ¿Entonces por qué me lo prohibían?

Mi pechito no dejaba de doler, realmente quería llorar a gritos como siempre había soñado.

¿Por qué simplemente no podían tratarme como alguien normal?

¿Por qué mierda se ríen de mí cada vez que lloro, pero yo no puedo hacer lo mismo cuando ustedes lo hacen?

Me parecía injusto y sobre todo, muy, muy doloroso.

Con cada sollozó reprimido, el cual ahogaba cada vez que sentía a alguien pasar cerca de mí. Podía sentir tus cálidas y suaves manos abrazarme.

Tu suave y serena voz arrullándome, diciéndome que todo estaba bien y que no había nada malo en mis acciones. Todo ese mar de emociones que flotaban y estrujaban mi pecho me hacían llorar cada vez con más fuerza.

Maldita sea.

¿Por qué mierda no te podía tener entre mis brazos? ¿Por qué no podías estar tú verdaderamente aquí a mi lado?

Si soñar despierto era un sinónimo de demencia, entonces lo estaba. Porque no lo soportaba más.

Te necesitaba aquí, justo ahora.

Inhale y exhale durante algunos segundos. Escuchando en mi mente como tu hermosa voz y tus suaves caricias me tranquilizaban.

La Luna ya estaba saliendo de su escondite y pronto el cielo nocturno sería espectador de mis penas.

Seguí con mis ojos cerrados, imaginado que estabas aquí, presente, justo como hace algún tiempo lo estuviste.

Tu recuerdo era la nostalgia más dura de afrontar.

Una realidad a la que solamente podía escapar cuando el hermoso brillo de la Luna no estaba en lo más alto del cielo.

Abrí los ojos y lo que más temí estaba otra vez presente. No estabas allí para verte, pero mi imaginación y tu bello recuerdo lo hacían posible.

Si mi corazón era capaz de mostrarme tu alma, entonces quería confesarte mi amor por toda la vida que aún tenía yo por delante.

Sí, aceptaba que no estabas a mi lado y posiblemente en esta realidad nunca más lo estarías.

For a Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora