Capítulo tres: Resultados inesperados

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Tras rendir el debido tributo a sus antepasados y ayudar a la defensa de su pueblo, merecía un buen descanso. La lluvia aún azotaba el terreno por lo que su zona favorita quedaba descartada, limitando todo a su hogar. Colgando su gabardina en la entrada y dejando sus armas de lado, caminó a paso lento hacia su habitación. Lo primero que miraba cada vez que entraba a su cuarto era un pequeño marco con una fotografía. En ella, se distinguían tres personas: Un hombre alto con una gorra, un niño de cabello bicolor y una mujer de mirada coqueta con cuernos. Él tenía 11 cuando fue tomada esa fotografía, la última foto familiar de su vida.

Un sonido de campana acompañado de una vibración le sacaron de sus pensamientos. Rebuscando un poco entre sus pertenencias, dio con un dispositivo pequeño y plano con una pantalla que proyectaba un mensaje recién llegado. Unas pocas palabras que bastaban para hacerle enojar.

Cariño, te escribo solo para recordarte que este año celebraremos tu cumpleaños en mi casa, espero tengas lista tu maleta. Nos vemos en una semana, tus hermanas ya quieren verte ¡Besos!
Catheryne L. Gneas

Contuvo su rabia como pudo. Por más dulce que fuera el mensaje, el remitente era quien le causaba rabia. Catheryne Lilian Gneas, conocida como el súcubo más joven, la "Voluntad de Lilith" y, para su desgracia, su madre. Ser hijo de una súcubo le dio un par de habilidades genéticas, pero a la vez le provocó cierto trauma y un odio hacia su progenitora. Por mucho que no le agradara, tenía un par de hermanas con ella a quienes no podía ignorar. Aunque nada lo obligaba a hacerlo, cada verano viajaba a la ciudad donde ellas vivían para pasar el resto de la estación más algunas semanas en casa de su madre. Tenía mucha rabia acumulada y fácilmente podía descargarla con un grito, pero aún no llegaba el momento, al día siguiente podría desquitarse todo lo que quisiera.

Sus pensamientos se interrumpieron otra vez con el rechinar de la puerta principal, acompañado de algunas pisadas. Pensando que solo era su padre, siguió en su habitación para ordenar un poco el lugar. No tardó en escuchar cierta voz que le hizo sobresaltarse un instante.

— ¿Qué harías si quien entró hubiera sido un saqueador o un psicópata y no yo?

— Probablemente ese hipotético asaltante ya estaría muriendo por veneno de escorpión o serpiente de cascabel. —abrió su boca con una de sus manos para mostrar como sus colmillos habían crecido y goteaban un líquido verdoso, sin mencionar la gran cola con aguijón que le brotó de la espalda en un par de segundos.

— ¡Que asco, Ónix! —gritó.— Deshazte de eso por favor, no quiero verte hacer eso otra vez.

Probablemente acababa de generar un trauma en su amiga, pero la risa que le provocó valió la pena. La sangre Mornajro contaba con todo tipo de especies a la que podía recurrir tanto para defenderse como para hacer una tontería. Grace solo había ido con él para hacerle algo de compañía, ella también había hecho su parte en el festival y quería descansar un poco. Las conversaciones que solían tener nunca tenían un tema fijo. Podían empezar hablando de un recuerdo agradable y terminar con un análisis de la estructura de las ruinas cercanas al poblado. Esa inestabilidad en los temas les ayudaba a evitar debates innecesarios y reducía ligeramente el estrés de ambos al intercambiar risas.

— Por cierto, ¿Qué piensas hacer con eso? —preguntó la elfo, refiriéndose al cráneo del Raiju gigante.

— Creo que lo convertiré en una máscara para Nephie, hacerlo trofeo y colgarlo sería demasiado tétrico.

— Ella es tu hermana menor ¿No? —el contrario asintió sin mirarla.— Creo que es demasiado darle las partes de lo que matas, la vez pasada fue un cuerno de minotauro ¿Qué sigue? ¿Un colmillo de dragón?

Tetraminus: Vida Moribunda, Sombras Brillantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora