III

55 10 5
                                    

𝚃𝚎𝚛𝚌𝚎𝚛𝚊 𝚌𝚊𝚛𝚝𝚊.

"Te conocí cuando tenías trece años.

En aquella oportunidad yo tenía dieciocho, cuando mi tío nos presentó en la escuela gracias a que llevaste informes sobre algunos eventos que debíamos organizar para aquel entonces. Eras pequeño, una masita de grandes ojos y mejillas redondas.

Nuestro primer intercambio de palabras no fueron más que expresiones nerviosas y leves saludos. No era sorpresa si ya me conocías, todos en la escuela sabían quién era. Pero tuve el honor de conocerte yo a ti.

A las semanas, cuando ya me iba a casa luego de terminar la jornada escolar. Te ví rodeado, atrapado de un grupo que no me causó buena espina.

Recuerdo que uno de ellos te estaba insultando por algo completamente fuera de tu comprensión, lo veía en tus ojos, estabas nervioso a pesar de que parecías tener todo controlado.

Decidí salvarte sin importar que transmitieras completa seguridad en tus palabras.

Aquellos mocosos no se volverían a meter contigo y si lo hacían, diablos, me iban a conocer. No eras débil, al contrario, me impresionó lo fuerte que eras, pero defenderte hacia a mi corazón latir en completa calidez.

Nuestro siguiente encuentro fue en un baile de graduación, fuiste el invitado de Seoho para el evento, pero entablar mucha más conversación contigo fue una sensación de plenitud.

Recuerdo que llegaste a sentirte incómodo por algunas miradas, pero solo bastaron mis palabras para que una sonrisa tímida apareciera en tu lindo rostro."

Estaba tan enfocado en culminar la carta, que el sonido de la campana del lugar, acompañado de una curiosa voz que ya conocía, me sacó de mi burbuja. Seoho ya estaba entrando a la cafetería del centro. Había vuelto al país desde hace unas horas, por lo que recién salía del hotel donde se hospedaba.

Un chico de altura promedio, completamente cubierto de pies a cabeza ingreso al lugar, calentando un poco sus manos del frío clima. Su mirar divagó entre las personas, hasta que alcé mi mano, indicándole que llegara hasta mi, mientras me dedicaba a guardar con cuidado el papel con el que me deshaogaba.

—Hyung.

—Ha pasado un tiempo, Seoho—Me levanté, haciendo ambos una reverencia que terminó en un profundo y cálido abrazo—¿Estuvo bien el viaje?—El chico suspiró.

—Hubo algunos problemas en el puerto de Tokio, pero al menos logré ingresar a tiempo.

—Me imagino...—Le ofrecí una pequeña taza de café, siendo recibida por él con una nueva reverencia—Me enteré de lo que le ocurrió a tu padre, lo lamento—Seoho negó.

—No se disculpe, hyung. Es algo que no se podía evitar de todos modos. ¡Ah!—El chico me miró a los ojos—Lamento haberle llamado tan temprano, en América no lograba una conexión tan directa como en Japón para que mi voz llegase a usted, solo aproveché la oportunidad.

—Debo suponer que algo te está preocupando—Dije, dando un pequeño sorbo a mi taza correspondiente—Me gustaría creer que es por el trabajo... Pero sé que se debe a algo más, ¿Iremos directo al grano o prefieres pedir algo para compartir con ese café?

El padre de Seoho había muerto hace unos cuatro meses atrás de un cáncer pulmonar, me vine enterando hace unas horas fue gracias al hermano menor de Seoho, quién había llamado desesperado, preguntando por la repentina desaparición de su mayor.

For a Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora