A la mañana siguiente Rocio se levanto, estiro la mano y agarro su celular. La hora marco las nueve y cinco. Agradecía que fuera sábado.
Miró a Beto, que estaba dormido al lado de su cama. Tenía la boca abierta y roncaba un poco. Sonrió.
Debatió entre levantarse o quedarse acostada. Decidió levantarse e irse a cambiarse. Cuando volvió a la pieza, Beto se estaba despertando.
—Buenos días —saludo suavemente.
—Buenos días.
La morocha se sentó en su cama y lo observo estirarse y bostezar.
—¿Queres desayunar? —le preguntó ella.
—Si.
—¿Qué queres desayunar?
—Un matecocido con leche.
—Bueno.
La castaña se levantó y se fue a la cocina. Puso la pava en la hornalla y después agarro dos tazas, les puso los saquitos de matecocido y se quedo esperando a que el agua hirviera. A los segundos escucho que Beto entraba en la cocina y se sentaba.
—¿Dormiste bien? —le pregunto Rocio, dándose vuelta y apoyándose en la mesada.
—Si, ¿y vos?
—También. ¿Quéres galletitas?
—¿Cuáles tenes?
—Pepas y pitusas.
—Joya.
La morena abrió la alacena que estaba arriba de la mesada y sacó los dos paquetes de galletitas. Las dejó sobre la mesa y sacó la pava de la hornalla. Vertió el agua hirviendo en las tazas y volvió a poner la pava sobre la hornalla ya apagada.
Camino hacia la heladera y la abrió, saco la leche y volvió a la mesada. Vertió la leche en una de las tazas. Agarro las dos bebidas ya hechas y las puso sobre la mesa para después sentarse en frente de Beto.
Agarró unas pitusas de chocolate y se las metió a la boca.
—¿Hoy también vas a ir a jugar? —le preguntó.
—Si. Igual si no queres venir esta bien —dijo Beto.
—Nah. Es sábado y tengo ganas de salir. Además esta lindo el día como para quedarme en casa.
Siguieron hablando mientras desayunaban. Como era sábado, sus padres se la pasaban en cama hasta tarde así que no se preocuparon demasiado. Al mediodía se cambiaron y fueron para la cancha.
Estaban tranquilos, pero en el fondo estaban tensos por los eventos de ayer.
Cuando llegaron a la cancha todos los miraron, el ambiente estaba tenso. En completo silencio Rocio se fue a sentar en las gradas bajo la mirada de todos.
Beto se miró con algunos de sus compañeros y empezaron a jugar. La tensión se notaba incluso en el partido.
Cuando tuvieron un descanso, Loco se acercó a la morocha.
—¿Cómo estas?
—Bien...
—Che, perdón por lo de ayer. Capi es....eh
—Si, si. Beto ya me dijo.
—¿Estas mejor?
—Si.
Los dos se quedaron en silencio y miraron a la cancha. Beto y Capi apenas hablaban, se les notaba distantes.
—¿Paso algo que no se hablan?
—Si. Cuando te fuiste Beto discutió con Capi. Estaba enojado.
"Aww, Beto se peleo por mi."
—Ay...ahora me siento mal.
—No te preocupes. Ya se les va a pasar. Se pelean todo el tiempo —Rocio se rió.
Loco y la morocha se quedaron viendo a los demás en silencio.
***
Ya era tarde y todos estaban cansados. Beto se acerco a Rocio, jadeando.
—¿Vamos a casa?
—Dale.
La morocha se bajo de las gradas y empezó a caminar hacia la salida con Beto.
—¡Espera!
Los dos se dieron vuelta y vieron a Capi, que se acercaba corriendo. Paro cuando estuvo frente a los dos. Miró a la morocha con remordimiento.
—Perdón por lo que dije ayer...se me fue la mano.
Rocio se lo pensó unos segundos y suspiró.
—Vos también perdóname, yo también estuve mal...
Los dos se miraron y se sonrieron. Beto también sonrió mientras los miraba.
—Bueno, vamos antes de que se haga tarde. —Interrumpió el rubio.
—Hasta mañana —se despidió ella.
—Hasta mañana —se despidió Capi.
Beto y Rocio se fueron mientras Capi los miraba. Pero su atención estaba sobretodo en la morocha.
Loco se acerco desde atrás y le puso la mano en el hombro.
Mientras tanto Beto y su amiga caminaban para casa en un silencio relajado.
—¿Lo perdonaste al Capi?
—Y si. Además, no cualquiera te pide perdón. ¿Vos lo vas a perdonar?
—Depende.
—Dale. Es mi culpa que ustedes se pelearan —dijo con culpa.
—No te culpes. Ya nos vamos a arreglar. Siempre andamos así —la consoló Beto.
—Si. Loco ya me dijo —se rió.
Siguieron hablando hasta que llegaron a sus casas. Beto se despidió y se metió a la suya, después ella se metió a su propia casa. Su mamá la recibió con unos mates. Ella se sentó y tomó mates con su madre.
—¿Y, como estuvo hoy?
—Bien. Me arregle con Capi.
—¡Ay, que bien!
—Mañana les voy a hacer galletitas a los chicos.
—Me parece muy bien.
Y siguieron tomando mates hasta que llegó su papá. Lo saludo y se metió a su cuarto.
Como de costumbre comieron y se fueron a acostar. Lo único que cambio era que Rocio se durmió con una sonrisa, contenta.
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Amor y Fútbol [Metegol]
Fiksi PenggemarRocío odiaba el fútbol. Pero gracias al fútbol conoció al amor de su vida. Un fanfic de Metegol.