Capítulo doce: Entre el cielo y en el infierno

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Delante tenían un último obstáculo a superar, uno que Ónix disfrutaría de moler a golpes tanto como su debilitado cuerpo le permitiera. Por el honor del clan Mornajro, Apollyon volverá al infierno para no regresar hasta el fin de los tiempos, y aún cuando ese día llegue, alguien hará lo imposible para regresarlo a su puesto como portero del infierno una vez más. El demonio escuchaba el discurso de su enemigo con una sonrisa, aquellas palabras le eran insignificantes. Pese a ser heredero de 80 especies diferentes, podía sentir que no contaba ni con la mitad del poder que el primero en sellarlo, su victoria estaba casi asegurada, pero su mayor problema no era el Mornajro ni el principe ladrón, sino el otro demonio presente. Después de milenios alimentándose de energía negativa en su más puro estado, Andras fácilmente podía desterrarlo al abismo por toda la eternidad si así lo quisiera, pero su atención estaba casi exclusivamente en el perro que llevaba en su cuello, conversando con él mientras su príncipe y su sobrino se batían en un duelo a muerte. Mientras no interfiera, Ónix y Thierrance no contaban con una oportunidad, lo mejor que podían hacer era entretener a Apollyon hasta que el demonio de la discordia se dignara a hacer algo.

- Hey, galletas y crema. Vi tu habilidad con las barreras, si puedes, encierranos aquí para evitar que escape y disminuir los daños.

- Sin mi fuerza habitual solo puedo crear una cúpula que cubra la mitad de la sala ¿Te basta? -su movimiento se vería muy limitado con dicha estrategia, pero el contrario decidió proseguir.

Energía fluyó de la lanza del bicolor al suelo, rodeándolos hasta formar un domo a su alrededor con un radio no mayor a 15 metros. Una perfecta esfera de la que nada más que el aire y la luz saldría, por fortuna ninguno sufría claustrofobia. Por otro lado, su enemigo enloqueció al notar que no podía salir de la pequeña jaula mágica, no había salido de su prisión en el infierno solo para ser confinado otra vez. Golpeaba todo a su alrededor, lanzando sus plagas a las paredes de la barrera en un intento de romperla, perdiendo una gran cantidad de insectos en el intento. Sin siquiera ser capaz de convocar más langostas, solo le quedaba seguir el juego de sus rivales. Reduciendo su tamaño, arremetió una vez más contra el bicolor, pero su puño fue desviado en el último segundo, siendo apenas capaz de rozar su mejilla con los nudillos. Una veloz puñalada en su abdomen acompañada de una patada en la espalda le tomaron por sorpresa, el príncipe Thierrance no pensaba quedarse de brazos cruzados. Cuando intentó golpear al elfo oscuro, solo sintió más puñaladas llenar su torso a una velocidad increíble. Cada vez que si quiera realizaba un movimiento hacia Thierrance, una puñalada más aparecía en su cuerpo.

Evolutivamente hablando, los elfos oscuros estaban a la par de sus primos de tez más clara, aún siendo muy diferentes entre sí. Dada su naturaleza huidiza y constantemente amenazada, los elfos comunes aprendieron a usar la magia y las palabras para protegerse, mientras los elfos oscuros aprendían sobre el movimiento e instintos de supervivencia. Aprovechando dicho instinto de supervivencia, Thierrance consiguió sacarle el maximo provecho a la vez que usaba el movimiento que durante milenios su especie adquirió. Cuando una amenaza se presentara, el príncipe de Greedon podía aumentar la velocidad de su cuerpo proporcionalmente al peligro percibido. Ante mayores peligros, superar la velocidad del sonido era cada vez más sencillo, mientras estuviera al tanto de la amenaza. Con su reino corriendo un peligro de proporciones mayores, podía forzar un poco esa habilidad para atacar continuamente a altas velocidades en lugar de solo esquivar. Sin embargo, la bestial cantidad de puñaladas y cortes apenas causaban daño al demonio, regenerando sus heridas en un par de segundos. Muy pocas cosas cuentan con la capacidad de dañar auténticamente a un demonio, cómo otros demonios, armas de alto poder mágico, fuerzas sagradas o fuerza bruta sin descanso.

Pensar en un plan era prioridad, pero con quemaduras sanando lentamente en todo el cuerpo de Ónix, siquiera aclarar la mente resulta complicado. Cualquier tipo de daño no solía ser la gran cosa, la regeneración genética reparaba los tejidos de su cuerpo fácilmente, incluso los creaba nuevamente si llegaba a perder una extremidad, pero las quemaduras siempre suponían un reto para su factor curativo. Las células no solo se dañaban, eran completamente destruidas hasta los nervios, lo que forzaba a su cuerpo a crear células como si hubiera perdido un brazo para reparar una quemadura pequeña, y reconstruir una sola célula con 80 especies diferentes era especialmente complicado para su debilitado cuerpo. En lugar de perder el tiempo y energía tratando de arreglar su rostro, la mejor opción era frenar su regeneración y concentrarse en el combate. Retiró de la empuñadura de su lanza la piedra amarilla para reemplazarla por otra de un tono más bien dorado. La punta ramificada del arma cambió de forma, convirtiéndose en una lanza de filo ocre pero con una tira dorada envolviendolo, mientras el asta se volvía plateada con diferentes símbolos brillando en dorado.

Tetraminus: Vida Moribunda, Sombras Brillantes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora