Capítulo siete: Buscando un reino moribundo

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Vibraciones. Una ligera vibración recorría la casa rítmicamente a mitad de la noche. Nadie además del bicolor pudo percibirla, pues interrumpió su sueño. Con una mano apoyada en la pared percibía el movimiento que estremecía ligeramente el lugar. Pasando frente a la habitación de su madre y su pareja, la vibración se intensificó. Él personalmente había insonorizado aquella habitación, pero aún así sabía que producía la vibración que se expandía por toda la casa. Un simple suspiro fue lo único que salió de su boca antes de dar media vuelta para regresar a su habitación. No sin antes dar un golpe a la puerta en señal de que lo habían vuelto a despertar. Cesaron las vibraciones, momento que Ónix aprovecharía para agudizar su oído haciendo uso de su genética.

— Te dije que íbamos a despertarlo. Cath, sé que necesitas hacer esto al menos dos veces a la semana pero, si seguimos despertando a los demás, tu hijo se enojará aún más contigo.

— ¿Y qué quieres que haga, Cherry bomb? Él se enoja con todas las opciones. Si vamos a un motel me llama irresponsable por dejar a las niñas y odia que vaya al distrito a trabajar porque regreso y el percibe el olor a feromonas súcubo. También está la tercera opción pero...

— Cath, sabes que no me molesta que hagas esto con otros, literalmente tu vida depende de eso. Pero seamos honestas, eres pésima eligiendo. Las últimas dos veces fueron amigos de Ónix y ahora Neph tiene sus ojos en el techo de su cuarto.

— ¿Dos? Claro, no les he dicho del elfo... Eh ¿Lo dije o lo pensé?

Solo pasaron dos segundos para que el bicolor entrara a la habitación pateando la puerta. La demonio de piel roja se envolvió inmediatamente en las sábanas para cubrirse mientras la súcubo no hizo más que saludar a su hijo amistosamente con una mano.

— Catheryne Lilian Gneas, explica quien es ese elfo.

— Dos cosas cariño. Primero, baja la voz, el cuarto está insonorizado pero rompiste la puerta y tus hermanas pueden oírte. Segundo: Irrumpiste en el cuarto de tu sexy madre aún sabiendo lo que estaba haciendo ¿Y no te molesta tenerla desnuda justo enfrente de ti? —mofandose de su hijo, giró la cabeza con un gesto coqueto mientras la rabia de Ónix no hacía más que aumentar.

— Escúchame bien puta, no soy como los idiotas que pagan por acostarse contigo . Soy tu hijo. Y ahora dime qué tanto tiempo has estado viendo a Grewal Stulta. Si, ya sabía que hablabas de él. Ahora habla.

Fingiendo ignorancia, su madre llevó un dedo al mentón como si estuviera pensando en el nombre que Ónix había dicho. Con total tranquilidad, contó toda la historia, bromeando ocasionalmente y sin perder su característica sonrisa coqueta en ningún momento. Al finalizar, agregó un comentario adicional que terminó por hacer explotar al bicolor.

— Esa fue la gota que colmó el vaso. —inhaló profundamente antes de sonreír de la manera más tranquila que pudo.— Catheryne, Selene. No llamen a la policía, le dije a ese idiota que no se metiera con mi familia. —durante un instante de locura, dió media vuelta antes de exclamar.— ¿Quién carajo se mete con la madre y la hermana mayor de su amigo?

Otro asesinato a su expediente. De no ser por la casi perfecta inmunidad legal que poseía, ya habría sido condenado a muerte desde su segundo asesinato. Lo increíble no era su disposición de matar un amigo cercano, sino la calma que su madre demostraba ante la situación. Aunque Ónix ya había hecho lo mismo varias veces, ni siquiera la primera vez que sucedió le tomó mucha importancia. Como mayoría de súcubos, sus intereses se restringían a su familia y el sexo constante.

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Pocos minutos desde de la salida del sol, la primera en dejar su habitación fue la mujer de piel roja. Mientras se preparaba para ir al restaurante donde trabajaba, un olor desde la cocina llamó su atención. De pie frente a la estufa, el bicolor calentaba dos rebanadas de pizza de forma inusual, usando un sartén. Junto a él se encontraban dos tazas de café. Cuando sintió la presencia de Selene, la saludó con un simple gesto.

Tetraminus: Vida Moribunda, Sombras Brillantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora