IX. Ted vuelve a casa (PARTE I)

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— Es el nombre más horrible que he escuchado en la vida papá, no puede llamarse así. — Me dice Thabita mientras trata de abrir un paquete de caramelos, lo logra pero la mitad se le cae al piso. — ¿Me castigarías si los como del suelo? 

   — Tu mamá no está, así que te daré diez segundos para recoger los que puedas. — Mi mini yo me sonríe y empieza a recoger con prisa sus dulces. Es sábado, esos días suelo visitar a mi madre, mi hija realmente quiere a su abuela y esto ha permitido que reconstruyamos un poco nuestro lazo madre e hijo. Carol sin embargo no se lleva bien con ella, suele ir sin nosotros a casa de sus padres ese mismo día.— Si el nombre Tiburcia no te gusta, supongo que tendrás otra idea, aunque dudo que sea mejor pequeña.

— Tim, cualquier nombre es mejor que Tiburcia. — Menciona mi mamá bajando con una cesta de sábanas, ingresando a las lavandería. Vuelve un rato después, yo tengo los brazos cruzados y no tardo en quejarme.

   — Lo dice la persona que le puso a su hijo Lesly. — Mi hija ríe burlona pero se le vuelven a caer los caramelos, el karma instantáneo. — Entonces que sugieren ustedes, hablen.

—Que se llame Unicornio, es el mejor nombre del mundo. — La pequeña castaña se mete el puñado de dulces a la boca y me sonríe, es tonto pero no puedo evitar estallar en risa.

   — Unicornio es una buena opción, ¿tú tienes algo mamá? — Mi madre sigue limpiando y acomodando las cosas en la primera planta, nunca arregla así cuando yo vengo, ¡hasta compró una alfombra nueva!. Ella acomoda unas rosas naranjas en un florero al centro de la mesa mientras medita. La tetera en la cocina rompe a hervir y la interrumpe. 

— Siempre pensé que si tenía una hija mujer... — comenta mientras apaga la cocina y empieza a preparar té, es matcha, no tenía idea de que ella tuviera esos gustos. — ... la llamaría Tina, es corto pero bonito.

— Qué buena idea abuela, Tina es perfecto. 

   — A mí como que aún no me convence, yo me quedo con Tiburcia— Murmuro hundiéndome en el sofá, mi mamá niega con la cabeza y ríe. Sirve el té en unas pequeñas tazas blanca que no tienen asa, estas sobre una bandeja y lleva la bandeja a la mesa de café de la sala. Suspira satisfecha y se quita el mandil, colocándose luego unos aretes, son sus joyas más caras, la miro sorprendido y asustado. Ella nota mi mirada y rueda los ojos.

— Tengo derecho a ponerme elegante de vez en cuando Tim, además hoy es un día muy especial, he esperado esta visita hace tantos años. — Dice mamá nostálgica, sentándose a lado mío y encendiendo la televisión. Está dando una telenovela. 

Volteo la cabeza para los lados, no encuentro a mi hija, me levanto y sigo el sonido de las risas, está leyendo un libro en el patio.

   — Nunca vi a ningún niño o niña tan feliz leyendo un libro tan ancho — Comento alegre apoyado en el marco de la puerta. La castaña se levanta del césped y me llama con la mano.

 — No es un libro cualquiera, es el diario de recortes de la abuela... Y es demasiado chistoso. — Ladeo la cabeza curioso, mamá tiene muchos álbumes y diarios, pero ese en especial me suena bastante.

Tomo asiento en la hierba junto a ella, el patio de mi casa de la infancia es increíblemente grande, era uno de mis lugares favoritos de la casa, Ted y yo pasábamos horas jugando en este. No puedo evitar sentirme insanamente triste pensando en eso, solíamos ser muy inocentes... ¿Qué nos pasó, en qué momento la manzana se pudrió?

— Papá, ¿estás prestando atención a lo que digo? — Sacudo la cabeza afirmativamente, otra vez me perdí en mis tormentos. Trato de olvidar aquella sensación de pena y me fijo en el libro; como si el destino me odiara, está lleno de fotos mías y de Ted cuando niños. — Parece que se divertían mucho, ¿tener hermanos es divertido papá?

Secreto Fraternal (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora