IX

28 9 4
                                    

Novena carta

"¡Grandes noticias Woongie!

Estoy seguro que te pondrás muy feliz donde sea que estés justo ahora.

Hace unos tres meses logré mudarme a una casa lejos de mis padres. Ellos simplemente me tenían atado por el simple hecho de encontrarme emocionalmente inestable.

Me ha ido bien, es bonita y grande. En mi trabajo no han habido problemas y tampoco lo han tenido mis obligaciones como «El Heredero».

La semana pasada traje a una personita a vivir conmigo.

Si, oficialmente tengo a mi hijo.

Fue un tanto complicado tener su custodia, pero ahora nadie puede negar que legalmente es mío. Lo encontré una noche de lluvia y relámpagos, venía regresando corriendo del trabajo hacia mi hogar cuando llantos me desubicaron; después de la guerra, secuelas como escuchar los llantos de los niños, los gritos o las risas de las personas en medio de la oscuridad, entre otros, no dejan de darme escalofríos.

Pero aún así, como se trataba del llanto de un niño, corrí en su dirección, con una pequeña linterna alumbré hacia todos lados, viendo como desesperadamente una bolsa de basura no dejaba de moverse.

Las náuseas que sentí por ver esa escena no se comparaban a la ira que crecía poco a poco dentro de mi.

Efectivamente, cuando rompí aquella bolsa, un pequeño completamente desnutrido fue lo que llegó a parar en mis manos, estaba tan liviano, que grité de horror cuando sentí que podía romper sus huesos.

Lo único que se repetía en mi cabeza era «Mierda, mierda, mierda»

Temí lo peor cuando lo ingresaron a emergencias en el hospital, la presión en mi cuerpo decoloró mi rostro y las enfermeras tuvieron que revisarme a mi también por ello. Creyeron que me iba a desmayar, aunque a decir verdad estaba a nada de hacerlo.

Es que... De verdad odiaba a esas personas que abandonaban a seres tan pequeños e indefensos esperando por su muerte.

Demonios, estábamos en los 70, en algún punto tendríamos que parar, ¿no?

Ya te imagino haciendo tus berrinches y tu carita roja mientras lees esto, al igual que yo, sé que también darías cualquier cosa por un ser indefenso en problemas.

Me lo demostraste con nuestros pequeños.

El pequeño estuvo en cuidados intensivos por un largo tiempo y como no había ningún familiar de por medio, me encargué yo mismo de pagar su tratamiento.

El hospital y uno que otro juez, finalmente me dieron la autorización para volverme oficialmente el padre del pequeño, cuya identificación no existía siquiera en los hospitales, se dedujo que el pequeño había nacido naturalmente en algún lugar de Seúl.

Kim Tamu.

Así nombre al pequeño en honor a nuestro hijo mayor, Hwanwoong.

¿Te gustó la idea?

Curiosamente ambos comparten características, eso de alguna forma alivia mi corazón de una manera incluso más sana.

Tiene tres años, debido a la desnutrición a primera vista te hacía pensar que era un niño mucho más pequeño, pero gracias a mi ahora tiene un peso adecuado para su corta edad, también es muy inteligente y tranquilo, balbucea, pero aún no habla.

For a Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora