Secreto Fraternal (yaoi)

XI. Ted ya no es un niño

Narra Ted:

Pasaron varios meses desde la última vez que tuve un "acercamiento" con Tim. Al final aquella vez de la fiesta de cumpleaños no fui capaz de interferir en su vida como tenía planeado, tampoco pude cuando tiempo después fui a conocer a Tina que acababa de nacer. De cierto modo, aunque mi caprichoso enamoramiento por mi hermano arde dentro mío como mil infiernos, soy consciente de que no puedo destruir la familia de las personas que quiero. Quiero a Tim y quiero a mis sobrinas, muy a mi pesar.

La llamada de Thabita de cierto modo mejoró mi relación con toda la familia, he llegado a un punto donde pasar tiempo junto a la persona que quiero, aunque no pueda tocar su piel ni besar sus labios, me basta. Al final, pedí que me transfirieran a mi ciudad natal, visito regularmente a mi madre y puedo ver a Tim los fines de semana, cuando él también la visita. Sé que entregarme a este amor imposible es una tontería y una pérdida de tiempo, pero mi corazón es demasiado terco.

Por ejemplo hoy, me desperté de muy buen humor porque es domingo y sé que lo veré. Conduzco a la casa de mi madre, una canción bastante alegre suena en la radio y combina con el soleado día; cuando llego observo la entrada, solo está el auto de mis padres estacionado lo que me extraña, pero es temprano de hecho, es probable que Tim llegue después. La casa de mi infancia hasta hace poco me traía amargos recuerdos de lo que pasó entre mi hermano y yo; la sensación de que fui usado continúa presente, pero con optimismo empecé a ver lo bueno que había olvidado, todas los momentos de diversión y alegría que tuve allí con mi amado hermano.

Toco el timbre y mamá me recibe con una sonrisa, pero no puedo darle un abrazo porque conversa por teléfono. Me limpio los zapatos en la alfombra y entro para tomar asiento en la sala.

   — Ya veo, si, espero que lo solucionen pronto, no te preocupes, será para la próxima...

Observo curioso a mamá que habla por teléfono, cuando cuelga ella suelta un suspiro agotado y me observa con una sonrisa poco convencida.

— ¿Todo bien, mamá?, Tim aún no llega...

   — No van a venir y yo que ya tenía el almuerzo hecho. — Se queja ella, yo levanto las cejas sorprendido, ¿Por qué no van a venir?

Ella nota mi expresión y ríe un poco, suavizando su gesto y sentándose a lado mío.
  
   — Carol ya le había dicho a sus padres que irían a verlos, Tim no pudo oponerse.

— ¿No pudo? ¡Pero si te vemos todos los fines de semana! Al menos debieron avisarte. — Aclaro mi garganta cuando me percato de que alcé la voz; otra de las desventajas de tener un corazón tan terco como el mío es que también es celoso. Esperaba con mucha ilusión ver a Tim.

A la hora de la comida, acabamos siendo solo mamá y yo. Conversamos un poco sobre todo tipo de temas, ella trata de ser comprensiva con varios aspectos de mi vida, aunque cosas como mi terrible amor no correspondido no se las podría contar. Aún así, siento que necesito un consejo desesperadamente.

— Mamá, tú alguna vez tu tuviste un romance... cómo decirlo, ¿malo?— Ella baja el cubierto y me observa, siento que trata de leerme con la mirada.

   — ¿Te refieres a si me enamoré de un patán? Por supuesto que si. — Se lleva una cucharada a la boca y mastica unos segundos, traga y me mira para continuar hablando. — Hubieron varios hombres que solían ser unos tontos, creí que nunca conocería al indicado, pero en el momento menos esperado allí estaba, tu padre.

— Es una linda historia mamá, pero me refiero... ya sabes... a alguien que sabías que no debías amar, pero aún así te entrometiste en ese romance. Tal vez con un... ¿hombre casado?