09. El hermano menor.

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Llegué a mi departamento topándome con mi mejor amiga sentada sobre el sofá, observando una película en la TV mientras que devoraba un tazón de palomitas de maíz.

Me acerqué a ella casi arrastrando mis pies sintiendo como mi cabeza latía con fuerza. Solo quería descansar y olvidar que este día tan espantoso existió.

— Hola — Nara saludó observando cada paso que daba — Te ves horrible.

— Me siento horrible — me dejé caer a su lado en el sofá.

— ¿Problemas en la mansión?

Cerré los ojos soltando un pequeño suspiro — Algo así.

— Deberías tomar una ducha y descansar — sugirió acomodándose de frente a mí con las piernas cruzadas al estilo indio — Pero antes, tengo que contarte una cosa.

Abrí uno de mis ojos y la vi sonreír como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

Me reincorporé sobre el asiento observándola atenta — ¿Qué sucedió?

— Hoy fui a la Universidad de Artes y… — se pausó, ensanchando aún más sus mejillas.

Fruncí el ceño queriendo matarla por dejarme ansiosa, odiaba ese sentimiento y ella lo sabía bien, pero aún así le encantaba jugar con mi paciencia.

— Nara, te juro que si no hablas ya, voy a convertirme en alguna especie de asesina sangrienta.

Nara carcajeó sacudiendo la cabeza varias veces — No cambias Hyerin.

— Habla — protesté.

— Ok — carraspeó un poco la garganta acomodándose un mechón de pelo rojizo detrás de su oreja — Están ofertando becas este año lo que significa ¿qué?

— Que si pasas las pruebas puedes obtener una — solté con los ojos abiertos de par en par.

— Sii — Nara chilló eufórica abalanzándose sobre mí, mientras me apretaba en un fuerte abrazo — Por fin Hyerin, por fin tengo la oportunidad de poder estudiar lo que amo. ¡Dios, estoy tan feliz!

— ¡Eso es increíble!

— ¡Lo sé!

La Universidad Nacional de Arte pocas veces ofrecía becas y la matrícula era demasiado costosa, o sea que estudiar allí para Park Nara era algo imposible. Siempre tuvimos una leve esperanza de que algún día la escuela ofreciera becas para los estudiantes que no pudieran pagar la inscripción y hoy había llegado ese glorioso día. Por fin mi mejor amiga podía hacer lo que más amaba en el mundo. Pintar.

Nara, desde pequeña, siempre tuvo fascinación por el arte en general. Me hacía acompañarla cada semana al teatro para ver la obra que se estrenaba o a las diferentes exposiciones que hacían en el club que quedaba cerca de la casa. Hasta que un día sus ojos se enfocaron en un cuadro "La noche estrellada" de Vincent Van Gogh. Según Nara, fue como una revelación. Al principio no le hice mucho caso, ya que en aquel entonces solo teníamos doce años y yo no era muy amante de los cuadros que digamos. Siempre me pregunté que le veía a un montón de garabatos dibujados sobre un lienzo, pero ella solo se limitaba a sonreír y decir:

"Aunque te lo explique mil veces, nunca entenderás, porque el arte no se explica se siente".

Desde ese día, mi mejor amiga comenzó a pintar sorprendiendo a todo el mundo con su gran talento, era muy buena en lo que hacía, tanto que obtuvo varios premios en la escuela. Sin embargo, para Park Nara no había sido suficiente. Su meta era tener su propia exposición donde pudiera mostrarle al mundo sus sentimientos a través de sus pinturas y esta oportunidad de estudiar en la prestigiosa Universidad Nacional de Arte la acercaba un poco más a su sueño.

My Exception | J.Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora