Capitulo 11

310 33 15
                                    

Después de que la situación se calmara, todos se sentaron a tomar mates. Tal y como había prometido, la morena cebó los mates. Mientras tanto conversaban tranquilamente de cualquier trivialidad. Alguno que otro la miraba de reojo por si de repente estallaba, pero ella no hizo nada más que cebar mates y reírse a carcajadas.

Después de su declaración de fraternidad entre ella y Beto el ambiente había quedado tenso. Nadie se quería mandar una macana porque ya la habían visto enojada y preferían ahorrarse la miseria. 

—¿Y como van ustedes con el colegio?—Preguntó Carolina de repente.

Rocio y Beto miraron al equipo con cara de "nosotros ya atajamos, ahora les toca a ustedes".

—Puro 10.—Le mandó Capi.

Los demás fueron tirando número del siete para arriba para no quedar como unos burros, además de que no querían quedar mal adelante de la mujer de la casa. Beto miró a la morocha con una sonrisa divertida y ella se la devolvió. Rocio observó la situación, por alguna razón se sintió en paz, feliz. Hacía mucho que no se sentía así.

La platica siguió alegremente, Carolina se reía con las anécdotas y los comentarios de los chicos, Rocio que había querido animar el ambiente un poquito más, puso cuarteto en el equipo de música. Así que ella y Beto cantaban en voz baja mientras escuchaban las conversaciones. 

—¿Y a alguno le gusta bailar?—Preguntó Carolina por curiosidad.

Todos se miraron entre si como si no supieran que decir, se les notaba indecisos. Inclinaron levemente la cabeza como diciendo "mas o menos".

—Bueno, ahora vas a tener a alguien más que Beto para bailar.—Dijo la mujer dirigiéndose a su hija.

Sin embargo, Rocio solo rodó los ojos y se dejó abrazar por Beto.

—¿Bailas?—Preguntó Loco mirándola.

—Cuarteto, bachata, cumbia, lo típico.—Respondió ella como si no fuera la gran cosa.

—¿Y salís a bailar?—Le pregunto uno de los melli, era el más joven, lo diferenciaba de su hermano por el tono de voz. Además de que él era el que bromeaba más, el otro melli por lo general era más responsable y hasta cierto punto, ortiva.

—No, pero bailamos en las reuniones familiares. Y como Beto es parte de la familia, esta casi siempre excepto cuando no puede. Así que pónganle que bailamos todos los domingos.

—¿Y que te gusta bailar?—Capi intentó esconder el interés claro en su voz.

—A mi más que nada me gusta escuchar a Rodrigo.

—¿El potro?

—Si.

—¿Y no salís de joda?—Preguntó el Pulpo.

Rocio hizo una mueca.

—Poco y nada. Siempre voy con Beto. Igual, aclaro, las "jodas" son cumpleaños de parientes o amigos. No voy a ningún boliche. Aclaro para que no se hagan una idea equivocada.

Hubo un breve silencio donde todos asentían con la cabeza, como si la profesora de matemáticas hubiese dado un tema nuevo y preguntara si todos habían entendido, cuando en realidad nadie había entendido nada y solo decían que si porque no querían volver a escuchar nada sobre la hipotenusa y el ángulo adyacente.

Hasta que en un momento dado todos se miraron entre si, haciéndose la misma pregunta en silencio.

—¿Y no te pinta salir de joda con nosotros?—Preguntó el melli mayor para su sorpresa.

La morocha los miró confundida y miró a Beto con una ceja alzada. Beto la miró unos segundos en silencio y suspiro.

—A veces nos vamos de joda a algún boliche todos juntos.

—Por eso me cancelabas para ir a comer más de una vez, ¿no?—El tonito de voz que uso dio a entender claramente que la información no era bien recibida.

—Si...

Ella hizo una mueca. Pero aprovechando la pregunta, Beto se salvo.

—Pero ahora podes venir con nosotros si queres.

Rocio se hizo la desentendida.

—Vos sabes bien que no me gusta ir a esos lugares. Y yo no soy como mis compañeras, para que lo sepas.

—No seas tan amargada, Rocio.—Dijo su mamá—Te vendría bien descubrir nuevas cosas. Además, no te cuesta nada ir a probar un boliche una sola vez.

La morocha rodó los ojos con amargura. La idea de los boliches la ponía irritante, al igual que sus abuelos y bisabuelos lo consideraba un lugar muy vulgar. 

—Además —Beto intervino viendo como su hermana se comenzaba a prender fuego literalmente— Vas a tener compañía. Va a ser como una joda grande, dale. 

Con algo de fastidio la morocha lo pensó, suspiró y asintió silenciosamente con la cabeza. Beto quiso festejar a gritos pero una mirada de ella le dejó en claro que no quería quilombo, así que se conformo con sonreír de oreja a oreja.

—Eso si, cuídenmela.—Dijo Carolina.

—Yo la cuido, no se preocupe.—Capi había hablado con tanta seriedad que todos lo miraron con una mirada de: "¿que?".

—La vamos a cuidar.—Corrigió Beto echándole una mirada al Capi. 

Rocio sin saber porque se echo a reír y los demás la siguieron para aligerar el ambiente. El resto de la tarde se lo paso con calma, jugando al truco, al chancho y al Bingo para divertirse un rato. Tan entretenidos estaban jugando que no se dieron cuenta de que la luna había comenzado a alzarse y que con ella venía la oscuridad de la noche.

Cuando Carolina se dio cuenta, ya era hora de hacer la comida.

—Ya es tarde, che. ¿No se quieren quedar a comer?

—Yo no puedo.

—Yo tampoco.

Rocio entonces alzó la voz y dijo:

—¿Y si organizamos para que vengan a comer un asado el fin de semana? 

—Estaría eh.

—Yo el finde si puedo.

—Yo también.

—Listo entonces, el sábado se vienen a eso de las 10 u 11 y ayudan a preparar las cosas.—Dictó la castaña.

Todos asintieron de acuerdo y comenzaron a despedirse. Tanto Rocio como su madre los acompañaron hasta la entrada y se despidieron de todos con un beso en el cachete.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 03, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Amor y Fútbol [Metegol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora